Byung-Chul Han

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Byung-Chul Han
Premio Princesa de Comunicación y Humanidades 2025
Fundación Princesa de Asturias

Byung-Chul Han, arquitecto y jardinero del alma

Cuando Byung-Chul Han (Seúl, República de Corea, 1959) escuchó por primera vez a Johann Sebastian Bach en la radio, se sintió alemán. Su sueño era estudiar Literatura, pero no se atrevió a contravenir los deseos familiares y se licenció en Metalurgia.

Al finalizar la carrera, decidió que no iba a posponer por más tiempo sus aspiraciones. Mintió a sus padres diciendo que iba a continuar sus estudios metalúrgicos y se trasladó a Alemania, sin conocimientos del idioma ni de filosofía. La mentira le llevó al país que considera su hogar espiritual, desde donde busca la verdad y ofrecer claridad ante la confusión del mundo contemporáneo.

Estudió Literatura Alemana y Teología en la Universidad de Munich y Filosofía en la Universidad de Friburgo, donde se doctoró con una tesis sobre Martin Heidegger. Ha ejercido la docencia en Filosofía en las Universidad de Basilea, en Filosofía y Nuevos Medios en la Escuela Superior de Karlsruhe, junto a Peter Sloterdijk, y en Filosofía y Estudios Culturales en la Universidad de las Artes de Berlín.

Es un autor prolífico, traducido a multitud de idiomas. La mayoría de sus libros han sido publicados en castellano por Herder Editorial. Raimund Herder coincidió con Byung-Chul Han en la Universidad de Friburgo en 1988 y le recuerda como un estudiante vehemente que formulaba muchas preguntas.

Su editor en España destaca que escribe en alemán, idioma que aprendió de adulto y través del estudio de los filósofos. Por este motivo, su estilo literario, con frases cortas y de fácil comprensión, se construye con un lenguaje filosófico más distante y menos subjetivo.

Byung-Chul. Premio Princesa de Comunicación y Humanidades 2025. Fundación Princesa de Asturias
Byung-Chul Han durante un instante de la rueda prensa. Foto: Iván Martínez, cortesía de la FPA.
“Yo me demoro en el silencio”

Byung-Chul Han está en Oviedo para recoger el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025, concedido por su “por su brillantez para interpretar los retos de la sociedad tecnológica”. El jurado elogió su talento para la comunicación de ideas novedosas nacidas del compendio de las tradiciones filosóficas occidentales y orientales; ideas que han obtenido gran repercusión.

El pensador confesó que es la primera vez que da una rueda de prensa porque es un género que no le va, tampoco habla en público y no suele dar conferencias: “Yo me demoro en el silencio”. Pero ahora reconoce con humor que “está dispuesto a participar en algo que va en contra de sus principios” en agradecimiento a la prensa española, que tanto ha contribuido a la buena acogida de sus libros y sus ideas en España.

Y sus palabras brotaron, lúcidas y ordenadas, para exponernos lo que le ocupa y lo que le preocupa, que es el marco de las reflexiones que plasma sobre el papel.

Nos contó que acaba de finalizar un libro sobre el respeto. Byung-Chul Han piensa que vivimos en un universo en el que no respetamos ni aceptamos las opiniones diferentes y, sin embargo, el respeto es el aglutinante de la sociedad. Cree que la democracia se basa en el respeto y, si este desaparece, la democracia está en grave peligro.

Está preparando también un libro dedicado a la adicción, dando fin a la serie de escritos críticos con la sociedad que comenzó con ‘La sociedad del cansancio’. Nos dice que, aunque pensamos que somos libres, caemos de una adicción a otra: el consumo, el trabajo, la información, el juego o las redes sociales.

Una libertad llena de vacíos

En este sentido, le inquieta la crisis de las democracias liberales. Entiende que el liberalismo en sí es bueno, pero su debilidad radica en la incapacidad de generar símbolos. La falta de valores, ideales y objetivos nobles “no llena los espacios vacíos” y las instituciones tradicionales como la religión o la cultura se están erosionando. “La libertad sin valores ni significado se convierte en una quimera”.

