Alauda

#MAKMAAudiovisual
‘CCCC Claves para el cine’
Con Alauda Ruiz de Azúa
Encuentros dirigidos por Rafael Maluenda
Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC)
Museu 2, València
Martes 18 de noviembre de 2025

Alauda Ruiz de Azúa se presentó en el Centre del Carme de València como si tanto gentío no fuera con ella. Diríase que, al igual que Ainara (Blanca Soroa), la joven protagonista de ‘Los domingos’, desoye a cuantos no entienden que quiera hacerse monja de clausura, también ella compareció en ‘CCCC Claves para el cine’ como abstraída de la enorme expectación que genera su presencia tras el fulgurante éxito de su premiada última película.

Mientras saludaba a unos y a otros, antes de su encuentro con el público que abarrotó la sala, Ruiz de Azúa parecía estar pensando en los misterios del éxito, cuando ella dice preferir los del fracaso, mucho más lleno de matices. “Hay más estética en el fracaso que en el éxito, tiene más literatura el perdedor que el ganador”, afirma el escritor Manuel Vicent.

Fiel a esa máxima, sin proponérselo, porque la curiosidad que dice presidir su cine no admite lógicamente camisas de fuerza, Alauda Ruiz de Azúa fue desgranando las preguntas y comentarios de Rafael Maluenda, director del ciclo organizado por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana, con la naturalidad de quien observa a su alrededor un conjunto de edificios entre los que destaca una inquietante ventana a la que asomarse.

La sala abarrotada de público que asistió a la charla de Alauda Ruiz de Azúa, en ‘CCCC Claves para el cine’ del Centre del Carme de València. Foto: Juan R Peiró.

Por eso es lógico que empezara abordando los motivos principales que surcan sus películas: “Mi cine siempre surge de la curiosidad, de preguntas complejas para las que no tengo respuesta. He construido mis películas tratando de entender a otros; intentando comprender aquello que me resulta ajeno”.

No cabe mayor tratado de amor por el cine, por la cultura, en tanto espacio de interrogación, frente a quienes lo entienden como correa de transmisión de determinados compromisos y activismos sociales. De nuevo, Vicent: “La literatura –pongan también el cine o cualquier otra disciplina artística– no sirve para salvar nada, sino que sirve, en el fondo, para refinar la sensibilidad, el sentimiento y se supone que, indirectamente, por ese refinamiento se mejora la vida”.

A este refinamiento de la sensibilidad, sin duda asociado a la curiosidad con la que Ruiz de Azúa acomete sus proyectos, se debe que tanto ‘Cinco lobitos’ –su ópera prima– como la serie ‘Querer’ y ‘Los domingos’ destile la verdad de un cine cargado de sutilezas y matices. “Intento evitar el subrayado, o sea, prefiero el misterio. El subrayado siempre me molesta como espectadora y como directora también”, subraya la realizadora.

De ahí que sus películas destilen cierto misterio, “pero siempre en torno a lo humano”, precisa quien insiste que los éxitos “son más fáciles de explicar, mientras que en los fracasos normalmente siempre hay más cosas en juego”. Eso sí, lo que siempre le atrapa es cuestionarse la institución familiar, “en el sentido de que me parece un entorno muy complejo”.

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Su primera película ‘Cinco lobitos’ dice que viene de un sitio más intuitivo: “Surge a raíz de mi experiencia como madre, aunque luego no sea autobiográfica, pero precisamente esa experiencia me llevó a intentar entender a la generación de mujeres que habían sido como mi madre”.

Con ‘Los domingos’, en cambio, fue el tema de la vocación religiosa lo que generó su curiosidad: “Descubro que dicha vocación [por parte de una joven de hacerse monja de clausura] provoca mucho conflicto en la familia. De ahí surge esa voluntad de querer entender cómo lo maneja el entorno familiar”.

Luego, alguien del público no pudo evitar preguntarle por las conexiones entre su película ‘Los domingos’ y ‘Lux’, el último disco de Rosalía, por aquello de transitar ambos trabajos por una religiosidad que, tras la muerte de Dios decretada por el filósofo Nietzsche, parece estar de moda entre los jóvenes. Ruiz de Azúa, proclive al misterio de lo humano y, por ello mismo, ajena al runrún mediático, lo zanjó así: “Es una coincidencia, aunque me encanta el disco”.

De vuelta a su cine, proveniente de esa curiosidad por lo humano y, más en concreto, por el universo familiar, reconoció que, como espectadora, era “muy disfrutona”, ya que le gusta “todo en el cine, pero es verdad que hay películas que me han provocado cierto impacto por alguna razón” y puso como ejemplos ‘Una mujer bajo la influencia’, de [John] Cassavetes, o ‘Nadie sabe’, de [Hirozaku] Koreeda: “Lo que está pasando ahí me resuena como algo muy real, que no es tan fácil de juzgar o de entender”.

