#MAKMAArte
XIV Jornadas de Cómic de València
Autor del cartel: Mique Beltrán
Organizan: Asociación Valenciana del Cómic (ASOVALCOM) y el Aula de Còmic de la UV
Centre Cultural La Nau
Universitat 2, València
Del 23 al 25 de mayo de 2025
València vuelve a llenarse de cómic y memoria con la celebración, hasta el domingo 25 de mayo, de las XIV Jornadas de Cómic en el Centre Cultural La Nau. Este encuentro, ya consolidado como uno de los principales focos de difusión y reflexión sobre la historieta en nuestro país, cuenta para su cartel con el dibujante y guionista Mique Beltrán, pionero y referente de la escuela valenciana del cómic de los años 80.
Beltrán, con su trazo inconfundible y su universo poblado de personajes como Cleopatra o Marco Antonio es figura clave de la llamada línea clara valenciana. Su obra, que mezcla crítica social, humor y estética pop, ha dejado huella en varias generaciones de lectores.
En esta conversación, mantenida con él a propósito de las jornadas, viajamos al pasado y al presente, compartiendo anécdotas de su variada experiencia profesional y abarcando temas como la irrupción del talento femenino en los últimos años hasta los detalles sobre su nuevo proyecto: una novela gráfica que recrea, de manera autobiográfica, la noche del 23F.

¿Cómo surgió la propuesta para realizar el cartel de las jornadas y cuál fue tu punto de partida creativo?
Estuve mirando los anteriores carteles y me fijé en que nadie había plasmado el espacio físico, digamos, de La Nau. Llevaban ya varios años haciéndolo aquí y me di cuenta de que el edificio y el claustro son estupendos, abiertos y muy agradables, así que me dije: “Me interesa el espacio y la gente”. Las jornadas están enfocadas hacia el lector.
Hay otros certámenes de cómic, hay mucha actuación, muchos disfraces, mucho merchandising, pero las jornadas, sobre todo, están enfocadas al lector. Hay mucha interacción con los autores y eso al lector le gusta mucho porque es mucho más cercana la relación con los creadores.
Como bien has dicho, La Nau aparece como un espacio invadido por lectores y lectoras de todas las edades. ¿Qué querías transmitir con esa imagen?
Bueno, la idea era remarcar la relevancia de los lectores y de La Nau como un espacio abierto en el sentido físico, pero también metafórico; se convierte en un lugar abierto a todas las tendencias, estilos y tipos de lectores.
¿Cómo fueron tus primeros pasos como dibujante? ¿Recuerdas ese momento en que supiste que te dedicarías a esto?
Cuando yo empecé, era una época de predominancia del papel. Era la época de los fanzines, y cada uno se editaba el suyo propio. Sacabas tus historietas y tus cómics en fanzines y yo también me apunté a esa historia. A partir de ahí, empecé a conocer a gente que dibujaba también, que tenía sus propios fanzines; así que una cosa te lleva a la otra.
De todos modos, yo había estudiado Artes Aplicadas, cartelismo y publicidad. No he sido un dibujante con plena dedicación, he hecho desde teatro hasta animación. Digamos que me gustaba saltar un poco a otros géneros y, al final, lo que pasa es que te das cuenta de que dibujar tus propias historias es muy agradable porque no dependes de nadie más. He hecho cosas de animación, he rodado cortometrajes y, claro, dependes de un montón de gente. En cambio, cuando tú dibujas es muy agradecido porque creas todo, no dependes de nadie y puedes hacer absolutamente lo que quieras.
En tu carrera has alternado trabajos más personales con colaboraciones en prensa, editoriales, incluso televisión. ¿Qué etapa o proyecto recuerdas con especial cariño?
Recuerdo con mucho cariño la época de ‘Marco Antonio’ en El País, porque yo venía de revistas mensuales y tal, pero esto era otra cosa completamente diferente: era la prensa y cada semana había que sacar una página; otra dinámica y otra manera de funcionar. Me acuerdo de que esto me gustaba mucho porque todas las semanas tenía que inventarme una historieta y publicarlo. Y, en aquel momento, El País hacía una tirada brutal, de hasta medio millón de ejemplares, con lo que todo el mundo te veía y leía. Fue un salto muy diferente a lo que estaba haciendo, de historias largas.

