Los destellos. Pilar Palomero. FICX

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63 FICX Festival Internacional de Cine de Gijón/Xixón
Teatro Jovellanos, Antigua Escuela de Comercio, Centro Municipal Integrado de Pumarín Gijón Sur, OCINE Premium Los Fresnos y Cines Yelmo Ocimax
Del 14 al 22 de noviembre de 2025

“En silencio, / que es casi como un rechinar de dientes, / un sosiego falso que cala suave, / como una bocanada de fiebre, / y nos concede / por apenas unos minutos / la fantasía de una noche afectuosa como el corazón de un arrullo”
(‘MDC III’. ‘Cadena de frío’, de Fran Gayo)

Hace unos años, un estudio llegó a la conclusión de que los británicos invierten de media cuatro meses de su vida hablando sobre la climatología. Desconozco si este estudio se realizó en algún momento en Asturias, pero creo que las conclusiones serían similares.

Ahora que las precipitaciones disminuyen, en nuestras conversaciones añoramos aquella lluvia pertinaz y el viento frío e inclemente de noviembre que nos acompañaba en nuestros recorridos apresurados entre proyección y proyección del FICX, Festival Internacional de Cine de Gijón.

La pasada primavera nuestro corazón se heló con el fallecimiento de Fran Gayo, un maestro apasionado del oficio de programar cine que desempeñaba su profesión desde la ética y el compromiso. Compartía con generosidad sus descubrimientos, nos planteaba preguntas y nos acompañaba en los caminos inciertos.

Esta edición número 63 fue la primera sin Fran, que había vuelto al festival como responsable de programación en 2020. Pero pudimos escucharle de nuevo en los versos de las cortinillas que anteceden a las películas y compartir su mirada en los siete títulos del ciclo ‘Les de Fran’, su última selección.

Se brindó por su recuerdo en la librería-café Toma 3 y hasta la lluvia y el frío regresaron para rendirle homenaje asturiano. Durante el brindis, Alejandro Díaz Castaño, director del FICX, contaba a la prensa que tenía la sensación de que Fran no se había ido del todo.

Y es cierto; creo que siempre que nos sentemos en las butacas de las salas de proyección del FICX sentiremos a Fran cerca. Y ahora pienso que cuando buscaba en el programa lo que iría a ver, él me condujo hacia uno de los itinerarios cinematográficos propuestos: ‘Tres voces de la vanguardia global’ y la masterclass de la directora Pilar Palomero. Ejemplos de un cine que experimenta mientras hunde sus raíces en la vida, la intimidad y la memoria.

Pilar Palomero, Premio Especial Retueyos 2025

Pilar Palomero volvió a Gijón para recibir con ilusión el Premio Especial Retueyos (retoños o brotes), que el FICX otorga por primera vez a cineastas en sus primeros largometrajes. También le propusieron impartir una clase magistral sobre su trabajo, que tituló ‘Inspiración, Escritura y Encuentro’.

Entre el público había pocos jóvenes preparándose para trabajar en la industria del cine y muchas personas cinéfilas y admiradoras de una directora y guionista que transmite verdad y emoción. Nos regaló una lección de cine y de humanidad y nos recordó la importancia de no desesperar y continuar luchando por cumplir nuestros sueños.

La crisis financiera de 2008 tambaleó muchas vidas. En ese contexto, Pilar, que había estudiado Dirección de Fotografía en la ECAM, Escuela de Cine y Audiovisual de Madrid, llegó a pensar que no lograría nunca ser cineasta.

Pero fue seleccionada en 2013 para el máster en Dirección de Cine en la Film Factory de Sarajevo, dirigida por el director, guionista y actor húngaro Béla Tarr, y esos cuatro años fueron el impulso necesario para no desistir en su empeño. Allí aprendió a entender el cine como un proceso artístico más allá de la industria que “tiene que nacer de la urgencia, de las ganas locas por decir algo”.

Reconoce que hacer una película es un camino largo y plagado de dudas, pero hermoso porque se hace con un equipo que aúna su conocimiento y sus fuerzas para lograr la mejor película posible.

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Señala los tres pilares fundamentales que sustentan sus películas: saber lo que quieres contar, la importancia del lugar en el que transcurre ese relato y sobre todo el trabajo actoral. Su cine es de personajes, le gusta dirigir a las actrices y los actores por su generosidad: “Nos entregan parte de lo que son para construir una historia ajena”.

La realidad incontrolable de Sophy Romvari

Sophy Romvari (Victoria, Canadá, 1990) es una joven directora, actriz y escritora canadiense de origen húngaro. El FICX la invitó en esta edición como jurado de la sección oficial Albar y para presentar su premiado primer largometraje ‘Blue Heron’ así como los cortometrajes que le precedieron.

