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Amaia Arrazola (Vitoria, 18 de abril de 1984-Barcelona, 5 de noviembre de 2025)
Obituario
Conocer a Amaia Arrazola a través de su arte es adentrarse en un mundo mágico y colorido, lleno de emociones e historias donde la imaginación no tiene límites.
Compaginó la ilustración editorial con murales de gran formato, la escultura y proyectos personales, siempre impregnados de mensaje y sensibilidad. Participó en exposiciones, festivales, talleres, charlas, residencias artísticas tanto a nivel nacional como internacional, consolidándose como una de las ilustradoras referentes del panorama contemporáneo actual.
Amaia no solo ilustraba: interpretaba, transformaba y daba vida. Creaba personajes con carácter. En su universo, lo simple se volvía extraordinario, y cobraba un sentido más interesante y auténtico. Estaba siempre dispuesta a colaborar con otros artistas y apoyar a la comunidad.
La maternidad le hizo conectar más con el público infantil. Los niños se quedan fascinados con su imaginario, sus ilustraciones despiertan en ellos creatividad, curiosidad e ilusión, convirtiéndose en una puerta hacia el juego y la imaginación.
Amaia nos invita a viajar más allá de lo visible, a sumergirnos en relatos llenos de sensibilidad, optimismo y magia cotidiana, recordándonos que todos llevamos dentro una parte de esa mirada infantil que ella supo mantener viva.

Amaia conseguía expresar temáticas complejas de manera visualmente agradable y emotiva. Sus ilustraciones no dejan indiferente. Desarrolló un lenguaje propio que combinaba ternura, humor y reflexión desde una mirada única.
Fascinada por la mitología y por la cultura japonesa, encontraba en ellos una fuente inagotable de inspiración. «A mí personalmente me encantan los yōkais japoneses. Son una especie de criaturas mitológicas, pero a nivel doméstico. Son una conexión entre nuestro mundo y el mundo mágico de los dioses», explicaba Amaia.
Observaba con calma, con respeto y sensibilidad, encontrando belleza en lo más sencillo. Practicaba el respeto y la inclusión no solo en su vida, sino también en su arte. Cuando veía algo y luego lo ilustraba, cobraba un sentido más interesante, más profundo, como si a través de sus manos la realidad revelara una historia que antes no sabíamos ver.
Amaia solía decir: «Mi superpoder es la fuerza de una gran contradicción: una educación basada en el miedo a lo desconocido convive en mí con un espíritu que siempre me impulsa hacia adelante».
Recuerdo con mucho cariño el estudio que compartía con su amado Txemy, un lugar de creatividad constante, lleno de color, cariño y proyectos que parecían no tener fin. A través de su arte Amaia nos recuerda que todo en el universo está conectado: la energía, las emociones, la materia y la espiritualidad.
Su legado permanece en cada trazo, en cada personaje, en cada experiencia que compartió. Su arte fue, y seguirá siendo, una fuente de inspiración y buena energía. Para mí, este mural que hizo el año pasado durante el Rexenera Fest, en el pueblo de Carballo, Galicia es la imagen que mejor la representa. Es una imagen de la Diosa Epona.
‘La Diosa Epona en el inframundo’ quiere ser un recordatorio de la fragilidad de nuestros cuerpos, un apunte sobre nuestra propia vulnerabilidad y una celebración de cada segundo de nuestra vida, de nuestro día a día.
- Amaia Arrazola o el superpoder que le daba el miedo a lo desconocido - 10 diciembre, 2025

