Arvine

#MAKMAEscena
‘Arraigo’, de Arvine Danza
Dirección artística y coreográfica: Nereida Garrote, Elysa López y Lara Simón
Bailarinas: Nereida Garrote, Elysa López y Lara Simón
Bailarines: Daniel Escolar, Adrián Ávila y Jorge Morera
Teatro Calderón de la Barca
Angustias 1, Valladolid
20 de septiembre de 2025

Un abarrotado Teatro Calderón de la Barca recibió con una cerrada y prolongada ovación el estreno de ‘Arraigo’, la más ambiciosa producción de Arvine Danza. La compañía vallisoletana jugaba en casa, es verdad, pero la intensidad de los aplausos acredita que su propuesta, la más sofisticada de las que han creado hasta la fecha, logró conectar, seducir y emocionar.

‘Arraigo’ es la quinta propuesta de esta compañía de danza española, la única profesional de Castilla y León, creada en 2016 por cuatro bailarinas salidas de la Escuela de Danza de la comunidad. Años después, el equipo original se vería reducido a las tres integrantes actuales: Nereida Garrote, Elysa López y Lara Simón, que se encargan de las coreografías y el baile y que, para este proyecto, han incorporado por primera vez a tres bailarines madrileños (Daniel Escolar, Adrián Ávila y Jorge Morera).

“Es la primera vez que trabajamos con hombres, pero en este proyecto era muy importante porque las coreografías requerían un cuerpo de baile mayor”, explica Elysa López. Y, además, cabría añadir que el juego entre hombres y mujeres es uno de los rasgos esenciales y más característicos de los bailes tradicionales.

La idea de ‘Arraigo’ fue la primera que concibieron las bailarinas vallisoletanas, aunque ha tardado casi una década en hacerse realidad. Coherentes con el título de su espectáculo, apostaron desde el principio por permanecer en Castilla y León, con una notable tradición dancística en el pasado (ahí están los nombres de Marienma o Vicente Escudero), pero no tanto en el presente. Aun así, se resistieron a sucumbir a la tentación de dejar su hogar en busca de un futuro mejor en lugares más prometedores.

Arvine Danza. Arraigo
Escena de ‘Arraigo’, de Arvine Danza. Imagen cortesía de la compañía.

“Identidad es arraigo, tener raíces. Saber que perteneces a un lugar que puedes considerar tu casa; que es lo que nos llevó a nosotras a quedarnos en Valladolid, en una ciudad donde apenas había danza”. La portavoz de Arvine resalta que la identidad es un concepto “abierto y complejo” que no excluye el aprecio por lo ajeno.

“Me encanta viajar y conocer otras culturas, pero tener una raíz propia me permite aportar cuando voy a otras partes”. En su espectáculo, expresamente se defiende la mezcla, citando palabras del dulzainero segoviano Agapito Marazuela: “Somos mezcla, mejunje. No existe camino que no haya sido pisado”.

Hoy, sin embargo, “existe una sensación de pérdida de raíces” que Elysa López vincula con el abandono del mundo rural y la concentración de la población en grandes ciudades. “Los pueblos se despueblan, pero es de ahí de donde venimos todos”.

‘Arraigo’ se articula a partir de elementos escenográficos mínimos, pero muy bien hilvanados por una iluminación que da cuerpo y calidez a un escenario en el que, a menudo, sólo están los bailarines, una red –evocadora de las culturas marinas, pero también de los lazos sociales y personales–, una gran capa inicial y pocos más elementos, más allá del vestuario o de instrumentos musicales, como los palos del paloteo o las castañuelas.

La coreografía es muy visual y física, y, aunque conmueve en sus momentos más líricos, alcanza su mayor conexión emocional en los temas más rítmicos, en los que parece que la pura vida se abre camino a través del entusiasmo de las bailarinas y de una especie de grito de guerra, o de vida, con el que se lanzan a la gran fiesta del encuentro con el otro a través del baile. “El folclore es disfrutón”, admite Elysa López. Y ese disfrute toma cuerpo en escena de forma más que nítida y dinámica.

“Son nuestras raíces, nuestro ADN, no podemos bailar sin conocer de dónde venimos, o sin saber las letras tradicionales que cantaban nuestras abuelas. No puedes dejar de beber de esa fuente”. Y esa sed no afecta sólo a las bailarinas de ArvineDanza, sino también al público, que reconoce una vitalidad casi salvífica en unos bailes tradicionales que hoy cuesta ver.

Al menos, en una versión escénica tan elaborada como la que ‘Arraigo’ propone. “Llevar el folclore a un escenario plantea desafíos. Es una música pensada para la calle y en un teatro hay que aportarle una connotación escénica que de por sí no tiene. Hay que darle un contexto”. De ahí la importancia de la luz, y también de la música.

El espectáculo se entronca en esa línea del neofolk que buscar mantener y recuperar la tradición, pero desde enfoques y perspectivas nuevas. Se trata de buscar nuevos públicos de un modo que no espante a los viejos.

Y la propuesta de ‘Arraigo’, con temas musicales interpretados por Niño de Elche, Las Migas, Suakai, Kepa Junkera, Isaac Muñoz, María Salgado, Karmento, Rozalén, Rodrigo Cuevas, Carlos Núñez o el Naán, ofrece justamente esas sonoridades nuevas sobre odres viejos que marida a la perfección con la belleza plástica de unas coreografías que también se mueven en esa línea entre respeto e innovación.

Arvine Danza. Arraigo
Escena de ‘Arraigo’, de Arvine Danza. Imagen cortesía de la compañía.

“Hemos buscado una sonoridad distinta que ayude a tender un puente entre generaciones, entre la gente mayor, que reconoce lo que está sonando, y un público más joven que quizás piensa en el folclore como en algo casposo y ajeno a su forma de sentir”, explica Elysa López. “Queremos reivindicar nuestros ritos, ritmos y costumbres, los ritmos de Castilla. Debemos volver a eso para reconocer nuestra identidad. Otras regiones lo tienen más claro”.

Esa vocación reivindicativa lleva a Arvine Danza a tomar una decisión osada: rompiendo con las tradiciones no escritas de este tipo de espectáculos, arranca con el flamenco (que suele reservarse para el final), con palos como la farruca y la bulería, y cierra con una exhibición de paloteo castellano “que nos parece que es un cierre no menos excelente”.

Entre medidas, un viaje de 17 piezas distintas agrupadas en cinco bloques geográficos (Andalucía, País Vasco, La Mancha-Aragón, Galicia y Castilla) con ritmos como el aurresku, el fandango vasco, las jotas manchega y aragonesa, alalás, muñeiras o el charro y el paloteo castellano. Un viaje musical y corporal que es, sobre todo, un viaje vital y un reencuentro con el cuerpo. Con un destino final: el gozo y la alegría.