Cracker en concierto
Sábado 5 de diciembre de 2015
Loco Club de Valencia
Calle Erudito Orellana nº 12
La esperada gira del grupo californiano Cracker por toda España está resultando un éxito a tenor de lo que nos han contado o hemos leído de su paso por Vigo, Gijón, Santander, Vitoria, Sevilla, Madrid y Barcelona.
A fecha de hoy todavía quedan 4 citas , hoy 3 de diciembre en Zaragoza (Las Armas), 4 de diciembre en Murcia (12 y Medio Club), 5 de diciembre en Valencia (Loco Club) y 12 de diciembre en Bilbao (dentro del Fever Festival Wop) para confirmar definitivamente una vez más algo que no creo que se debiera dudar. Y es que nos hallamos ante una de las bandas más brillantes (si no la que más) de los últimos 25 años de la historia del rock. Se dice pronto. Por supuesto en dura pugna con nombres como Jayhawks, Black Crowes, Teenage Fanclub o Redd Kross entre algunos pocos otros más, aunque yo quizás me decantaría por los californianos debido a que en ellos se compagina mucha calidad, mucha cantidad y sobradísima regularidad en todo su legado discográfico. Si además tenemos en cuenta que sus directos son brillantes y demoledores los motivos para tener en un altar a esta banda de rock se incrementan considerablemente.
Hagamos un poquillo de historia con Cracker. Entre 1985 y 1989 David Lowery lideró una de las bandas alternativas más interesantes de aquella década con un sonido independiente que oscilaba entre el folk y el rock experimental por definirlo de algún modo.
A principios de los años noventa el mencionado David Lowery se junta con un tal Johnny Hickman, guitarrista de San Benardino en California, y ambos fundan Cracker. Con el acojonante debut discográfico de 1992, el de la lata de sardinas, sorprenden a propios y extraños gracias a un espectacular cóctel de rock alternativo, country rock de raíces, roots rock y matices psicodélicos o de punk-rock.
No tardaría en publicarse su segunda obra maestra consecutiva, un año después “Kerosene hat”, quizás el disco que obtuvo mayor popularidad gracias a cortes como “Low” o “Euro-trash girl”. La brillante década noventera para Cracker se completaría con dos trabajos más, “The golden age” en 1996, un disco por el que siento especial devoción gracias al contraste de brillantes e intensas baladas junto otros cortes más cañeros con influencias del rock alternativo más en boga en aquellos momentos, y “Gentleman’s blues”, un dignísimo trabajo que no contenía ningún hit concreto pero que rezumaba homogeneidad.
En la década 00 del nuevo siglo XXI los Cracker comenzaron con dos buenos discos que no obtuvieron excesiva repercusión, el “Forever” del 2002 y el disco de versiones (Hank Williams Jr., Bruce Springsteen, Dwight Yoakam,…) titulado “Countrysides”. En el 2006 y 2009 verían respectivamente la luz “Greenland” y “Sunrise in the land of milk and honey” dos magníficos discos en los que el dúo Lowery/Hickman y el resto de acompañantes demostaron que eran un grupo honesto, de largo recorrido y a tener siempre en cuenta.
El tiempo comenzó a pasar rápido sin ninguna nueva alegría en estudio para los que siempre nos hemos declarado imperecederos fans de esta banda de rock. Por fortuna una brisa campestre como regalito pre-navideño trajo consigo un nuevo galletazo de los californianos a finales del pasado 2014. Así, a primera vista “Berkeley to Bakersfield” no parecía estar a la altura de sus mejores obras. Error, este doble álbum con marcado carácter conceptual crece y crece con ese retorno a lugares, vivencias y sensaciones californianas de los dos compositores antes citados. Un inmenso disco, de lo mejorcito de la pasada añada, al que el que suscribe dedicó unas líneas publicando un artículo en esta Revista Makma (véase enlace pinchando «De ruta por California con Cracker«).
Y es ahora, casi un año después de que viera la luz, cuando estamos dispuestos a disfrutarlo como plato fuerte de una gira que raro será el privilegiado al que defraude. Es el momento de crackerizarse. Apuesto porque el tiempo y la historia pondrá su nombre en el sitio que merece, como el mejor grupo de rock de los últimos 25 años, ¿y por qué no?
JJ Mestre