
Mi apagón en pleno flaneurismo hortícola de València
El día de San Vicente siempre es una jornada algo extraña, una especie de apéndice que remata la Semana Santa con un puente muy apreciado. Este año nos ha proporcionado, además, un episodio distópico: el apagón, que, además de para hacer chascarrillos y chistes malos debería servirnos de señal que nos hiciera ponernos las pilas antes de que se desmorone el castillo de naipes.