MAKMA ISSUE #01
Opinión | Vicente Chambó (MAKMA y El Caballero de la Blanca Luna)
MAKMA, Revista de Artes Visuales y Cultura Contemporánea, 2018

Publicar un resumen de 5 años en materia de eventos o exposiciones, artistas visuales, actores, músicos, comisarios, bailarines, editores, gestores culturales y otros protagonistas del ámbito de la cultura en general, se antoja imposible, habida cuenta que ha sido abundante y de calidad la oferta producida y, en buena parte, imposible de cubrir por medios de comunicación en general, a los que la crisis internacional, sumada a la progresiva fuerza del soporte digital, empujó al cierre o a severos ajustes. Situación que, por otro lado, ha generado en los últimos tiempos la aparición del mayor volumen de información visto en la historia de la humanidad. Ahora, cualquier ser humano es capaz de editar y remitir una grabación de video con su teléfono móvil y compartirla en redes, haciendo inútil el esfuerzo de enviar a todo un equipo de profesionales con cámaras y micrófonos que, antes de partir, ya no serían primicia informativa. Son los pros y contras de la inmediatez. Ventajas e inconvenientes de la era digital, escenario en el que MAKMA vio la luz hace un lustro.

Como intención, cubrir las noticias con rigor, mirar al frente y atender los brotes de esperanza encontrados en el trayecto, pero también ir sembrando, como si las dificultades coyunturales no existieran, cuando la realidad auguraba que un medio de comunicación escrito y digital dedicado a la cultura pocas posibilidades tenía en un escenario tan poco propicio para su viabilidad.

Durante este tiempo, al menos una vez cada año, MAKMA ha ido convocando a sus integrantes y colaboradores –pincho, vianda y plato por delante- con el fin de hacer balances parciales de lo acontecido. Y no está de más mencionar que en cada ocasión ha habido que hacer encaje de bolillos para enumerar, entre bocado y sorbo, asunto tras otro, lo más destacado de cada temporada y que, posteriormente, quedará publicado en www.makma.net, bajo el titular ‘La servilleta de MAKMA’.

Página inicial del artículo publicado en MAKMA ISSUE #01.

Cada una de estas veladas ejerce en los contertulios un efecto balsámico y liberador, un algo que ayuda a aflorar las críticas más severas y los elogios más sinceros, elevando casi a lo espiritual el ejercicio de destacar o censurar todo aquello que se encuentra en uno u otro lado de la balanza, aunque es verdad que el objetivo es y será -salvo situación extrema- aprovechar la energía para construir. Hablamos de la predisposición natural de plantear caminos para mejorar la calidad y cantidad de información a ofrecer, pero también de profesionalizar y de explorar sendas para que los creativos dotados de talento tengan algún escaparate en un hábitat que es poco propicio para la germinación de ideas y su posterior evolución a convertirse en realidades.

Por esto, y un lustro después, dejar registrado en una sentada y unas líneas lo acontecido desde que MAKMA vio la luz hasta hoy sería imposible. Es cuestión de volumen; hace cinco años no había menos actividad a pesar de la crisis, no. Había menos actividad institucional por falta de presupuestos (vamos a dejarlo así), pero la comunidad artística nunca dejó de producir noticias, aunque, desgraciadamente, muchas de ellas han estado alejadas de lo que se podría considerar un ejercicio profesional legítimamente reconocido, económicamente hablando. Nuestra sociedad no contempla al artista como a un profesional que en justa medida pueda vivir de su actividad, y esto tenemos que lucharlo desde los hogares hasta los centros de educación.

Por otro lado, ordenar algunas de las ideas que siguen bullendo después de media década requiere inspirar y expirar con profundidad, el aire entra en los pulmones como después de subir la cuesta más vertical, como en los inicios, cuando MAKMA es concebida en ese escenario complicado de crisis en el que la sociedad está atenazada, los talentos emigran para poder alimentarse y las expropiaciones de viviendas son dramas habituales que afectan a seres próximos, a la vez que los casos de corrupción en los Órganos del Estado anulan la esperanza de los más fuertes. Simultáneamente, los medios de comunicación de papel y las hormigoneras han desaparecido del paisaje. Estamos en un escenario cuya predicción únicamente muestra catástrofes, pero la creación de un medio como MAKMA tiene posibilidades de ofrecer esperanza, de aportar algo de luz y megáfonos. Debe ajustar sus esfuerzos en base al soporte digital, pero involucrándose para poner en valor el talento y a las entidades que se ocupan de dar visibilidad a ese talento cumplirá una buena labor. Hay elementos cuya supervivencia en la franja más árida del desierto están necesitados de esperanza, y la sequía es menos cruel con riego por goteo.