¿De qué modo das el salto hacia la animación?
Ese proceso fue porque se hizo una adaptación de ‘Marco Antonio’ y ‘Cleopatra’ a serie de animación. Estuve coordinando los guiones y ciertos argumentos de la serie. Luego me surgieron varias propuestas de guiones para algunas pelis y otras series.
También había dirigido cortos y tuve una breve estancia en una productora, Endora Producciones. Son épocas en las que me interesaban ese tipo de cosas, pero llega un momento en que me digo: “No quiero más”, y cambio a otra cosa.
¿Tu proceso creativo cambiaba bastante entre dibujar, imaginar en tu casa con un lápiz y pasar a la cámara?
Fue un proceso muy rápido, además, porque surgió así como muy al vuelo. Hacer cortometrajes, rodarlos y todo esto tampoco es tan complicado. Al tener un equipo, tienes un ayudante de dirección, un productor, que es importantísimo. Entonces, al final, llegas al rodaje y, si está bien planificado todo, solo tienes que dirigir a los actores y determinar cuál es el plano y dónde vas a poner la cámara.
¿Tienes algún rutina a la hora de enfrentarte a un nuevo proyecto?
No especialmente. Sí que es verdad que me gusta hacer una planificación muy estricta, sea para audiovisual o sea para cómic. No me gusta improvisar; me gusta tenerlo todo muy claro. En ese proceso soy un dibujante muy perfeccionista. Me dan mucha envidia los dibujantes que tienen un trazo muy suelto. Yo soy demasiado relamido, pero, bueno, es mi manera de funcionar. Y en animación o en cine tienes que hacer esa planificación necesariamente porque pasa por muchas etapas. Todo el mundo tiene que saber exactamente qué pretendes hacer para que te sugieran ideas o sepan un poco lo que quieres.
Sesión de firmas de Mique Beltrán en las XIV Jornadas de Cómic de Valencia. pic.twitter.com/2obVcbL8ZH
— Jornadas Comic VLC (@ComicVlc) May 23, 2025
¿Has escrito historias que luego no has conseguido plasmar en el dibujo?
Sí, sí. Hacía historias y, de pronto, decía: “¿Y yo cómo dibujo esto?”, porque eran historias que no iban con mi estilo, pero que me apetecía contar. Buscaba y decía: “¡Qué bueno es este hombre!”. Y contactaba con él y lo hacía con él. Con Max, por ejemplo, porque para una historia me di cuenta de que él lo iba a hacer mejor que yo. Pero, en general, hay mucha interrelación; en eso sí que hay mucha diferencia con lo audiovisual.
En el audiovisual, es una pelea constante entre ellos por las subvenciones, por los proyectos, mucho de que no pagan, que no cobran, etc. En cambio, en el mundo del cómic, como se mueve mucho menos dinero, pues no hay tantos pleitos ni tantas historias y todo el mundo se lleva muy bien; siempre hay colaboración.
¿Y cómo ves el panorama actual del cómic?
Está en un momento maravilloso. Yo creo que ahora es cuando más cosas chulas se están haciendo en novela gráfica. Y, sobre todo, hay un fenómeno que para mí es el último gran acontecimiento del cómic de esta última década: la revelación de las mujeres dibujando. Esto es alucinante. Hay un montón de chicas con un nivelazo. Desde hace diez años, ha irrumpido una colla de chicas buenísimas, todas, y están haciendo unas cosas maravillosas. Cuando yo empecé, había dos chicas: Ana Miralles y Ana Juan, que dejó de dibujar cómics muy pronto, y punto. Ahora es otra historia.

¿Crees que el cómic sigue siendo una herramienta potente para hablar de temas sociales?
Sí, sigue siendo una forma de abordar temas sociales. También, ahora, las historias son muy íntimas, de historias que te pasan. Antes, cuando yo empecé, era todo una industria muy básica. El chico era el héroe, la chica era la novia y ese era su papel. Nosotros intentamos romper eso. Yo, por ejemplo, me inventé Cleopatra, que es una chica que es heroína, porque dije: “¿Por qué no va a ser una chica?”. Y a partir de ahí empezaron a diversificarse los temas.
En la actualidad, se ha llegado a contenidos mucho más íntimos. Yo, ahora, estoy haciendo una historia muy personal (me han convencido de que salga yo) con tintes autobiográficos. Me llega mucho porque es una historia que viví muy cerca. Con mucho pudor, pero con humor, también.
¿Qué nos puedes adelantar acerca de ello?
Es una novela gráfica sobre el 23F, el intento de golpe de Estado de Tejero en 1981. Salieron los tanques a València y yo iba en uno de ellos; estaba haciendo la mili. Voy a contar lo que pasó aquella noche. Estábamos tan asustados como la gente que nos veía en la calle.
A partir de ahí, he hecho una novela con carácter autobiográfico. Me está costando mucho. Empezó siendo una novela modesta de 80 páginas y ya va por casi 200. Con mucho detalle de la época, vestuario, etc. Es lo más personal que he hecho. Salgo yo y cuento mis miedos e inquietudes, también con mucho humor, porque no puedes renunciar a eso.