#MAKMAArte
‘Leonora Carrington. Revelación’
Comisarios: Tere Arcq y Carlos Martín
Organiza Fundación MAPFRE en colaboración con el ARKEN Museum for Modern Art de Dinamarca
Fundación MAPFRE
Paseo de Recoletos 23, Madrid
Hasta el 7 de mayo de 2023

MAKMAAudiovisual
‘Leonora Carrington. El juego surrealista’, de Javier Martín-Domínguez
80′, España | Sonia Tercero Ramiro, 2012
Residencia de Estudiantes
Pinar 21-23, Madrid
Miércoles 22 de marzo a las 19:00

Ante un paisaje desolador en el que humanos dan caza a animales fantásticos, ‘La giganta’ se alza sobre sus pies desnudos, sosteniendo entre sus manos un preciado huevo, símbolo del origen del mundo y de la pintura al temple. Su cabellera de trigo dorado ilumina con esperanza ese lúgubre cielo que parece mezclarse con extrañas criaturas marinas; gansos inquietos habitan su manto. Como la dama oval de su relato, esta diosa inspirada por Deméter e Isis se rebela contra lo humano aunándose con la fauna mitológica, imponiendo su poder como madre universal, en comunión con la naturaleza.

Diosas, brujas y gigantas, caballos y quimeras, paisajes legendarios y místicos… Mundos mágicos componen la cosmogonía mitológica de Leonora Carrington, patentes en sus obras tanto pictóricas como literarias. ‘Leonora Carrington. Revelación’ aborda la prolífica vida y obra de esta gran artista del surrealismo.

En la exposición de la Fundación MAPFRE, comisariada por Tere Arcq y Carlos Martín, podemos asistir a un recorrido temático, paralelo a la propia cronología de Leonora Carrington, que nos ofrece importantes claves para leer sus pinturas, tapices y relatos abriéndonos, con ello, las puertas a su mundo interior.

Leonora Carrington. Revelación

La muestra se inicia con ‘La debutante’, una primera sección que alude al relato homónimo que la propia artista escribió. La protagonista de dicho relato, como un alter ego de Leonora, se ve forzada por su familia a ser presentada ante la alta sociedad inglesa. Su negativa a participar de dichas convenciones deja entrever esa rebeldía que la acompañaría durante toda su vida y que la llevaría, en su historia, a presentar una hiena en su lugar.

Y es que la trayectoria artística de Leonora Carrington ha estado especialmente marcada por su biografía, de manera que muchos de los seres mitológicos representados en sus obras son, en cierta medida, autorretratos, una suerte de alegorías personales empoderantes.

De ascendencia materna irlandesa, Leonora creció en la Inglaterra posvictoriana, en el seno de una familia acomodada que trataría de imponerle una estricta educación y la envió a Florencia para formarse en arte, donde conoció de cerca obras del trecento y el quattrocento italiano que contribuirían al paisaje y la perspectiva de sus obras.

Las influencias folclóricas que recibió a raíz de este contexto durante su infancia y adolescencia, así como los escenarios en que vivió como la mansión neogótica de Crookhey Hall, resultarían clave para el desarrollo de una iconografía artística propia que iría alimentándose progresivamente con nuevas referencias multiculturales.

‘Las pompas del subsuelo’ (1947), de Leonora Carrington. Sainsbury Centre for Visual Arts, University of East Anglia, UK © Estate of Leonora Carrington / VEGAP, Madrid, 2023.

Tras ser expulsada de varias escuelas, Carrington estudió en la academia Ozenfant, donde perfeccionaría su dibujo. Pronto conocería a Max Ernst, con quien huyó al sur de Inglaterra, a París, donde conoció y expuso con el grupo de los surrealistas, y finalmente a Saint-Martin d’Ardèche.

Fruto de esta época son, entre muchas otras obras, las sorprendentes pinturas que decoraban la casa que compartió con Ernst, un interesante catálogo de su imaginario personal con múltiples figuras apotropaicas, guardianas del hogar. Entre ellas, encontramos las puertas de su armario y de la cocina, que se pueden visitar en la exposición, con criaturas de melena despeinada que presentan rasgos femeninos, de caballos, unicornios, dragones y sirenas.

La llegada de la Segunda Guerra Mundial y el encarcelamiento de Max Ernst llevaron a Leonora Carrington a tener que exiliarse a España, donde, tras un traumático suceso, fue obligada a internarse en un sanatorio. Esta etapa queda recogida en la muestra bajo el título ‘Memorias de abajo: Santander’, etapa sobre la que escribió su más célebre novela autobiográfica y trabajó en lienzos como ‘Down Below’, que remite a ese período de recuperación tras el martirio psíquico al que fue sometida.