Romvari coincide con Pilar Palomero en que no hay un único camino para hacer cine y que cada director o directora elige el suyo para narrar lo que desea contar. Nos indica que en todos sus cortometrajes se aprecia un deseo de recuperar la memoria, pero que en su primera película lo relevante fue mostrar las equivocaciones de la memoria.

Fotograma de ‘Blue Heron’, de Sophy Romvari.

Su cine, definido como híbrido, transita entre lo documental y la ficción mezclando el proceso artístico con la búsqueda personal. Sophy Romvari procede de una familia de cineastas, recuerda que su padre siempre estaba grabándoles. Así, aprendió a documentar las pequeñas escenas de la vida construyendo una intimidad que trasciende lo personal.

Nos señala que lo que le impulsa a realizar sus películas es controlar lo incontrolable, lo que no se puede cambiar: la memoria, la muerte o el dolor, a través de la creación de una nueva realidad. Considera que, si se dice que el cine es un viaje en el tiempo, el suyo sería “un viaje emocional en el tiempo”.

Una cineasta-collage llamada Elena Duque

La primera vez que Elena Duque (Avilés, Asturias, 1980) vio cine experimental fue precisamente en el FICX. Aquella adolescente desubicada que acababa de regresar a Asturias desde Venezuela, se quedó impactada con la obra de Derek Jarman. No se imaginaba que llegaría a ser cineasta, docente, crítica de cine y una programadora experta en cine experimental.

Su fanzine ‘Quién soy y por qué hago películas’ nos muestra cómo su biografía determina el cine que realiza. Se define como “una persona-collage de nacionalidades y direcciones postales”. Sus trabajos reflejan los desplazamientos, la búsqueda de una identidad territorial y las raíces, así como esa necesidad de coleccionar los recuerdos ya difusos.

‘Cómo hacer un fanzine’, de Elena Duque.

Sus películas, basadas en la experimentación con la imagen y el sonido y la mezcla de animación y collage, recuperan el encanto y la artesanía del cine. Le gusta trabajar con la animación porque “piensas con las manos. Los materiales, las texturas y los colores te van diciendo”. Es una recolectora de imágenes, a veces proceden de objetos encontrados que llegan a sus manos, con las que dibuja un mundo que “aglutina todos los lugares en un solo lugar”.

El viaje sensorial de Laure Prouvost

Laure Prouvost (Lille, Francia, 1978) se formó como artista en Gran Bretaña y en la actualidad reside en Amberes. Le concedieron el Premio Turner en 2013 y representó a Francia en la Bienal de Venecia de 2019.

Sus videoinstalaciones se mostraron por primera vez de forma individual en España hace tres años en La Casa Encendida de Madrid. En esta ocasión y con el comisariado de Alfredo Aracil, el FICX quiso presentar sus últimos trabajos de videoarte como ejemplo destacado de nuevas narrativas cinematográficas.

Las películas de Laure Prouvost nos invitan a un viaje sensorial donde nos sumergimos en un universo líquido de palabras, imágenes y sonidos inconexos que en su acercamiento conforman una nueva realidad. El lenguaje se convierte en materia porque para la artista “las palabras son maleables como la arcilla”.

‘Shed a light’, de Laure Prouvost.

Su propia experiencia vital le lleva a jugar con los malentendidos, los acentos diversos, la sensación de desorientación en un país ajeno y dejarse llevar por lo que se pierde en la traducción.

La cámara documenta una nueva ‘Historia Natural’ a la manera de Max Ernst, con un intercambio de cuerpos y materias en paisajes reales y oníricos. Las abuelas y los pulpos que aparecen de forma recurrente en sus videos, simbolizan el comienzo de la vida y la importancia de las emociones. Son los seres que nos guían en ese mundo reinventado en que todo se transforma. También como Ernst nos alerta de la necesidad de proteger a la naturaleza ante las amenazas que la acechan.

Prouvost considera que el papel de los y las artistas es incomodar al sistema, intentar recalibrar sus estructuras. Su obra entronca en el surrealismo por esa subversión del lenguaje para enseñarnos a reaprender la realidad navegando entre los sueños, por el cuestionamiento de la representación y ese espíritu de libertad transgresora. Nos induce a pensar con los sentidos, susurrándonos una traducción de la vida que no pierde belleza en la imperfección.

El peso de la biografía, la identidad o la falta de ella, la pertenencia, la memoria, el duelo, la necesidad y el deseo de contar historias, de hacer visible nuestro interior para comprenderlo y volverlo universal, son aspectos que comparten Sophy Romvari, Elena Duque, Laure Prouvost o Pilar Palomero.

Sus métodos de trabajo o estilos difieren, pero estas cuatro mujeres representan una nueva generación de artistas para las que el cine, como pensaba Andréi Tarkovski, es un “modo de reconstruir la vida” y en ocasiones de construirla.