Diego Balazs

#MAKMAArte
‘H O R S _’, de Diego Balazs
Galería T20
Victorio, 27, 30003 Murcia
Hasta el 3 de junio de 2023

Hola, ¿alguien podría decirme qué hubiera pasado si en lugar de haber decidido una cosa en lugar de otra, de emprender un camino en vez de otro, de tomar la cerveza aquí en lugar de allá, de enviar un mensaje o no enviarlo, de haber coincidido o no en la facultad? ¿Cuál habría sido nuestro destino de no haber coincidido en aquella inauguración, de no haber hecho una determinada residencia, de no haber participado en esa feria, o de exponer en otra ciudad en lugar de esta?

“La ocultación (la incertidumbre) incita a investigar y a buscar modos alternativos de juego”–dice Diego Balazs (Lima, Perú, 1996)–. Vacilar, por ejemplo, es lo que haría un caballo domesticado si, de pronto, se viera sin montura, en la pradera y en la tesitura de tomar decisiones por su cuenta.

Imaginar es un acto puro y sin limitaciones que solemos permitirnos diariamente, aunque, muchas de las veces, no trascienda ni se materialice en nada en particular. Casi como una ilusión en tanto que irreal a la vez que estimulante. Es un jugar por jugar. Un dejar que el juego sea lúdico por sí mismo sin necesidad de negociar, competir, engañar, eliminar, descalificar, manipular…

La mera existencia de vencedores y vencidos nos recuerda demasiado a relatos históricos hegemónicos sobre quiénes escriben e interpretan las reglas de un juego. Y es que, probablemente, jugar bajo ciertas condiciones y/o con un supuesto final (feliz) sea una de las acciones que nos exponga más socialmente hablando. Porque los juegos no son inocentes, nos retan y a través de ellos de ellos proyectamos una determinada imagen que no siempre podemos controlar.

El artista Diego Balazs junto a Carolina Parra y Nacho Ruiz, directores de la galería T20. Foto: Merche Medina.

¿Qué lleva a una persona decidir no jugar y qué, en un momento determinado, decidir entrar en juego? ¿Qué coste tiene no jugar? ¿Qué supone abandonar el juego antes de que termine y cómo afecta a los demás participantes? ¿Hay que jugar a lo que sea? ¿En función de qué eligen a los componentes de su equipo lxs respectivxs capitanxs? ¿Nos lo pasamos siempre bien jugando? ¿Lo importante es participar?

“Pienso en el sexo, donde somos distintas personas dependiendo de con quién nos acostemos”.Con esa y otras frases, Sonia Fernández Pan sorprende con EDIT, un texto rítmico y especialmente creativo que habla del baile, del bailar, del relacionarse con el cuerpo, de esa brecha entre lo académico y lo visceral que mueve tantas cosas.

El rodeo es también otro espectáculo, otro intento de doma, un círculo cerrado en el que un caballo aparece desbocado para ser sometido a pelo. Los puntos están ya trazados para ser unidos. Se sabe cómo terminará todo a pesar de la actitud del potro. Y es que en ‘H.O.R.S.E.’ hay mucha cintura pero, sobre todo, un compendio de giros, fintas y trucos no escritos y aparentemente absurdos.

Una suerte de intervención que sitúa al espectador frente a lo que da por hecho. Una sutil tensión entre lo que es y lo que debería ser en la que el público, de algún modo, se ve expuesto públicamente desde lo normativo del espacio privado. Como jugar con un balón de velcro e ir vestido con fieltro [tal y como Diego Balazs propone en ’36 propuestas de inhibición de juego’] . Un paso atrás para que el potro –desconcertado– se plantee, por un momento, dejar de tener lo que se entiende por sentido común, y se resitúe en la pradera. Un lugar en el que, probablemente, nunca estuvo antes. En realidad, un parque de atracciones perversamente atractivo.

Pero, ¿qué ocurre cuando el propio espacio está fuera de juego? ¿Cómo detectarlo? ¿Cómo jugar ahí? ¿Qué sucede con la intuición, el imaginario, la imitación y la limitación? Si hay que dejarse llevar sin perderse unx de vista, probablemente el espacio expositivo sea un buen terreno de juego para ponerse en esa tesitura. Veamos posibles alineaciones.

De entrada, se puede jugar en casa (siendo artista de la galería o habitual en ella) o en campo neutral. En ese caso, las expectativas deberían ser distintas, aunque sabemos que los locales a veces son tratados como visitantes. En cualquier caso, quien o quienes establecen el tablero de juego deben encargarse de que todo esté en condiciones para que los visitantes puedan moverse y jugar como toca.

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Ese “como toca” viene predeterminado por un comportamiento y unos movimientos que se le suponen al espectador en un cubo blanco. Raro es que el público no venga de parte de algún jugador. En ese sentido, le aclamará y vitoreará el día de la inauguración y se enorgullecerá luego en las redes sociales colgando historias con fotos o videos que lo documenten.

Lxs galeristas gestionan, arbitran de algún modo aunque jamás de manera parcial. Respecto a lxs curadorxs, deberíamos tomar más partido junto al resto de jugadores pues la curadoría “se autoconstruye éticamente por la directa relación de su ejercicio interpretativo y crítico con la alteridad (con el otro artista, con el otro público, con el otro colega, con el otro institución, con el otro Estado, con el otro patrocinante, etc.)” [Del libro ‘La cultura bajo acoso’, de María Elena Ramos (Artesano Editores. Caracas, 2012), comprado diez años más tarde en la Librería El Buscón del CC Las Mercedes. Caracas (VE)].

Porque la galería es un lugar en el que jugar posicionado. Limitado en aforo y con reserva del derecho de admisión, viene a ser hoy como un parque privado para el ocio en el que los límites se (neo)liberan como en cualquier otro espacio comercial y las personas –siempre cuerpos– deambulan bajo normas no escritas.

Hablando de cuerpos, ¿qué pasa con él cuando jugamos? ¿Qué relación tenemos con lo jugable? Me imagino al espectador (como en los primeros happenings) “como una especie de collage en el sentido de que se desplegaba por todo el interior, con la atención dividida entre varias acciones simultáneas, con los sentidos organizados y redistribuidos por una lógica que se transgredía concienzudamente” [Cita de ‘Dentro del cubo blanco. La ideología del espacio expositivo’, de Brian O’Doherty. Texto original de 1976. CENDEAC Ed.. Murcia, 2000]. Pero eso, aunque recomendable, sería mucho fantasear.

Diego sabe que jugar es como emborracharse. Ahí unx no puede fingir. Voluntariamente o no, acabamos formando parte de un paradójico sistema relacional (el del arte también lo es) que ignora la mayoría de las veces qué hay tras un balón pinchado.

Diego Balazs
El artista Diego Balazs en la galería T20. Foto: Merche Medina.

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