Piensa que nuestra sociedad está desorientada y el consumo y las redes sociales no la orientan. Solo son “estímulos fugaces” que no crean significados u objetivos y no generan comunidad. El algoritmo no nos proporciona conocimiento. Formamos parte de “tribus digitales”, vivimos encerrados en una burbuja que nos sugiere una realidad, pero no existe una realidad común y así es imposible que se resuelvan los problemas compartidos.

Cita a Tocqueville haciendo referencia a los “hábitos del corazón”, a las costumbres y virtudes ciudadanas que dan sentido a la democracia. La responsabilidad, la confianza y, sobre todo, el respeto articulan la comunidad y, si desaparecen, la democracia se llena de rituales vacíos.

Otra de sus preocupaciones es la competencia sin límites del neoliberalismo, que trae consigo un reparto no equitativo de la riqueza. Defiende que el miedo a la pérdida de la posición social se convierte en un caldo de cultivo del populismo. La crisis del liberalismo conduce a la toma del poder de la autocracia, una tendencia que observa que se está extendiendo en todo el mundo.

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Soluciones filosóficas ante el ocaso de la cultura

Ante la pregunta de si existe la esperanza, sostiene que la solución vendrá de mano de la filosofía, pero ve con preocupación que no se está reflexionando sobre estos temas. Las universidades, antes llenas de grandes figuras del pensamiento que impartían conocimiento, se han convertido en empresas neoliberales. Una especie de “altares del desempeño” donde los catedráticos son vendedores y los alumnos clientes que les evalúan. Estamos ante “el ocaso de la cultura” y Byung-Chul Han siente que su obligación es poner de manifiesto esta situación.

Nos recuerda que las obras filosóficas no son manuales, no pretenden aconsejar, pero es la filosofía quien construye las “arquitecturas del alma”; quien nos da la estructura, forma y el contenido para no perdernos en una sociedad desbordada de información y consumo.

Nos advierte que se ha abandonado el orden vertical, ese cielo estrellado e inmutable del que hablaba Emmanuel Kant en ‘Crítica de la razón práctica’ y que lo hemos sustituido por un orden horizontal sin jerarquías, sin imposiciones o prohibiciones, que promete más libertad, pero solo se trata de una ilusión. Cree que nuestra sociedad está desconcertada y necesita volver a tener referentes, modelos a los que imitar.

“La sociedad digital está perdiendo el uso de las manos”. Ilustración de Amanda Pires (Argi Arte).
“Sin manos no hay revolución”

Los influencers venden objetos, pero no nos ofrecen ordenación ni orientación. El neoliberalismo y el capitalismo tardío han convertido al ser humano en “ganado”, en un animal laborans que se estabula y no se rebela porque recibe “su alimento” en forma de información y consumo.

Byung-Chul Han nos alerta de que la “sociedad digital está perdiendo el uso de las manos”, que han sido sustituidas por los dedos que se deslizan en las pantallas. Y sin manos no hay acción, handlung, no hay revolución. Debemos reaprender a utilizarlas porque todo lo que conforma la vida real está en las manos; y, como afirmaba Martin Heidegger, pensar es handwerk, trabajo manual.

Han considera que los pensadores son trabajadores manuales que necesitan cultivar un jardín. Nos cuenta que el suyo está a las afueras de Berlin y que florece durante todo el año. Cada día trabaja en el jardín y después se sienta a tocar el piano. Le llama la atención que al piano de cola en alemán se le denomina frügel, palabra que se puede traducir como alas y, para él, el piano es un instrumento que le eleva para pensar.

Tiene dos pianos. Unas veces interpreta a su querido Bach en el Steinway y otras en el Fazioli. Parece una metáfora de su obra filosófica: un contrapunto de ideas que combinan la tradición y la modernidad para construir una arquitectura impecable y expresiva.

Byung-Chul Han
Byung-Chul Han, Premio Princesa de Comunicación y Humanidades 2025. Ilustración de Amanda Pires (Argi Arte).