Anna Boghiguian

#MAKMAArte
‘A veces, inesperadamente, el presente se encuentra con el pasado’, de Anna Boghiguian
Comisariado: Nuria Enguita y Thomas Thiel
En colaboración con el Museum für Gegenwartskunst Siegen
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM)
Guillem de Castro 118, València
Del 10 de marzo al 4 de septiembre de 2022

“Los conflictos llegan porque no atendemos a la naturaleza”, ha señalado en alguna ocasión Anna Boghiguian. ¿A qué naturaleza se refiere? Y se explicó: “Me refiero a la naturaleza de los insectos, las cucarachas, el agua, el aire; todo aquello que no está dentro de la esfera humana”. Seres como los perros “que son más sensibles que nosotros, porque perciben antes las cosas que un humano”. “Estamos separados de la naturaleza, pero poco a poco nos estamos reconciliando”, agregó.

Al amparo de esa idea beatífica de la naturaleza, por contraposición a la más hostil de la propia naturaleza humana, Anna Boghiguian ha ido construyendo una obra artística en la que pone precisamente el foco en la violencia de los seres humanos en su afán por alcanzar el poder político y económico, a costa de otros seres sometidos a ese anhelo de poder. La exposición ‘A veces, inesperadamente, el presente se encuentra con el pasado‘, que acoge el IVAM hasta el 4 de septiembre, reúne dibujos, pinturas e instalaciones, en la que supone la primera muestra en España de la artista egipcia.

Instalación ‘Abejas y panales en peligro’, de Anna Boghiguian, en el IVAM. Foto: Miguel Lorenzo.

Boghiguian, he ahí la verdad subjetiva que emerge en su trabajo, pone de relieve ese conflicto entre el pasado de una humanidad empeñada en explotar la tierra para, a su vez, explotar a quienes la trabajan, y el presente que no hace más que reiterar esa violencia constitutiva de lo humano. “Es el círculo vicioso de la vida, sus temas repetitivos”, subrayó, para dejar un lacónico: “El mundo no es un lugar justo”.

Deja a salvo la naturaleza, representada por abejas “que hacen el trabajo duro de fabricar miel para que nos alimentemos”, al igual que se refirió al algodón o la sal, como materias primas objeto de la codicia humana, una vez transformadas en sistemas de intercambio económico para la explotación social. Materiales todos ellos empleados por la artista en su obra, con el fin de subrayar la injustica que padecen ciertos seres humanos al ser manipulados por los poderosos.

Queda fuera de su foco esa misma dialéctica que establece entre víctimas y verdugos en el seno de la condición humana, a la que se produce en el campo de la naturaleza, igualmente objeto de las más bellas estampas, por la artista destacadas, y de los más crueles escenarios, obviados en su análisis. Su obra se centra en la representación de los desmanes de los poderosos, donde, ahí sí, muestra una furibunda mirada espoleada por la violencia que anida en los conflictos humanos.

‘From the palace to the ditch’ (Del palacio a la zanja), obra de Anna Boghiguian. Foto: Miguel Lorenzo.

Son diversas las series presentadas en el IVAM, en una exposición comisariada por Nuria Enguita, directora del instituto valenciano, y Thomas Thiel, realizada en colaboración con el Museum für Gegenwartskunst Siegen. En el comienzo de la muestra, recrea, mediante una serie de dibujos en papel Ingres -comprado hace 20 años a un anticuario italiano en Alejandría- y un conjunto de recortes de papel en gran formato, la historia del Canal de Suez -objeto de deseo por parte de diversas potencias europeas- y del Tratado de Versalles, que dio pie a las sanciones impuestas al Reich alemán, tras la I Guerra Mundial.

Esta segunda serie tiene el elocuente título de ‘Egos and mirrors’ (Egos y espejos), sin duda revelador del carácter narcisista de quienes suelen ostentar el poder, en cuyo espejo se ve reflejada la omnipotencia que da lugar a la confrontación violenta. Anna Boghiguian se mira en ese espejo para mostrar el horror que le provoca la naturaleza humana, cuando esta no admite más representación que la esbozada por William Shakespeare en ‘Macbeth’: “La vida es un cuento narrado por un idiota lleno de ruido y furia, que no tiene ningún sentido”.

Instalación ‘The salt traders’ (Los comerciantes de sal), de Anna Boghiguian, en el IVAM. Foto: Miguel Lorenzo.

Esa falta de sentido atraviesa el conjunto expositivo, donde acuden, como las abejas de los panales en peligro que protagonizan otro apartado, políticos de izquierdas y derechas en sucesivos collages fusionados con imágenes de animales. Fotografías de personalidades como el ahora en boga Vladimir Putin, Mao, Donald Trump, Margaret Thatcher, Ronald Reagan o John Fitzgerald Kennedy, todos ellos evocando el grito desgarrador de Edvard Munch, ante una humanidad desquiciada por la desmesura del poder.

Nuria Enguita (izda) y Anna Boghiguian, en la presentación de la muestra ‘A veces, inesperadamente, el presente se encuentra con el pasado’, en el IVAM. Foto: Miguel Lorenzo.

La presencia del filósofo Friedrich Nietzsche en otro apartado de la muestra no puede venir más a cuento. Su voluntad de poder, que alumbraría al superhombre, está en el origen de las psicopatías de la modernidad. Esa misma que llevó nada menos que a Hitler a redactar la Ley del Reich de Protección de los Animales, en noviembre de 1933, y que decía así, en línea con la benevolente naturaleza: “En el Nuevo Reich no debe haber cabida para la crueldad con los animales”.

Puestos a salvo los animales, toda la crueldad quedaba ya del lado de los humanos, objeto de la mirada atinada y superlativa de Boghiguian. Así, en ‘The salt traders’ (Los comerciantes de sal), la artista presenta una potente instalación integrada por velas de barco, piezas de madera, dibujos, collages, arena y la sal que da título a esta pieza soberbia.

Detalle de una de las obras de la serie ‘In the world. East and west, north and south’ (En el mundo. Este, oeste, norte y sur), de Anna Boghiguian, en el IVAM.

Representada la instalación al modo de un gran naufragio (¿la de nuestra civilización depredadora?), Anna Boghiguian pone en escena lo que ella misma denominó, preguntada por la teatralidad de su obra, como un “espectáculo grotesco”, allí donde la mirada se siente atraída por la pulsión de cierto goce escópico. “El teatro es una exageración de la vida y ese símil vale para la vida y para mi trabajo”, resaltó.

‘A veces, inesperadamente, el presente se encuentra con el pasado’ es una exposición reveladora de la atracción que posee, paradójicamente, esa visión psicopática de la humanidad en su delirante afán de poder. De hecho, también muy oportunamente, hay alusiones a la película ‘Psycho’, de Alfred Hitchcock, cuyo término del título de la película tiene precisamente su origen en la Segunda Guerra Mundial, caracterizando la doble faz de la persona que supuestamente loca y aterradora, resulta igualmente atractiva y seductora. Boghiguian en estado puro: tan crítica con la violencia humana, sin duda psicopática, como generadora de un universo de gran belleza poética decantado en grotesco espectáculo.