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‘Final de partida’, de Jordi Teixidor
Comisariado: Joan Ramón Escrivá
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM)
Guillem de Castro 118, València
Del 3 de febrero al 5 de junio de 2022
Dice Jordi Teixidor (Valencia, 1941) que la atmósfera que descubrió en la obra de Ad Reinhardt, uno de sus referentes artísticos junto a Barnett Newman, Henri Matisse y Juan van der Hamen, con quienes dialoga en la exposición ‘Final de partida’, le ha servido como guía en su pintura. “La apreciación de la ausencia y el silencio en su minimalismo… marcaron mi camino hacia la búsqueda de una abstracción que se relaciona con la nada, con ese vacío que intenta, como explica Chantal Maillard [poeta belga nacionalizada española], representar la realidad última”.
Ausencia, silencio y vacío que caracterizan la obra de Jordi Teixidor, ahora presentada en el IVAM en fructífero diálogo con algunos trabajos de los artistas antes mencionados, de manera que la supuesta retrospectiva de sus 50 años de intensa producción se convierte en un paseo meditativo para adentrarse en la progresiva depuración de su creatividad artística.
Depuración encaminada a desarrollar, como apunta Teixidor en el catálogo que acompaña la muestra, “un arte abstracto en el que he pretendido que habite, con una intención primordial, aquello que alude y nos transmite sensaciones de lo trascendente y también de lo sagrado”. Sensaciones sublimes próximas al alumbramiento poético y ajenas a la razón más adocenada.
He ahí el arte despojado de cualquier contaminación política, entendiendo por esta la más palmaria caracterización del arte como lugar de un compromiso ligado, claro está, al discurso de la ideología dominante en cada circunstancia histórica. Si “el arte es el arte y todo lo demás es todo lo demás”, título de la exposición que la Fundación Juan March dedicó recientemente a Reinhardt, reivindicando el espacio del arte como lugar exento de las cómodas respuestas que proporciona el más firme asentamiento ideológico, Teixidor apunta al corazón del arte en su ‘Final de partida’.
Y lo hace tomando como eje sobre el que pivota esa partida, que el artista da ahora por finalizada, sendas obras de Henri Matisse (‘Bañistas en el río’ y ‘Porta fenetre a Colliure’) catalizadoras de la pieza que da título a la muestra y que le ha llevado los últimos 18 años. “’Final de partida’ alude a la jugada de ajedrez que desemboca en su pérdida y donde la salida más digna es tirar el rey”, puntualizó Teixidor. “También, aunque de forma no tan tremendista, a la obra de teatro de Samuel Beckett”, añadió.
Un “final de partida” que suena a fracaso, por esa pérdida de la jugada asumida con dignidad, y que el propio artista reconoce igualmente consustancial a su manera de pensar el arte y la vida, valga la redundancia, al menos en el caso que nos ocupa. “El equilibrio entre construir y destruir es el límite en el que habita el fracaso”, dijo, para subrayar a continuación: “No hay que tenerle miedo al fracaso, es el generador de muchos de los éxitos”.
Puede parecer, insistió, una derrota, aunque en el sentido que proponía Beckett, a quien recordó para expresarlo con sus palabras: “Fracasa, pero fracasa mejor”. Dijo también que hay un dramatismo en la obra del dramaturgo irlandés que no le interesaba, pero sí el destilado de su función dramática. “Esa negatividad, que no tiene que ver con el absurdo, me interesa. Ese estar y no estar”.
La obra de Jordi Teixidor, caracterizada por “el rigor en sus planteamientos estéticos”, resaltó Nuria Enguita, directora del IVAM, atraviesa el tiempo, porque esa incertidumbre del ser, cuyo rasgo mayor está en la constante interrogación acerca del mundo que nos rodea, figura en la producción de un artista que, como los poetas o los músicos, no deja de afinar las formas abstractas con las que trabaja.
Barnett Newman, preguntándose por el sentido de la pintura, que era tanto como preguntarse por el sentido de la vida, allí donde esta a diario no hace más que mostrar su sinsentido, dijo que tenía mucho que ver con el sentimiento de desamparo del ser humano ante las desbordantes fuerzas de la naturaleza. Naturaleza que alcanza el propio interior, tan frágil y quebradizo como esa otra exterior que nos amenaza constantemente.
Las 70 obras reunidas para dar fe de ese ‘Final de partida’, “con una depuración formal y un uso determinado del color, entre gestual y geometrizante”, señaló Ramón Escrivá, comisario de la muestra, vienen a ser el resumen de una trayectoria repleta de lo que el propio artista llamó “situaciones de diferente intensidad”. Intensidad diferente, pero siempre focalizada en torno a esa sensación de ausencia, de vacío y de negatividad, que ha ido dejando traslucir en su obra despojada de fútiles abalorios.
La sacralidad hacia la que apunta su trabajo contradice el enunciado del propio título expositivo, porque no hay ‘Final de partida’ para una creación artística que aspira a lo trascendente. Dios, dijo un poeta, es la estaca que impide el cierre del mundo. Teixidor, dialogando con Matisse, Reinhardt, Newman y Van der Hamen, realiza esa misma tarea heroica de preguntarse por el sentido de la vida, depurando las formas que buscan ceñirlo, a pesar de las múltiples evidencias que lo contradicen.
“Soy pintor y solidario con mi tiempo, y algo de eso queda trascendido en mi obra, aunque no haya aspectos figurativos”, subrayó Teixidor, quien recordó la celebración de los 100 años del ‘Ulises’ de James Joyce como momento adecuado para que “los que hacemos arte sigamos a estos predecesores”. Un ‘Final de partida’, por tanto, entre interrogaciones. “La pintura es mi manera de ir por la vida y de entender a los demás, frente a una realidad que cambia y se transforma”, concluyó el Premio Nacional de Artes Plásticas 2014.
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