Todavía quedan numerosos protagonistas activos en el sector, son los que con su fuste y resistencia han sobrevivido con lo mínimo, siguiendo sus planes de exposiciones en un páramo de difícil retorno. Al final, pasada la criba de la selección natural, en una sequía tan brutal solo pueden sobrevivir los poetas hibridados con genes de gladiador. Seguro que muchos de nuestros lectores están levantando la mano.

Y es que en materia de cultura, artes visuales, escénicas o energías renovables, no hay legislación fiscal ni plan efectivo que haya dado con la clave, y estamos perdiendo el tiempo. Un país de creativos es una potencia en exportación de ideas y de valores. Un patrimonio no explotado que con algunos ajustes movería montañas.

‘Gruta 4-4’, de Carlos Domingo.

Es verdad que tenemos en nuestra sociedad una cuestión importante a solventar que se percibe claramente cuando se viaja fuera de nuestras fronteras: por falta de información, de educación o de lemas formativos, bajo el manto espiritual de poner la otra mejilla, la ganancia se antoja censurable y poco digna de un artista honesto. Así vamos por mal camino. Son muchas teclas, muchos mimbres que tocar por parte de todas las instituciones para cambiar la mentalidad. Aquí queda la reflexión: en los países (no mejores ni peores) cuya mayoría confesional (practicante o no) es protestante, el esfuerzo tiene como legítima correspondencia el premio, el estímulo y la retribución por ese esfuerzo, por ese logro.

Hemos de tener claro que el desarrollo profesional en materia de cultura requiere una compensación por el trabajo. Y cuando el profesional destaca por sus capacidades en una selva tan dura no debería ser cuestionado. En una sociedad con todas estas complicaciones, quien consigue salir adelante honestamente, más bien debería ser digno de admiración y de estudio.

Los lobbies han existido siempre, galerías, críticos, medios o editores, son piezas clave en la consolidación de un artista, al igual que el productor, director o gestor de un teatro. Los apoyos determinan el futuro del protagonista, sí. Incluso a menudo se observa la búsqueda de estrategias, la puesta en marcha de la inteligencia, la sintonía de intereses comunes, sí. Pero la información de la que MAKMA se ocupa refleja y obedece a criterios de imparcialidad. Unas veces más, otras veces menos acertados, pero los creativos que están en la órbita del interés de MAKMA son ídolos de quienes buscamos la ética en la estética. El mensaje sincero. Por esto sentimos que cuanto más preparada esté la sociedad, más honesta será la criba del artista que se consagrará y más garantías de sinceridad tendrá su discurso. Esto es evidente. Y aquí está MAKMA para aportar su grano de arena, y esto pasa también por despertar el interés del público que debe sentirse partícipe, atreverse a valorar y potenciar su criterio en el mundo de la creatividad, desarrollar sus argumentos, pros y contras, aplicarlos y llevárselos a su terreno. Invertir en ellos.

Estos son algunos de los pensamientos que durante noches, días, semanas, meses y años se alternan en orden, pero no en intensidad. A veces se adormecen, pero resurgen, siempre reaparecen. Hoy, aunque de forma un poco desordenada, pero de manera muy directa, necesitaban salir de paseo para poner en valor el trabajo de los que se esfuerzan por hacer bien el día a día sin desfallecer. Este proyecto llamado MAKMA les apoya, aunque en el balance del lustro cumplido no se incluyan explícitamente nombres y apellidos.

Estas palabras surgen como almas justicieras exigiendo lluvia para los poetas-gladiadores. Los que siguen sobreviviendo en esta franja más extrema del desierto. Los que consiguen que su siembra, actividad diaria, exposición, película, guión y verso broten con brío. Los que interpretan su danza poniendo el alma. Los que producen las cosechas en condiciones adversas. Nos gusta esta gente por ello, porque sólo los sabios humildes pueden ajustar sus mimbres para sacar el mejor partido al escenario.

