David Trashumante, Vociferio
#MAKMAEntrevistas | David Trashumante
Vociferio 2021 | ‘Ecopoesía’
Centre del Carme Cultura Contemporània, Sala Carme Teatre y streaming
Hasta el 28 de febrero de 2021

Vociferio 2021 programa en València, hasta el 28 de febrero y mediante streaming, su décima edición, tomando como eje central la ecopoesía. Tendrá lugar en el Centre del Carme Cultura Contemporània y la Sala Carme Teatre, contando además con la retransmisión en directo de todo el festival desde su canal de YouTube.

Hablamos con David Trashumante, gestor y coordinador del festival, sobre la ecopoesía como alternativa de resistencia, la importancia de acercarse a la infancia, la organización del mismo festival y de la poesía dentro de los circuitos escénicos.

¿Cómo ha sido organizar dos ediciones del festival en un espacio de tiempo tan corto?

Desde que yo entré, en 2014-2015, trabaja el mismo equipo y hay un sistema organizado. También contamos con la buena voluntad de los poetas intervinientes, que suelen ser especialmente eficientes y nos facilitan el trabajo. Todo el mundo pone de su parte. La experiencia, los diez años que lleva funcionando el festival, es un punto a favor. Vamos ampliando el festival y el equipo en la medida que crece, lo cual ayuda a repartir las tareas, y cada vez estamos más profesionalizados. Todo es posible gracias a esta política de gestión.

Vociferio, David Trashumante

Todo es posible, ¡incluso sacar dos ediciones de Vociferio en menos de dos meses! ¿Ya teníais claro que esta décima edición, el décimo aniversario del festival, iba a girar en torno a la ecopoesía?

Realmente, en esta edición hay una trampa: ya estaba prácticamente hecha. La programación tarda entre uno, dos, tres años en germinar. Llevo años observando líneas poéticas y haciendo investigación de campo. Este programa estaba cerrado desde enero de 2020, el de diciembre es el que se interpuso. Debido a la pandemia hubimos de cancelar la edición que ahora se celebra, pero finalmente pudimos terminar el año y tiramos de proyectos emergentes, además del homenaje al pueblo chileno, que iba a estar dentro de ‘Ecopoesía’ por su relación con la resistencia indígena.

Me consta que no es la primera vez que trabajas con la ecopoesía, también eres gestor del Festival de Ecopoesía Valle del Jerte. ¿Por qué esta fijación por la ecopoesía, un género tan poco sonado?

Para mí, ahora mismo, la ecología es una de las líneas dentro de la conciencia crítica que más me interesa, en concreto el ecofeminismo. Es una alternativa política, una línea de lucha, de estar en el mundo. Es una alternativa real que no busca la confrontación directa contra el sistema, sino una deserción.

Vamos a pedir, desde ya y sin pedir permiso, una alternativa, en vez de perder energía generando una confrontación directa y discutiendo. No digo que no tenga que haber vanguardia o primera línea ni defensa, por supuesto, pero es verdad que si no se construye una retaguardia, las damnificadas y damnificados, detenidas, apaleadas, no tendrán un sitio donde curarse cuando pase todo esto. Yo que he estado en primera línea, llega un momento donde necesitas seguir en el camino, pero de otra manera, y eso para mí es a través de la construcción y los cuidados.

¿Podría marcarse como una línea alternativa a la poesía más pop que vemos en las redes o en los estantes de superventas?

Totalmente. Marca una distancia absoluta. Hay que relativizar la importancia de uno mismo, y este tomar conciencia de lo otro está totalmente alejado de la conducta egomaníaca e indolente que desarrollan estos poetas a través de una poesía que se embarca en un espacio urbano, hedonista, y donde una pasión infantil les induce a lo cuantitativo y lo masivo. Para muchos en monetizar su trabajo y no cuestionar su entorno. Forman parte del engranaje.

La ecopoesía no comparte esto. Se encarga de resignificar lo insignificante, de lo cualitativo, de hacer válidos los afectos, los cuidados, de proteger la vida, lo diverso por pequeño que sea. Lo otro es un rodillo que apoya lo que genera masa, rebaño. La ecopoesía, en cambio, tiene individuos libres y animales libres, seres humanos dispuestos a defender todo esto.

En vuestro programa insistís en la necesidad de acercarse a las edades más tempranas para inculcar estos valores. ¿Cómo se hace esto con la poesía? ¿Cómo se puede adaptar el mensaje o la presentación para hacerlo más accesible?

No hay nada mejor que el juego con el lenguaje para que un niño decida entrar en ese espacio y sacar sus propias conclusiones. Las actividades que ha seleccionado Marina Díaz (coordinadora de Vociferio) no son propuestas pedagógicas con cuentos y moralejas, son propuestas de recitales para niños que se vertebran a través de la ecología, pero no intentan adoctrinar, sino que el niño ante la obra artística pueda sacar sus propias conclusiones. Es la manera verdaderamente eficaz de que pueda integrar en su personalidad la conciencia en la naturaleza.

València es una ciudad bastante prolífica en cuanto a festivales. Sin embargo, Vociferio parece ser el único festival de la ciudad centrado en la poesía y esta disciplina tampoco suele aparecer en la programación de los otros festivales. ¿Consideras que es un campo que está por explotar o que está infravalorado dentro de los circuitos?

Nosotros tenemos nuestro propio circuito estatal de festivales de poesía. Considero que se está creando una escena real, estamos empezando a permear, muy lentamente, porque hace falta más voluntad política y más apoyo, aunque nosotros no nos podemos quejar para nada.

Tenemos comprobado que en aquellas ciudades donde realmente se apuesta por tener un festival de referencia e internacional, la ciudad empieza a moverse en torno a la poesía. Existe cierto desconocimiento por parte de programadores de otras disciplinas, aunque siempre hay algún guiño en los festivales, porque la poesía expandida está ya un poco dentro de las artes escénicas. Yo auguro que siguiendo esta línea iremos calando en la gente.

En Vociferio, quien viene descubre algo que no sabía que existía y repiten.

David Trashumante, Vociferio
David Trashumante. Fotografía cortesía del autor.

Elsa Moreno