#MAKMAArte
Feria ARCOMadrid
Edición número 42
Pabellones 7 y 9 del recinto ferial de IFEMA Madrid
Avenida del Partenón 5, Madrid
Del 22 al 26 de febrero de 2023
¡Ay, el Mediterráneo! Un mar que se mueve a golpe de visiones mitológicas y añoranzas por cierta imagen perdida. “Soplo agradable que refresca las costas del Mediterráneo y lleva de ribera en ribera el perfume de los árboles, mezclado al ocre olor del mar”, que diría Alexandre Dumas. Pero también, “en el Mediterráneo los dioses de mármol criminalmente enterrados sólo han generado paredones de ladrillo de una brutal ordinariez, que te obligan a ver el mar a través de los calzoncillos del vecino tendidos en la terraza”, que proclama Manuel Vicent.
De ese Mediterráneo poliédrico se ocupa este año la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ARCOMadrid, que arranca este miércoles 22 de febrero y se extiende hasta el próximo domingo 26, en los pabellones 7 y 9 de IFEMA. ‘El Mediterráneo: un mar redondo’ es el tema central de la feria, un apartado comisariado por Marina Fokidis.
“Es redondo como también lo es la falda de un derviche, el giro repetido de una muñeca de una bailadora flamenca, la forma de una danza tradicional griega, una cesta de fruta en un mercado, un salvavidas en medio del mar…”, resalta la comisaria.
Un mar Mediterráneo que abarca diversas culturas, de las que, a vuela pluma, dice lo siguiente Marina Fokidis a Vanessa Graell en ‘La Lectura’: “Somos europeos del sur, pero en el norte, en Finlandia o Suecia, los artistas viven del apoyo del Estado. En el sur nunca hemos tenido ese sostén institucional, todo lo hacemos nosotros, la gente, los creadores, las asociaciones”.
En esa misma conversación con Graell, Fokidis lamenta que “con la globalización vivimos en un mundo dominado por todo lo anglosajón. El problema es que erradica las demás culturas; es otra forma de dominación, aunque estemos en democracias”.
“El Mediterráneo ha desaparecido de nuestra identidad cultural porque hoy es un lugar de turismo y de muerte masivos”, le dice Strouza, una de las artistas griegas invitadas a ARCO, a Álex Vicente en el suplemento cultural ‘Babelia’.
Ya metidos de lleno en asuntos relacionados con las interioridades de la feria, la galerista Helga de Alvear, en entrevista de Darío Prieto en ‘La Lectura’, deplora la escasa cultura compradora de arte contemporáneo por parte del público de nuestro país: “Los españoles no compran arte. No sabes lo difícil que es vender un cuadro, aunque sea el mejor artista”.
A este respecto, el comisario y crítico de arte Enrique Juncosa manifiesta igualmente en ‘La Lectura’: “Hay un tema que sigue siendo la gran asignatura pendiente de la feria y que tiene que ver con su razón de ser… Se trata de la debilidad endémica de nuestro mercado, periférico y enclenque. Como consecuencia, la mayoría de las más grandes galerías del mundo no hacen acto de presencia en Madrid, desplazando a ARCO a una segunda división, el menos en el terreno económico”.
Y precisa: “Tan solo unos pocos artistas españoles como Miquel Barceló, Ángela de la Cruz, Secundino Hernández, Cristina Iglesias, Jaume Plensa o Juan Uslé, venden su obra a precios semejantes a las de los artistas internacionales de sus generaciones, y es así porque trabajan con galerías internacionales extendiendo así su reconocimiento a países con mercados más sólidos”.
En cuanto a las personas que se dedican a coleccionar arte, tampoco la cosa pinta bien. “El coleccionismo está mayor en España, es preocupante, a la gente le cuesta acercarse al arte contemporáneo, cree que es superelitista”, proclama Ismael Chappaz -de la galería House of Chappaz, con sedes en València y Barcelona- a Ana Fernández Abad para ‘SModa El País’.
En este mismo sentido, Concha Jerez (Galería Freijo) subraya en ‘La Lectura’ que “en España no hay cultura de coleccionismo. No sé exactamente cuál es el problema, si es de recursos económicos o de interés”.
De la feria en sí, hay opiniones encontradas. El artista visual Rogelio López Cuenca señala en ‘El Cultural’ cómo “cada año, por estas señaladas fechas, me llama algún periodista que se disculpa por tener que preguntarme una vez más mi opinión sobre ARCO…Tengo entonces que puntualizar que mis reservas no se dirigen contra el mercado sino a su excesivo protagonismo, a la consagración de su criterio y canon último en lo que se refiere al hecho cultural”.
“Antes, el criterio de selección era muy amplio, había cosas horrorosas y otras muy interesantes. Hoy creo que todo está más escogidito, le falta la gracia de descubrir cosas a contracorriente. A ese ARCO más estandarizado le tengo un poco de manía”, resalta Guillermo Pérez Villalta (Galería Fernández-Braso) en ‘La Lectura’.
El historiador del arte y filósofo Manuel Ruiz Zamora, en este mismo suplemento cultural, radiografía ARCOMadrid desde tres puntos de vista. “Los que asumen el arte como una realidad excelsa y sustancial, ya sea por fe o por simple interés, aducirán que este tipo de eventos proporcionan una oportunidad de calibrar el estado general de la producción artística y de identificar las tendencias más innovadoras y relevantes en las corrientes de la creación”.
Para los que se posicionan contra este tipo de manifestaciones culturales, “ARCO es una feria y, por tanto, algo más próximo al mundo del circo y del comercio que a las condiciones ideales que exige la contemplación de la obra de arte”, destaca Ruiz Zamora.
“Cabe, sin embargo, una tercera posición que podríamos designar de superación dialéctica: consistiría en estar a favor de la celebración de este tipo de eventos precisamente por estar en contra del mito del arte como realidad en sí misma excelsa”, añade.
“Desde este punto de vista, ARCO sería poco menos que irrelevante en términos estrictamente artísticos, tal y como vienen a denunciar los apocalípticos, pero también ofrece un escaparate para observar los estertores, por más interminables que puedan ser, de ese fenómeno cultural que hemos dado en denominar arte”, apostilla Ruiz Zamora.
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