Cielos. TEM

#MAKMAEscena
‘Cielos’, de Wajdi Mouawad
Dirección y traducción: Sergio Peris-Mencheta
Con Marta Belmonte, Patxi Freytez, Álvaro Monje, Pedro Rubio y Javier Tolosa, entre otros
Teatre el Musical (TEM)
Plaza del Rosario 3, València
Sábado 2 de marzo de 2024

“Nos escucháis, pero no entendéis nada”, advierte la voz en off que abre la puesta en escena de la aclamada ‘Cielos’, del escritor libanés Wajdi Mouawad. Esta voz, reincidente a lo largo de toda la obra, nos acompañará para hacernos saber que la venganza está a punto de producirse, y que las vidas de todos corren peligro.

El pasado sábado 2 de marzo, el Teatre el Musical (TEM) de València abría sus puertas con la excepcional obra de Mouawad. Una puesta en escena de la mano de Sergio Peris-Mencheta, quien descubrió ‘Cielos’ en 2014, cuando asistió a una de las representaciones que Oriol Broggi dirigió en el Teatre La Biblioteca de Barcelona.

Entre la ansiedad y la incertidumbre, la poesía y las matemáticas, la frialdad y la fraternidad, Mouawad teje en ‘Cielos’ el broche final para su tetralogía ‘La sangre de las promesas’, precedida por ‘Litoral’ –llevada al cine por el propio autor– , ‘Incendios’ –que consiguió una nominación en los Óscar de 2010 con la adaptación de Denis Villeneuve– y ‘Bosques’. El resultado, marcado por la tragedia, conduce al espectador a momentos de máxima tensión.

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El thriller nos cuenta la historia de “seis personajes encerrados por voluntad propia en un lugar de alta seguridad”, según indicó su autor, elegidos para impedir un atentado terrorista a escala mundial, y para ello apartados de familias que desconocen su misión. Los criptógrafos, traductores e investigadores partirán de una premisa: ¿por qué se suicidó Valéry?, clave para acceder a pistas que les permitirán entender el objetivo, magnitud y motivaciones del atentado.

Como en ‘Litoral’, ‘Incendios’ y ‘Bosques’, despunta en ‘Cielos’ la temática de guerra, en este caso llevada a nuestra más reciente actualidad. Mouawad nos invita, en ella, a penetrar en el interior de los hijos enfurecidos, en todos aquellos hijos devorados por sus padres en vidas y guerras anteriores. Es esta, pues, una historia de venganza, de destrucción de recuerdos que, aunque pasados, siguen vivos en los conflictos bélicos actuales.

Todo ello toca de cerca al autor, Wajdi Mouawad, nacido en el Líbano en 1968 y emigrado a Francia huyendo de la guerra civil. A su ‘Cielos’ hace justicia la dirección de Peris-Mencheta, generando conflicto dentro del espectador con el uso de la voz en off –que nos recuerda que queda poco tiempo– asediando las vidas, perturbadas y desgastadas, de los protagonistas.

A ello se añade la escenografía de Alessio Meloni y la iluminación trabajada por David Picazo, que captan a la perfección la sensación de angustia, ansiedad y claustrofobia transmitidas en la historia. Se apunta directamente con haces de luz a un público que se siente encogido, como si se encontrase, después de muchos meses, en el mismo búnker que los protagonistas; y que con ello empatiza con los diferentes relatos que provienen de las celdas. Todos, menos uno, tienen un pasado, recuerdos que les persiguen o presentes que se tornarán violentos en cualquier momento.

El final tétrico de ‘Cielos’ recoge el de las obras anteriores para darnos una solución, siempre incómoda. Sin olvidar los temas de identidad, memoria y tristeza sobre los que versaban las tres obras precedentes, reflejadas en personajes como Wilfrid (‘Litoral’) o el propio Valéry de ‘Cielos’, Mouawad no nos deja escapatoria esta vez: el presente está en peligro… y en nuestras manos.

Es así como el autor vuelve de nuevo a la tragedia clásica, traída al mundo contemporáneo, añadiendo una esfera ulterior: la simbología cristiana. Y es que el foco se pone sobre Saturno, pero también sobre Abraham, para demostrar que a Isaac le sobran los motivos para llevar a cabo su venganza, y así nos lo recuerda la voz en off: “La juventud ha acabado para vosotros, llorad”. Es una venganza-destrucción que, contra todo pronóstico, puede venir de la mano de la poesía y de la belleza.

Por encima de todo, ‘Cielos’ es un laberinto de pasado y memoria, como sus precedentes, pero también del más crudo presente, que nos respira en la nuca y que quiere borrar el dolor. Es un toque de atención, no solo a los jóvenes, cansados y enfurecidos, sino a toda la sociedad: “Siento que estos actos reivindicativos, todos ejecutados por gente joven, no son únicamente producto de una planificación medida en torno a resultar más visibles en un presente que, de otro modo, nunca escucharía sus demandas”, afirmaba Peris-Mencheta con relación a ‘Cielos’.

Saliendo de la sala, el espectador comprenderá que esta obra nos habla de un presente en el que, para recuperar lo perdido y alertar del dolor no escuchado, es el hijo el que devorará al padre, y nada se lo podrá impedir –ni tan solo este último–. Y, como toda tragedia griega, ello tendrá un efecto pedagógico en el espectador, que deberá elegir entre mejorar como padre o devorar como hijo, pues nunca la paz pudo saber más a sangre y revolución.