#MAKMAArte
‘Erguidas, yacentes’, de Chiara Camoni
Museo Patio Herreriano
Jorge Guillén 6, Valladolid
Hasta el 8 de marzo de 2026
La sugestiva y sorprendente obra de la escultora italiana Chiara Camoni se presenta por primera vez en España de la mano del Museo Patio Herreriano de Valladolid. Bajo el título ‘Erguidas, yacentes’, la muestra monográfica permite ver una veintena de sus obras en dos salas contiguas. Una de ellas, la Capilla de los Condes de Fuensaldaña, el espacio más singular del museo.
Se trata de piezas elaboradas con elementos extraídos de la naturaleza y de la realidad física que la rodea y a las que luego Camoni da forma en direcciones muy diversas. La verticalidad de la sala dedicada a las ‘Columnas’ apuntan hacia una presencia de lo vegetal en lo antropomórfico, mientras que las obras situadas en la sala 9, aparte de moverse más en la horizontalidad, se mueven en un terreno más arquitectónico o escenográfico.
“Mi relación con la naturaleza no es una idea abstracta, es algo integrado en mi vida diaria. Vivo en Fabbiano, un pequeño pueblo de la Toscana, rodeada de vegetación. Lo primero que encuentro al salir de mi casa es el bosque”, explicó la artista a MAKMA tras la inauguración de la exposición.
“Muchos de los materiales presentes en esta exposición proceden de allí. Yo solo los recogí y los organicé de forma diferente”, añade. “Estoy convencida de que todos los sonidos, todos los materiales y todos los colores de la naturaleza de mi entorno pueden tener cabida en mis obras. Podemos conectar con el mundo que nos rodea si somos capaces de dejar algunas puertas abiertas”.

La preocupación de la artista por vincularse con el espacio es tan importante para ella que, cuando se desplazó a Valladolid para los preparativos de la muestra, se llevó varios sacos de tierra de la playa de Las Moreras, que ha utilizado para algunas de las obras que ha creado ex profeso para la exposición del Patio Herreriano.
Una de ellas, la odalisca situada en el centro de la sala 9. “Es un gesto poético de alguien que trabaja mucho la conexión de sus obras con el lugar que las va a albergar”, asegura el director del museo, Javier Hontoria. “Sabe leer muy bien el espacio”.
La relación de Camoni con la naturaleza no es, sin embargo, idealizada ni participa de las edulcoraciones del modelo Disney. “La naturaleza es ambivalente. No tiene nada que ver con esas dulces mascotas que se pueden ver en Instagram. Puede ser muy dramática y aterradora. Si quieres tener una verdadera relación con la naturaleza tienes que estar en contacto con los dos lados”.
Una de las peculiaridades del método de trabajo de la escultora italiana es que se inserta en un modo de vida comunitario que no separa radicalmente el arte de la existencia, como es habitual, sino que hace que ambos convivan en el mismo espacio. Vive con su familia y con su equipo, que es también parte de su familia, sobre todo mujeres.
En ese espacio, que practica una “militancia de lo común”, los niños pueden corretear al lado de los artistas, provocando incluso efectos que luego se incorporan a la obra final. Porque, para Camoni, no hay un resultado preconcebido que se deba alcanzar, sino un proceso flexible en el que la obra se va haciendo ante sus ojos y entre sus manos.
“No trabajo en un estudio aislado o neutral. Mi estudio está en mi hogar, en mi jardín, y trabajo allí con otras personas, en un contexto un tanto caótico y vivo. No es un estudio aislado o neutral”, explica la escultora italiana. “Dejo que el proceso me guíe en una especie de diálogo, o danza, con los materiales. Es verdad que tengo una serie de intuiciones al comienzo, pero no voy rígidamente hacia ellas. Me gusta la idea de que los materiales pueden sorprenderme durante la elaboración”.
“Puedo estar modelando la arcilla con un propósito, pero, si confío en el proceso, debo estar atenta y abierta a cambiar el camino, a dejar que el material me hable”, añade. “Por ejemplo, si estoy modelando un animal y una pieza se cae, quizás eso me indique que en realidad estoy haciendo otra cosa diferente”.

Quizás por ello, la obra de Camoni se mueve en climas diversos que oscilan entre la austeridad y la exuberancia. En su obra se percibe una gran ambivalencia, pues apela a lo humano, a lo animal, a lo arquitectónico, a lo natural… Todo cabe en un universo que a menudo apunta hacia lo ancestral, lo que nos ancla en las raíces poderosas de nuestra historia. De ahí que en sus obras sea posible detectar el aire de las culturas prehelénicas, pero también de Roma, o del manierismo o el barroco.
Camoni eligió la escultura como vía de expresión artística “porque está muy relacionada con nuestro cuerpo, con nuestra vida diaria; tiene peso, temperatura, puedes tocarla… Por oposición a la pintura, que es muy abstracta, es algo encerrado en un perímetro”.
De sus palabras no debe deducirse un desdén hacia lo pictórico, sino una preferencia personal. “Me encanta la pintura, pero me expreso mejor con la escultura porque puedo tocarla del mismo modo que toco en mi vida diaria los objetos que hay en mi mesa”, explica la artista italiana.
La creadora confía en ser capaz de “aportar algo de esperanza” con sus obras, pero reniega de cualquier idea de misión o de mensaje claro. “Creo en la ambigüedad del arte y de la naturaleza en general”, explica.
Pero también cree en la ambición creativa y en el propósito de “buscar una buena obra de arte”, porque la creación que merece la pena no se alcanza sin esfuerzo ni empeño. “Una obra de arte no es algo que puedas resolver rápidamente. Tienes que tomarte tu tiempo, y asumir que nada resolverá tus dudas, que todo lo que hagas te llevará a nuevas dudas”.

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