Inteligencia artificial. José Antonio Campoy

#MAKMAArte
Despidos e inteligencia artificial
De ChatGPT, Gemini, Perplexity, DeepSeek a Codey

Vea… mire, mire: está ahí. Sí, sí, justo ahí. Algo desapercibida, velada entre información anodina, camuflada entre opinión tertuliana, ora apagón, ora cónclave. Cuesta, pero, si se fija bien, verá una pequeña hipótesis dando sus primeros pasitos, con muchas posibilidades de crecer hasta una fornida verdad adulta.

Hoy he leído dos noticias que, en mi imaginación calenturienta, han copulado y, tras nueve embarazosos minutos de lectura, alumbrado una sospecha adorable, de esas que uno no sabe a quién se parece más, si a mamá o papá.

El primer gameto lo ha puesto una noticia de Microsoft. En ella, un portavoz informa que –a pesar de los buenos resultados financieros– la compañía despedirá este año a más de 6.000 empleados, un pedazo (entiéndase trozo y grande) del 3 % de su plantilla mundial. Este nuevo recorte se suma, entre otros, a los 10.000 puestos eliminados en 2023. No faltan argumentos con el correspondiente bla, bla, bla corporativo, como “agilizar las operaciones y mejorar la eficiencia en un mercado dinámico”. Alerta IA.

La otra semillita la pone Google. Es una noticia de las de sacar pechote, si no fuera porque se trata de una filtración que la compañía ha preferido no comentar. Según esta información, la omnisciente firma estaría trabajando en una nueva inteligencia artificial, Codey, diseñada para escribir y revisar código, pero de forma autónoma, ella solita, al estilo Matrix: “Humano, sujétame el cubata, que voy…”. Y yo, que he visto relación y correlación, me pregunto si se sustancia mi inquietud entre estas dos buenas nuevas. Realerta IA.

Qué ironía. Como hiciera –apócrifamente– Julio César, visualizo a un desarrollador de software, trasojado, observando con resignación a su retoño traidor, criado a golpe de tecla durante largas noches de desvelo. Lo mira cariacontecido y le pregunta con pesar: “Eh, tú, IA?”. Matar al padre, diría un psicólogo; la única familia que tiene.

Obra creada por Ai-Da, descrito por su creador como “el primer artista robot humanoide ultrarrealista del mundo”.

Ya sabrá usted que a los incendiarios debates sobre fútbol y política ahora se le arrima también la yesca de la inteligencia artificial. Como quiero mantener amistades y familiares, al albur de estas novedades informativas, he decidido preguntar directamente a ChatGPT, Gemini, Perplexity y a la recién llegada DeepSeek. Y, para que no se me tache de tecno-populista, mi prompt ha sido muy espartano: “¿Crees que estas dos noticias tienen relación?”.

Tic, tac, tic, tac… Las cuatro respuestas han coincidido con rotundidad: “Sí, existe una relación”, seguida por argumentos similares en todas ellas. Compruébelo usted mismo.

Ya hay modelos para todo y todos: fotografía, ilustración, vídeo, animación, escritura creativa, diseño y desarrollo web, periodismo, traducción, doblaje, intercambio vocal, facial y corporal, composición musical, coaching, asesoría financiera y legal, tutoría escolar, diagnóstico médico… Que levante la mano quien crea no estar, pero, al levantarla, lo estará. Y, cuando la robotización supere sus limitaciones y madure –que lo hará–, la lista será aún más larga. E inquietante…

También pintan al óleo, componen sinfonías, dirigen vídeos y diseñan portadas y carteles. “Simulación sin sensibilidad”, pensarán con desprecio. “No es arte, porque nunca poseerán el rasgo preceptivo para practicarlo: el caos humano; la irracionalidad y la imprevisibilidad; el desorden emocional y los conflictos internos”. Pero tengo una última (mala) noticia.

E-David. Universidad de Costanza
Obra de E-David, robot creado por científicos de Universidad de Costanza, en Alemania.

A finales de abril, Dario Amodei, CEO de Anthropic –la compañía detrás del modelo Claude–, alertaba en su blog personal sobre la urgencia de comprender realmente cómo funcionan los mecanismos de inteligencia artificial. Reconocía que, aunque se establecen condiciones iniciales –como sucede en los organismos vivos–, el comportamiento final emerge por complejas decisiones propias, impredecibles, erróneas en muchos casos, a veces desconocidas incluso para sus mentores. Et voilà! Díganme que no es una artistaza esta IA.

“Cuando las barbas de tu vecino programador veas afeitar, pon las tuyas artísticas a remojar”, dice un vetusto y analógico refrán español. Yo, como diseñador, ya me estoy dejando bigotillo, esperando –resignado– mi despido frente a la puerta de Recursos Inhumanos. No hay prompt que me salve.

Inteligencia artificial. José Antonio Campoy
Ilustración de José Antonio Campoy.