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‘El Bosque’, de Hugo Martínez-Tormo
LABoral Centro de Arte y Creación Industrial
Universidad Laboral
Los Prados 121, Gijón
Hasta el 21 de marzo de 2026
“Prendió el fuego en los árboles, / recorrió llama a llama / la materia más muerta. / Salvó el pájaro el canto / en lo aún verde del bosque, / pulcramente limpiándolo / de crujido y ceniza / dándole sitio al aire”
(‘En el árbol, el pájaro’, de Ida Vitale)
Utopía natural
Hace ahora un año, una depresión aislada en niveles altos (DANA) provocó que se desataran las fuerzas de la naturaleza en la Comunidad Valenciana, Castilla-la Mancha y Andalucía. En agosto de 2025, los incendios forestales desatados en toda la península ibérica –y, en especial, en el noroeste– arrasaron cerca de 400.000 hectáreas de terreno.
Se quemaron pastos, matorrales, explotaciones ganaderas, colmenas y bosques, provocando la pérdida de vidas humanas, paisajes culturales y especies protegidas. Curiosamente, las palabras anegar y quemar tienen raíz latina: necare y cremare, que significan muerte y destrucción.
Hugo Martínez-Tormo (València, 1979) es ingeniero agrícola y artista especializado en artes visuales y multimedia por la Universitat Politècnica de València y la Kunstuniversität Linz de Austria. Estaba preparando su proyecto ‘El Bosque’ para presentarlo en el Centre del Carme de València cuando el agua anegó su casa y su taller. Logró salvarse, pero perdió el trabajo de una vida.
A pesar del desastre, decidió continuar con más impulso para volver a sembrar y abordar la tarea que proponía Bruno Latour de “componer el mundo común” con la participación de las artes, la ciencia y la política.
Regresa a LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, donde fue artista residente en 2014, para presentar la exposición ‘El Bosque‘, que está formada por tres instalaciones: ‘Bosque pixelado’, ‘Real/Unreal’ y ‘Semillas Digitales. Digital Seeds’.
Hugo Martínez-Tormo nos invita a adentrarnos en un ecosistema digital que, como señalan Roberta Bosco y Stefano Caldana en el texto que acompaña a la exposición, recoge las ideas de comunidad y sociedad en red desarrolladas por diferentes especialistas en ecología, filosofía o sociología.
Desde la antigüedad, el bosque y los árboles, además de ser medios de vida, están cargados de connotaciones simbólicas y espirituales. El bosque se concebía como ese lugar oscuro que debía atravesarse, a pesar de los peligros que acechaban, para alcanzar la luz y el orden. En épocas más cercanas, el bosque se convertirá en un espacio de aislamiento para el pensamiento y la contemplación.
También los árboles son un elemento fundamental del imaginario simbólico y arquetípico: el símbolo de la vida y axis mundo que une lo inferior y lo superior. Simone Weil planteaba en su libro ‘Echar raíces’ una analogía del ser humano con los árboles. Cada persona es única, pero necesita tener una raíz que se afianza en su participación en la comunidad.
Suzanne Simard, profesora canadiense de ecología forestal es conocida por su teoría de los “árboles madre”. En sus investigaciones, descubrió que los árboles se comunican entre sí con la ayuda de los hongos. Estos, en simbiosis con las raíces, acceden a los nutrientes que el árbol necesita, se advierten de los peligros, comparten recursos e información. Una gran red subterránea de comunicación que Peter Wohlleben denominó “Wood wide web”, el “internet de madera”.
También se dio cuenta de que todos los árboles están interconectados independientemente de su especie. Y que los más grandes y viejos son los más conectados con un patrón similar a una red neuronal. De ahí que se les considere “árboles centrales” o también “árboles madre” por su papel en la regeneración de los más jóvenes. Su conclusión es que “cuanto más conectados estén esos árboles, cuanto más diversa y adaptada localmente esté la comunidad, mejor será”. Los estudios de Suzanne Simard cambiaron la concepción de los bosques como lugares de competencia a espacios de colaboración.
La alegoría del bosque de Hugo Martínez-Tormo ahonda en estas ideas que apelan a la interacción entre lo individual y colectivo. No somos árboles aislados, somos nodos que se ramifican, transmiten información y se enlazan en sociedad estableciendo relaciones de interdependencia y cooperación.
Un bosque de pixeles más allá de lo real

‘Bosque pixelado’ es una imagen digital de un bosque convertida en un gran mosaico de 120.000 pixeles con una paleta de 15 colores. El pixel es la unidad mínima de una imagen digital. Se define por su color y su brillo, pero por sí solo carece de valor.
En este bosque irreal, cada pixel simboliza un árbol y se convierte en pequeños cuadros de madera pintados a mano en los colores del patrón seleccionado. Se pueden adquirir en la web del proyecto www.bosquepixelado.com a precio de coste y se enviará un certificado y las coordenadas que los localizan en el bosque digital.
El artista plantará un árbol con sus manos en la provincia de València, como si se tratase de una perfomance, por cada pixel vendido. La aspiración de esta obra es extenderse más allá de la sala de exposiciones y generar un bosque real con 120.000 árboles.
El tradicional rendimiento económico de los bosques se reformula a través del arte para garantizar su supervivencia. El arte digital y el analógico se unen para despertar las conciencias y hacernos reflexionar sobre la necesidad de pasar a la acción, de ser “actores-red” en el mantenimiento y la defensa de nuestros ecosistemas.
Reconectar con la naturaleza

Ese juego entre lo real y lo digital continúa en ‘Real/Unreal’, donde se contrapone un video de un bosque ideal –casi selvático y con los sonidos naturales– generado por el software Unreal Engine, con la tierra calcinada de un bosque de Xinestosu (Genestoso) que ardió en agosto de 2025.
Martínez-Tormo se desplazó a esta pequeña parroquia de Cangas de Narcea, en Asturias, y pudo comprobar in situ la devastación: el olor a quemado persistía y los paisajes emocionales de una comunidad habían sido arrasados. Esos bosques, aunque sean reforestados, nunca volverán a ser los mismos. La introducción de un elemento vivo que dialoga con un bosque que no existe nos induce a reconectar con la naturaleza.
Las semillas digitales como punto de partida

‘Semillas Digitales. Digital seeds’ es una instalación de arte generativo que precisa de nuestras manos para hacer crecer árboles digitales de diferentes especies y formas. Hugo Martínez-Tormo nos recuerda que seed, además de semilla, en el lenguaje de programación informática es el punto de partida para iniciar un programa o una aplicación.
El árbol es el comienzo del bosque y es en sí mismo un ecosistema que atrae la biodiversidad. Los vínculos entre los árboles y los humanos son ancestrales, y la interacción humana ha determinado tanto la vida como la muerte de los ecosistemas forestales. La intervención en la creación de este bosque digital nos mueve a pensar sobre nuestra responsabilidad en la restauración del equilibrio natural.
‘El bosque’ de Hugo Martínez-Tormo es un llamamiento a la movilización ecológica a partir de la simbiosis del arte, la ciencia y la tecnología. Como defendía Bruno Latour, “en lugar de modernizar, debemos ecologizar”, debemos movernos y conmovernos ante un planeta herido por las consecuencias de nuestras acciones.
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