#MAKMAArte
‘La luz es la forma’, de Jordi Socías
PHotoESPAÑA 2023
Galería Fernández-Braso
Villanueva 30, Madrid
Hasta el 28 de julio de 2023

Hay un elemento de los juegos de magia en la fotografía, capaz de convertir el mero segundo que queda plasmado en película o papel al atrapar un instante, en un recuerdo infinito, fijado ya para siempre camino de la eternidad. Del instante a la eternidad.

Este trasunto casi divino, de transfiguración de la realidad, no se hace por mero mecanismo de ingeniería. Para que ese instante entre en la eternidad necesita la presencia activa de una mago o maga que haga el milagro de doblar la esquina del tiempo.

Sabido esto, no debería extrañar que estas imágenes ya intemporales que nos rodean en la galería Fernández-Braso se deban a la mano precisa y la mente abierta de un aprendiz de relojero que entendió que la vida le llevaba a obrar el milagro de eliminar la temporalidad de las imágenes y hacerlas trasunto de eternidad.

Jordi Socías. La luz es la forma
‘La luz es la forma’, de Jordi Socías, en la galería Fernández-Braso. Foto: Javier Martín-Domínguez.

Jordi Socías recorrió los caminos de Cataluña, reloj en mano, aprendiendo cómo se dominaba el tiempo, y agarró la cámara para demostrarse a sí mismo, y a un país que andaba legañoso, que podrían verse las cosas de otra manera y despertar a la realidad del tiempo que en verdad debía vivir.

Y despertó. Agitó las banderas, con las caras de júbilo de la juventud. Y Jordi estaba allí para verlo, captarlo, enseñarlo y hacerlo eterno. Nos saluda desde el escaparate ese movimiento de rayas curvas que en imágenes dice ‘Llibertad’. Una de las primeras fotografías llenas de vida y de historia que nos ofreció la cámara de Jordi Socías.

Dentro de una capilla y encima de una mesa a modo de altar, nos provoca otra imagen icónica que se refiere, nada más y nada menos, que al origen del mundo. Ese lugar donde el amor se oficia y donde la vida sale al encuentro, principio y fin de todo. La eternidad de nuevo. Más y más imágenes de otro tiempo aparecen ahora enmarcadas en un tamaño que llena la plenitud de la mirada.

No creo que haya mejor homenaje a un fotógrafo que decirle que captó su tiempo. No solo el momento, sino el sentido de lo que le tocó vivir y lo fijó para siempre. Hasta los personajes retratados dejan de tener años para subirse al olimpo del daguerrotipo.

Al fondo de la galería, encuentro a nuestro hombre del tiempo rodeado de su memoria fotográfica, y agarrando por el brazo al maestro mediterráneo de navegantes Manuel Vicent, con la mirada agotada de un sufrimiento cercano, pero presente en el acto con la fidelidad inquebrantable al amigo con el que ha recorrido caminos y visto a la humanidad andante.

Cada uno con sus armas, la palabra y la fotografía, nos dejan como herencia un retrato imborrable de un tiempo que no es pasado ni futuro. Es el tiempo que es, el que se convierte en historia, y no se borra de las mentes gracias a las imágenes que ellos nos ayudan a fijar con su magia.