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‘El cuarto de atrás’, de Carmen Martín Gaite
Dirección: Rakel Camacho
Adaptación: María Folguera
Intérpretes: Emma Suárez, Alberto Iglesias y Nora Hernández
Producción: Lantia Escénica
Teatro Olympia
San Vicente Mártir 44, València
Hasta el 5 de octubre de 2025
“Pretender al mismo tiempo entender y soñar” es la máxima que siguió Carmen Martín Gaite al escribir ‘El cuarto de atrás’, obra que la llevaría a ganar el Premio Nacional de Literatura en 1978 y que la convertiría en la primera mujer en conseguirlo. Este diciembre se cumplirán cien años de su nacimiento y esta adaptación de su novela pretende rendir homenaje a su legado literario.
Bajo la dirección de Rakel Camacho y con la teatralidad aportada por María Folguera, ‘El cuarto de atrás’ llega al escenario del Teatro Olympia hasta el 5 de octubre. Emma Suárez, conocida por sus papeles en ‘Julieta’ (2017), de Almodóvar, o ‘El perro del Hortelano’ (1996), de Pilar Miró, encarna a C., el alter ego de Martín Gaite.
Esta obra nos muestra una productiva noche de insomnio. Un viaje de la oscuridad a la luz, de la noche a la mañana. Una forma de poetizar un escenario nacional que se sabe tenso. C. es una novelista que ha vivido la Guerra Civil y el franquismo y que ahora se enfrenta cara a cara consigo misma. Reordena sus pensamientos y trata de darles forma para poder sacar algo en claro.
Esto, sin embargo, no lo hace sola; lo hace acompaña del Hombre de negro, interpretado por Alberto Iglesias. Este personaje la pone contra las cuerdas y le hace indagar en sus recuerdos más profundos. En quién fue ella de pequeña y qué mecanismos adoptaba para sortear la hostilidad que la rodeaba.

Para poder ilustrar esos momentos del pasado se sube al escenario Nora Hernández, quien a lo largo de la obra desempeña diferentes papeles, como la hija de C. o una amiga suya de la infancia. La actriz madrileña se encarga de llenar el espacio sonoro con su voz, cantando por Concha Piquer o por Teresa Rabal, entre otros.
Esta apuesta por la música en directo busca la sumersión del público en la época que se está viviendo. “Todos los estímulos son necesarios” a la hora de querer contar una historia, sostiene Camacho. Con esta dramatización de ‘El cuarto de atrás’ se ha buscado “apelar no solo desde la lógica”.
El cuarto de atrás era el lugar en el que C. se escondía de las bombas cuando era pequeña. En él recortaba mariquitas y se refugiaba en su propia imaginación. Ahora, el cuarto de atrás sirve para recordar, para discernir qué fue real en el pasado y qué no. Es el sitio donde buscar inspiración.
Carmen Martín Gaite fue niña en la guerra, adolescente en la posguerra y joven en el franquismo. Sus obras están todas enmarcadas en un contexto histórico agitado, universo en el cual los tres intérpretes de la obra se han visto sumergidos por completo.
Cuentan haber devorado las obras de la autora salmantina; leerlas era como “ir abriendo puertas que no cierran, era algo poliédrico, una sensación de continuidad”, comentaban. Decían que era sorprendente cómo la sensación de tristeza no estaba presente en ningún momento, ni siquiera, aunque se hablase de lo más triste.
Leyendo ‘El cuento de nunca acabar’, Camacho se enamoró de las historias de Martín Gaite; ahora, con la vuelta de Suárez a las tablas, está haciendo que más personas queden prendidas de sus novelas. Ambas compañeras coinciden al pensar que esta obra es una muy buena oportunidad para mirar atrás, para ver cómo la reflexión y el diálogo –también la imaginación– nos llevan a los lugares a los que queremos llegar.
Así, esta obra invita a desordenar todo lo que damos por sentado. A pretender y, al mismo tiempo, entender y soñar.
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