La chica del andén

#MAKMALibros
‘La chica del andén 18’, de Beatriz Arias y Penélope Santana
Editorial Club Universitario
Ficción. 2021

Las estaciones de tren tienen un componente romántico que siempre sucede de manera orgánica, sin forzarlo, millones de historias ocurren en esos andenes dejados y cogidos por dios, según le convenga. Las aceras de los andenes saben, como sabe todo el mundo, que los trenes nunca traen lo mismo que se han llevado.

Lo primero que me atrapó como una rata en un laberinto fue la pregunta que surge de manera espontánea e inevitable. ¿El destino es el propio viaje interior? O tal vez las escritoras quieren decir otra cosa. ¿Acaso es lo mismo buscarse que encontrarse? ¿El sentimiento? Los railes que manejan estas dos mujeres inspiradas en un mismo principio y en un mismo fin.

Viajeros que viajan de noche, otros de día, con mercancías o sin ellas, con pertenencias o sin maleta. Y luego está Ella Bird, la protagonista de esta novela: ‘La chica del andén 18’ (ECU) que atrapa como un kibil, pero de manera sensible. Las buenas historias empiezan con un crimen sin resolver; las mejores, con un beso. Esta es de las segundas.

Beatriz Arias y Penélope Santana, con su libro. Imagen cortesía del autor.

Existen algunas cosas prácticamente irrompibles en este mundo o, lo que es lo mismo, muy difícil de quebrarse: el diamante, el kevlar. Pero la protagonista, ni sueña con eso, ni con carburo de silicio; en la vida, no sirve de mucho un chaleco de kevlar, no protege de nada, y soñar con diamante no significa que el sueño nunca se rompa. Y eso Ella lo sabe muy bien. Las maletas cuando nacemos están vacías, así que en cierto modo es cosa nuestra si las llenamos de flores o piedras. Un libro ligero, pero profundo como el Océano Pacífico.

Beatriz Arias y Penélope Santana, residentes ambas en Alicante, dejan correr la magia por los vagones que ayudan a crear este relato. El vino, copas o botellas, siempre ayuda a narrar una historia románticamente necesaria (si el amor no lo cura todo, nada podrá hacerlo). Estas dos amigas escritoras y lectoras relatan una historia que recuerda al mejor romance japonés y sienta tan bien como una sopa caliente en enero.

Beatriz Arias y Penélope Santana, en el andén que emula el título de su novela. Imagen cortesía del autor.

Anoté, mientras lo leía: “Lo importante que es tener fe sin la necesidad de creer en una religión, sino fe en uno mismo”. Interesante, ¿verdad? Ella Bird es la clase de chica que está obligada a ser más fuerte de lo que es en realidad (las personas más fuertes son así). “La novela empieza con esta chica, en una estación de tren, destrozada por sus cicatrices del pasado y por una herida nueva, una historia de amor a la que acaba de poner fin”.

Hangar, vasos de café en cartón reciclado, bocinas, paneles cambiantes que cambian tan rápido como la vida, donde hay primera clase, segunda clase y algunas más. Azafatas de piernas largas y depilaciones caras, y pañuelos del uniforme bien anudados. Relojes, andenes, amores que van y amores que se quedan.

Me coge en sus brazos, me habla en voz baja y veo la vida en rosa, que diría Edit Piaf. ¿Cuántas veces no hemos querido parar el tiempo en el mejor momento?

Para conocer más sobre la historia, visita su cuenta de instagram @shewearswing

Portada de la novela ‘La chica del andén’, de Beatriz Arias y Penélope Santana.

Raúl Bartleby