Para redactar los balances anuales, y el 5º cumpleaños no es una excepción, suele acudir a la memoria el caso de la sentada en un restaurante no identificado -probablemente en París- que al parecer reunió a Picasso, Georges Braque, Juan Gris, Max Jacob, André Salmon, Jean Cocteau y Guillaume Apollinaire. Comieron y bebieron tres bocados y ocho tragos más de los que cabían en sus buches, y a la hora de abonar la cuenta todos se hicieron los suecos. Miraban hacia un lado y el otro y silbaban. Entonces Picasso toma la iniciativa, y abre los brazos apartando copas, platos y cubiertos, dejando despejada su parcela de mantel. Toma su estilográfica, hace un dibujo sobre una servilleta y solicita la presencia de la dueña del restaurante. Una vez que ésta acude, le ofrece la servilleta para sufragar los gastos. La dueña, sonriente, solicita a Picasso que firme el dibujo. El genio, mirando a la señora, le responde:

“Estoy pagando el almuerzo, no comprando el restaurante”.

Portada de MAKMA ISSUE #01, a partir de una de las obras del proyecto ‘Caminos del deseo’, del artista y miembro de MAKMA Ismael Teira.

No estamos en el París anterior a 1918 (fallecimiento de Apollinaire). Redactores y colaboradores de MAKMA han venido reuniéndose en varios restaurantes de la ciudad de Valencia. MAKMA ha ido convocado al equipo de forma progresiva, intermitente y a hornadas cada vez que ha habido que afrontar el balance en su momento justo. Por lo general, despidiendo el año. Brindar en hermandad genera una atmósfera especial. Entre los reunidos siempre ha quedado huella de alguna servilleta coloreada, algún dibujo ilustrado sobre el mantel, aunque cualquier papel es válido si la rugosidad de la servilleta no resulta ser un buen soporte. Es genial planear sobre tanta vocación en suma. En realidad, la entrega y dedicación de cada uno de los componentes de MAKMA nace por el respeto a la propia condición inventiva y constructiva. Ama al prójimo como a ti mismo. Construir y crear con humildad es algo innato en todos y cada uno de los miembros que en una u otra ocasión han estado presentes durante estas reuniones específicas, esto no es casualidad. MAKMA (mejor repetirlo que quedarse corto) es el resultado de esa voluntad que hace cinco años puso en marcha un proyecto de comunicación innovador y riguroso con vocación de informar y crear, sobre y para creativos y actores de la cultura, porque en la creatividad está la clave para solucionar los problemas del s. XXI. Si el mundo de la ciencia, empresas y entidades de todo tipo, cuentan con creativos para sus consejos y asambleas, las soluciones estarán más cerca.

Los garabatos y dibujos que han quedado en servilletas y manteles después de cada cenáculo MAKMA son testimonios íntimos que podrían ser compartidos con nuestros lectores. ¿Con quién sino?, y hasta podrían convertirse en un ejercicio para acercarnos y estrechar nuevos vínculos a través de esta idea a la que podríamos llamar, cómo no, ‘La servilleta de MAKMA’.

Comunicar e intercambiar emociones son rasgos característicos entre la especie humana, y desarrollar nuevos proyectos puede ayudar a generar un tejido cultural entre los universitarios que deciden hacer sus prácticas de empresa en MAKMA, a través del programa de colaboración que MAKMA tiene abierto con la Universitat de València, y que ha sido fuente de empatía con ESAT por la necesidad de tener en cuenta el factor viabilidad en las profesiones artísticas durante el periodo de formación.

Picasso y los suyos seguro que no siguieron ningún orden establecido en sus intervenciones, no creo que pidieran turno de palabra en aquella sentada gastronómica, no de derecha a izquierda, ni de izquierda a derecha, si no de arriba a abajo, al centro y para dentro (trago).

Tampoco en los cenáculos de MAKMA hay turnos. El vino suele proceder de Fontanars dels Aforins, de Utiel Requena, de D.O Alicante o D.O Valencia, y levantar la mano para pedir la palabra suele ocasionar confusión. Cuando cualquiera de los presentes alza el brazo no se está seguro si pretende decir “camarero (sin mayúscula) sírvame” o está pidiendo turno de réplica.

Una cosa parece clara, Picasso habría tenido que recurrir a la estilográfica de Apollinaire -aquella con la que hacía sus caligramas- para firmar cantidad de servilletas a cocineros y restauradores encontrados en el camino. Los mismos profesionales -ilusionados creativos de los fogones- que con su esfuerzo han mantenido abiertos sus restaurantes a pesar de la que ha caído. Sí, aquella estilográfica con la que Apollinaire podría haber escrito el borrador de su ‘Manifiesto Cubista’ del que rescatamos una consigna para la ocasión:

“La buena voluntad no garantiza en absoluto la victoria”.

Manos a la obra.

Obra del artista Carlos Domingo.

Vicente Chambó