Carrington pintó aquí las personalidades imaginarias que sentía que habitaban en su interior a modo de catarsis: como una narrativa pictórica, la artista nos muestra una suerte de sacra conversione renacentista en la que el grupo representa el diálogo de todas las voces que habitan en ella. La exploración de los límites de la lucidez que expresaban los surrealistas en sus obras traspasa, así, la esfera de lo real en Leonora, víctima de potentes fármacos en el sanatorio que la llevaría, de nuevo, a tener que huir, esta vez hacia Lisboa, pasando tras ello por Nueva York, donde se reencontró con los surrealistas y, desde allí, hasta México, donde viviría la mayor parte de su vida.

Leonora Carrington
Leonora Carrington. Ilustración de Lander González para MAKMA.

La lectura de novelas como ‘La olla de oro’, de James Stephens, ‘La reina de las nieves’, de Hans Christian Andersen, ‘La diosa blanca’, de Robert Graves, o ‘The Mirror of Magic’, de Kurt Seligmann, su vinculación con grupos ecofeministas durante su estancia en Nueva York, e importantes acontecimientos como la masacre de Tlatelolco contribuyeron a que su obra, así como la de varias de sus amistades como Remedios Varo y Kati Horna, se volviera especialmente política.

Envueltas en un halo de misterio, las protagonistas de las obras de Carrington son mujeres con un aura sagrada y poderosa, diosas de cultos ya desaparecidos de orígenes muy dispares: celtas, palestinas y mesoamericanas. Abundan en su obra rituales de hechicería, vestigios arqueológicos de prácticas ancestrales, magia, curanderos y chamanes, criaturas híbridas y antropomorfas, una larga serie de seres envueltos en un misticismo resultante de la rica mezcla de todas las referencias que ha ido acumulando a lo largo de su vida.

La exposición también revela parte del documental ‘Leonora Carrington. El juego surrealista’, dirigido por Javier Martín-Domínguez, en el que la artista cuenta en primera persona sus propias vivencias. El documental, que se proyecta hoy, 22 de marzo, en la Residencia de Estudiantes, da voz a su figura y nos permite comprender el desencanto de la autora con su mundo más inmediato y su consecuente huida física y mental a lugares alternativos.

Javier Martín-Domínguez y Leonora Carrington. Fotografía cortesía del cineasta.

Todo ello a través del desarrollo de un nuevo lenguaje artístico, un nuevo lenguaje que, en palabras del director, “supone un paraíso personal en el que ella misma estaba encerrada y mediante el cual logra convivir en paz con sus fantasmas”.

«Cuando estaba planteando mi documental, tuve que hacer un pitching y tenía que depurarlo. ¿A dónde llegué yo depurando la historia? Pues a que era la lucha de una mujer por ser ella misma», recuerda el cinesta.

«Y en esa lucha, la serie de pruebas que tuvo que pasar fueron de orden mayor: superar la educación conservadora, la represión familiar, superar el patriarcado, la figura del padre, que fue tremenda, según parece, la educación tan diferencial entre sus hermanos y ella –ella estaba tocando el piano con el profesor y los hermanos montando a los caballos, pero la que terminó siendo una amazonas fue ella, no los hermanos–», recuerda Javier Martín-Domínguez.

La artista edifica su propio horizonte y se distancia, así, de la rigidez de seguir de manera absoluta el ‘Manifiesto del surrealismo’, creando un arte más personal que le permita expresar su propio yo; no solo entender el mundo mecanicista que la rodeaba, sino crear un cosmos propio en el que todo fuera posible; un mundo del que, como refiere Martín-Domínguez, ella misma forma parte. Leonora vivía en su propia casa rodeada de todos aquellos personajes fantásticos, erigiéndose como la maga creadora, la madre universal, de los mismos.

Las obras de Leonora Carrington presentan este mundo complejo tamizado por una fuerte simbología mística, una vida marcada por la guerra y por su experiencia como mujer en un mundo de hombres. Un eco de un pasado no muy lejano que todavía goza de una vigencia muy actual.

Y es que, como afirma Martín-Domínguez, Leonora Carrington “busca ese nuevo lenguaje a través del esoterismo, la cábala, de lenguajes arcanos, del tarot… Ella bucea en el zen, en el budismo. Es más una maga del ocultismo que una surrealista”.