#MAKMALibros
‘Mundos Por Venir’
Acción Cultural del Vicerrectorado de Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad
Universitat Politècnica de València (UPV)
Coordinado por Miguel Ángel Baixauli
Tercer encuentro. ‘Arqueologías del porvenir’
26 de noviembre de 2022

En estos tiempos tan convulsos, se gestan espacios donde poder pensarnos desde todos los planos temporales (pasado, presente y futuro) para que ese porvenir, que parece tan inmediato, no nos pille por sorpresa. ‘Mundos Por Venir’ traza distintas líneas de reflexión para abarcar los conflictos contemporáneos en vistas de un futuro, en parte, incierto, pero previsiblemente complejo. El futuro siempre nos queda grande. Suerte que aún no tenemos acceso a los viajes temporales porque saldríamos aterrorizados.

Desde mediados de septiembre se vienen reuniendo profesionales de distintos campos para abrir estas reflexiones. ‘Mundos Por Venir’ finaliza su fase presencial el mes de noviembre, pero ya nos adelanta Miguel Ángel Baixauli –diseñador y coordinador de las jornadas– que está prevista la publicación de un libro que refleje y continúe estas conversaciones desde el Área de Acción Cultural del Vicerrectorado de Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad de la UPV.

El último encuentro se titula ‘Arqueologías del porvenir’, donde se tratan temas como las inteligencias no-humanas, la ciencia ficción como género realista, la pérdida del hecho narrativo y las fugas del sistema que suponen los tiempos de espera. Participan de la mesa Jorge Carrión, escritor, crítico cultural y director del Máster en Creación Literaria de la Universitat Pompeu Fabra; Miguel Morey, filósofo y escritor; y Carmen Pardo, profesora titular de la Universitat de Girona.

arqueologías del porvenir
Gráfica del proyecto ‘Mundos Por Venir’ en el Website. Imagen cortesía de UPV.

Cada uno expone su pronóstico para los tiempos futuros desde su líneas de investigación actual. Adoptan posiciones dispares y me resulta inevitable recordar la división entre apocalípticos e integrados que establecía Umberto Eco en 1964. Eco planteaba una clasificación de las posturas adoptadas por los académicos frente a la incipiente cultura de masas, y como bien esclarece el título del estudio, hay quien prevé el fin del mundo y quien se sube a la línea de alta tensión. Podemos observar las mismas reacciones a día de hoy con cada avance tecnológico. El mundo cambia, pero nosotros no cambiamos tanto.

Jorge Carrión: «Hay que seguir experimentando para representar la realidad al completo»
Jordi Carrión, uno de los ponentes. Imagen cortesía de UPV.

Jorge Carrión es uno de los integrados (aclarar que integrado no excluye lo crítico). Desde el campo de la literatura, para abarcar el futuro, Carrión afirma que «la ciencia ficción es el nuevo realismo». Este género observa las últimas investigaciones científicas y tecnológicas para convertirlas en el motor de sus relatos. Es lógico que entre ellos aparezcan títulos premonitorios, como fue la película de ‘Contagio’ (2011), nueve años previa a la pandemia de la COVID y parece casi un calco de este episodio histórico, o como sucede con la serie ‘Blackmirror’ (desde 2011), que nos estremece en cada capítulo por la verosimilitud de sus escenarios.

Con esto, lo que parece puntualizar Carrión es la posibilidad de acercarnos a los géneros de ficción para pensar el futuro desde ahí, y, como creadores, la potencialidad de la ficción especulativa para desligarnos de la visión nostálgica del mundo, que nos lastra hacia el pasado sin aceptar el porvenir.

Con esta concepción de la literatura, Carrión investiga las inteligencias no-humanas para aplicarlas en sus prácticas; es la «expansión del relato a otros reinos». Actualmente, está trabajando con programas de inteligencia artificial para la escritura de su próximo libro. Hace el paralelismo con los procesos de escritura automática desarrollados por Breton y Soupault en los años veinte.

Con su práctica, los vanguardistas volcaron el subconsciente en la página, liberando el potencial de la inteligencia emocional, antes subyugada a la consciente. Así, invitando a las inteligencias artificiales a entrar en juego, Carrión se pregunta qué nuevas potencias creativas se liberan y si pueden convertirse en literatura. «Hay que seguir pensando, experimentando, jugando, para representar la realidad al completo y no solo la mitad analógica».

Miguel Morey: «El acto narrativo se vuelve efímero y caduco»
Miguel Morey, ponente en estas jornadas del ciclo. Imagen cortesía UPV.

La ponencia de Miguel Morey nos sitúa en el otro lado del espectro, donde los apocalípticos. El filósofo se encuentra trabajando en la reedición de ‘El orden de los acontecimientos: sobre el saber narrativo’, publicado originalmente en 1988. Esta obra reflexiona acerca de cómo se construyen las verdades dentro de los marcos de sentido, tomando el acto narrativo como hilo conductor.

