#MAKMAArte
‘Sesión doble / Doble feature’
Chema López y Santiago Ydáñez
Fundación Chirivella Soriano
Palau Joan de Valeriola
Valeriola 13, València
Del 29 de noviembre de 2025 al 1 de marzo de 2026
Dice Georges Bataille, en ‘El erotismo’: “La santa, llena de pavor, aparta la vista del voluptuoso: ignora la unidad que existe entre las pasiones inconfesables de éste y las suyas”, para después confesar que él lo que hace es situarse “en un punto de vista desde el que percibo estas posibilidades, que son opuestas, en concierto”.
‘Sesión doble / Doble feature’, exposición en la Fundación Chirivella Soriano que pone en diálogo a Chema López y Santiago Ydáñez, viene a seguir el camino apuntado por Bataille, de manera que las obras de ambos artistas –sin duda diferentes– mantengan esa unidad de criterio en torno a ciertas pasiones encontradas en el umbral de lo indecible. Esto es, en el umbral de aquello que el rostro acoge como frontera entre lo vivo y lo muerto.
“Son estéticamente compatibles por el uso frecuente en ambos del blanco y negro, y por los gestos y emociones de los rostros”, así como por la “búsqueda de cierta trascendencia”, destacó Manuel Chirivella, presidente de la Fundación Chirivella Soriano en cuyo Palau de Valeriola se muestra el conjunto de piezas ligadas por esa doble visión concitada en rostros y cuerpos transidos de una emoción (in)contenible.

Como recordó Chema López, esa “doble sesión” del título “remite al cine, pero también a la imagen superpuesta; a la representación de la ausencia, al doble”. Y el doble, en su caso, alude al rostro desencajado por efecto de cierto barrido en la imagen, o por la simple expresión de quien estando presente parece, efectivamente, ausente.
En el caso de Santiago Ydáñez, los rostros objeto de su pintura se mueven entre el exceso de ciertas miradas vaciadas, en cuyas cuencas de los ojos se adivina la muerte, y el exceso de quien mira más allá de lo estrictamente visible, ¿quizás en busca de la trascendencia apuntada por Manuel Chirivella o simplemente atraídas por aquello de lo que no pueden dar crédito?
De manera que Chema López y Santiago Ydáñez mantienen un cara a cara, un cuerpo a cuerpo, con todo aquello que, como artistas de sólida convicción, no saben a ciencia cierta explicar. Por eso se colocan ellos mismos delante de lo representado como se coloca el espectador sobrecogido por las huellas que el tiempo va dejando en esos rostros y esos cuerpos revelados.
“Su factura es más metódica, mientras que la mía es más primitiva, más ancestral y de gran intensidad física”, dirá Ydáñez de López, quien destaca de aquél una pintura “que está en la superficie, mientras la mía es más pantalla; está detrás”. Sea como fuere, lo cierto es que ambos encuentran en el rostro la materia misma de esa vida escindida entre el fulgor de la existencia y su voluptuosa deriva hacia el abismo.
La “doble función” (doble feature) bien pudiera señalar el estatuto mismo de la función, en el sentido de representación necesaria para contener tanta energía acumulada por efecto de la pasión, como su opuesta presencia de lo real en forma de rostros abismados o a punto de abismarse por defunción última.

Fijémonos, por ejemplo, en el rostro de Lola Gaos, la Martina de ‘Furtivos’ (José Luis Borau), película de la que se cumplen 50 años. Chema López se hace cargo de ella componiendo un rostro que nos mira a los ojos como si la vida no fuera ya con ella, o estuviera de vuelta una vez atravesado aquel “reino de sombras” aludido por Gorki. Un reino que Chema López pinta a modo de fondo entre calórico y frío; volcánico y espectral.
Junto a ella, por oposición, en el cartel que sirve de entrada a la muestra, Santiago Ydáñez nos sumerge en ese otro rostro, en gran primer plano, caracterizado como pura máscara blanquecina de la que resaltan unos intensos ojos negros. Un blanco y negro de primera para expresar ese pulso entre la vida y la muerte: como ese Frankenstein que, en otra de las obras de Ydáñez, “se funde con el paisaje blanco”, según apuntara el propio artista.

En este sentido, cabe traer a colación lo señalado por el escritor Dominique de Villepin, al contar cómo babía un gran poeta, Dotremont, que tuvo una tuberculosis y a medida que avanzaba la enfermedad en sus pulmones, él avanzaba hacia el norte, hasta que terminó su vida en Laponia. “Había en él un deseo de dirigirse a lo blanco mientras crecía la marca negra en sus pulmones”, concluye.
En la obra de Chema López y Santiago Ydáñez diríase que se van entreverando esas idas y venidas de lo blanco a lo negro y viceversa. ‘Sesión doble’, sin duda, por cuanto se produce esa doblez entre lo bello y lo siniestro; cuadros de una gran belleza plástica que, al tiempo que conmueven, provocan en el espectador la inquietud de quien se halla sobrecogido por el misterio de lo incognoscible.
Como señaló el propio Chema López hay, en el conjunto expositivo, “un tono de vanitas, de paso del tiempo”. De hecho, hay obras relacionadas con cierto pasado –de la historia del arte, de la historia misma– entrelazadas con las propiamente impresas en los rostros, a modo de huellas indelebles de ese tiempo erosionante. ‘Sesión doble’ es, por tanto, una exposición que recoge diversas existencias mediante un fascinante conjunto de vívidas representaciones sombrías. El amor y la muerte fundiéndose en un turbador y cálido abrazo.

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