Morey parte de la premonición de Walter Benjamin, a principios del siglo XX, acerca de la desaparición del acto narrativo. Seguidamente, continúa por el estructuralismo y el postestructuralismo lingüístico para desembocar en la era postmoderna, con ‘»el advenimiento salvaje del logos, abandonando el mito». Según la hipótesis de Morey, el acto narrativo, a partir de la postmodernidad, se vuelve «efímero, caduco y no constituye una experiencia de sentido».

El carácter apocalíptico del ponente se cristaliza cuando afirma, desde el dolor de la pérdida, que existe una «voluntad por dejar de ser un mundo alfabetizado mientras se potencia la alfabetización digital». Percibe que la alfabetización está siendo criminalizada por enfatizar las diferencias sociales, a la vez que se intenta imponer lo digital como un espacio universal que sortea las diferencias de clase.

Las declaraciones de Morey me suenan completamente alejadas de la realidad que vivo como parte de la generación Z, aquellos que somo casi nativos digitales. Tengo el recuerdo de haber recibido una y otra vez la advertencia de la brecha digital y que no podemos presuponer las nuevas tecnologías como universales. Por eso me sorprenden las afirmaciones de Morey, porque, siendo que mi día a día está en gran parte digitalizado, nunca me he encontrado con esta «cancelación de la alfabetización», como él mismo menciona.

Después de este viaje al pasado, siendo que el encuentro se trataba de reflexionar acerca del futuro, el filósofo traza en su pronóstico «la desaparición de los derechos humanos por un transhumanismo» junto con «la comprensión de la identidad individual en tres áreas: biológica, personal y digital». Y nadie le puede negar a Morey lo certero de estas afirmaciones.

Pero parece que llevamos un siglo recibiendo el fin de la historia, del mundo conocido, del relato, de la comunicación. Eso me lleva a pensar que, igual, estamos siempre en constante movimiento. Y no se puede comparar la agitación que sentimos al vivir el tiempo presente con la fotografía estática del pasado o el estatismo de los textos escritos.

De todas formas, aunque no comulgue con el tono que adopta Morey, trabajos como ‘El orden de los acontecimientos’ nos sirven de anclaje a ese mundo natural, propio del ser humano, para no perdernos entre el placer inmediato de los estímulos, para no hacernos yonquis de la inmediatez.

Carmen Pardo: «En los mundos por venir, una de las pistas es aprender a esperar»
Carmen Pardo, la tercera de las integrantes del ciclo de ponencias. Imagen cortesía UPV.

Cierra la jornada Carmen Pardo, que parece recostarse en mitad del camino entre los dos puntos antes expuestos para esperar; esperar, contemplar y repensar(nos). Actualmente, Pardo estudia el silencio y la espera. ¿Y qué tiene que ver esto con el porvenir? Si hablamos del futuro, el presente es esa antesala, es la sala de espera.

Aquí y ahora nos permitimos soñar con lo que acontece detrás de la puerta. Algunas cuestiones que nos presenta la filósofa son: la manera en que nos desesperamos, cómo se gestionan estos tiempos dentro de un sistema enfermo de horror vacui y qué sucede en aquellos espacios geográficos desterrados del presente y privados de futuro, como son los campos de refugiados.

«El sistema económico neoliberal implanta una berborrea infinita. El murmullo, los sonidos, las texturas sonoras, se imponen al silencio de lo que llamábamos cultura». Como apagar el ordenador y, solo entonces, ser consciente del ruido constante que estaba emitiendo. Trabajar la espera es liberar nuestra mente de un flujo de estímulos tan integrado que ni sentimos la molestia. Pero qué alivio cuando cesa. Pardo considera la espera como una brecha, una ruptura: «Lugares del afuera introducidos en el sistema».

Sin embargo, no todo es un paradero zen donde dejar reposar la mente. También hay algo de grotesco, especialmente en los lugares de espera y no tanto en los momentos. Tendemos a introducir contenido de rápido consumo para dejar que sea otro carro el que cargue con nuestros pensamientos, pero «¿qué entendemos por relato corto en una sala de espera?».

Esta pregunta me resulta profundamente poética. Pardo toma como objeto de estudio las salas de espera en los hospitales y los campos de refugiados. Aquí, la espera difícilmente va a ser un retiro de paz, pues un futuro incierto se hace hiperpresente, un porvenir que no podemos asumir gratificante. Y en este momento de tensión absoluta, ¿qué relato puede ser corto, si cada palabra, si cada segundo, pesa tanto?

«Difícilmente pueden generar una subjetividad individual liberadora». En esta dicotomía oscila la filósofa. «Tenemos que aprender a vivir los tiempos como tiempos de espera; tiempo para reconocer las heridas que nos inflingen. En los mundos por venir, una de las pistas es aprender a esperar».