Las familias de ‘Cinco lobitos’, Querer’ o ‘Los domingos’ son, de hecho, familias en las que, según la propia directora, “los personajes se retratan ante nosotros, después de producirse un choque, una colisión o un meteorito, que aterriza de repente en medio de esas familias”.

Alauda Ruiz de Azúa, en un momento del encuentro del ciclo ‘CCCC Claves para el cine’, en el Centre del Carme de València. Foto: Juan R Peiró.

“De manera que es verdad que yo cuando entro en estos proyectos, más allá del desencadenante que puede ser la maternidad, la violencia sexual o el tema de la educación religiosa, a mí lo que siempre me atrapa es cuestionarme la institución familiar, en el sentido de que me parece un entorno muy complejo, en cuanto a que es un refugio, algo atávico, genuino, pero que luego siento que no siempre es así”, añade.

Esa fascinación por los universos familiares la lleva hasta ‘El padrino’, película de Francis Ford Coppola en la que el propio director contó que él entró en el proyecto porque le dijeron: «Bueno, esta es una película sobre la mafia”. Y él decía: «No, yo lo que veo es una película sobre una familia», recordó Ruiz de Azúa, para señalar a continuación: “A mí también lo que me interesa de ‘El padrino’ es que se trata absolutamente de una película sobre la familia, sobre su peso”.

“Y siempre pienso que hay algo en el montaje paralelo de ‘Los domingos’ que, inconscientemente, remite a esa familia disgregada y que tiene mucho que ver seguramente con el montaje paralelo de ‘El padrino’, con esa cosa que te permite el cine de conectar de muchas maneras a los personajes y los espacios”.

Como ella se mueve en el terreno de lo cotidiano, dice que, para generar esa sensación de verdad, de que la gente existe, que tiene una vida real –“que puede ser como la tuya y la mía”–, se muestra especialmente fina en la elección de los espacios. “Intento que los espacios jueguen el papel que juegan en la vida cotidiana de las personas. Luego, siempre me doy cuenta, cuando termino de escribir los guiones, que hay un montón de cocinas, de salones, o sea, que estoy todo en interiores. Porque yo al final retrato la familia como un sitio que puede ser un refugio, pero también puede ser un sitio opresivo. Entonces, es lógico que termine en esos interiores”.

Ya en pleno rodaje, Ruiz de Azúa asegura que reescribe mucho durante los ensayos, porque, a veces, improvisando surgen cosas muy interesantes: “Es como ir destilando la escena”. Y añade: “Se trata, cuando estás rodando, de tener la sensación de que eso ocurre por primera vez delante de la cámara. Ese es un poco el juego y luego dejar que surja la magia que tienen los actores”.

Alauda Ruiz de Azúa, junto a Rafael Maluenda, mientras proyectaban una secuencia de su película ‘Los domingos’, en el Centre del Carme de València. Foto: Juan R Peiró.

Para ella, el cine, además de esa curiosidad por comprender lo que le resulta ajeno, tiene mucho que ver con la disposición del punto de vista: “El cine, te lo dirá mucha gente, son miradas. Las películas las construimos con miradas; la mirada del personaje dirige la tuya como espectador”.

Y prosigue: “Cuando los personajes se miran en el cine no hace falta que se digan nada o, aunque se estén diciendo algo, luego están pasando otras cosas. En ‘Los domingos’, yo he tenido la suerte de tener a Patricia López Arnaiz, que creo, sinceramente, que es una de las actrices que mejor mira del cine. Y Blanca Soroa fue un descubrimiento: tenía también una mirada muy misteriosa y muy compleja”.

La forma que tiene Alauda Ruiz de Azúa de posicionar la cámara con el fin de captar la verdad, una verdad que, en el caso de la directora, no tiene nada que ver con la verdad lógica que nos encadena a las estructuras cerradas del lenguaje, sino con aquella que nos confronta con lo que se nos resiste, es una forma entre discreta, alejada de las convulsiones internas del relato, y cercana, para, a su vez, empaparnos de las emociones que embargan a los personajes.

“Yo con la cámara intento desaparecer un poco. Me gusta la idea de acompañar a los personajes, al tiempo que coloco al espectador como en un sitio de testigo privilegiado; como si le hiciera invisible y le metiera por una puertecita en la familia. Y, luego, me acerco cuando creo que, si no estoy tan cerca, me voy a perder algo, a nivel de subtexto o a nivel de una mirada”, explica la directora.

“Y tanto en la posición de la cámara –continúa diciendo– como en el montaje, siempre pienso en lo que hablamos antes de las miradas. Es una planificación casi siempre muy conectada por las miradas de los personajes, porque eso hace como que fluya mejor la planificación. Entonces, yo ahí desaparezco un poco también como narradora. Es una apuesta por ese montaje como más clásico, más de hilo invisible”.

Fotograma de ‘Los domingos’, de Alauda Ruiz de Azúa.

‘Los domingos’, Concha de Oro en el Festival de San Sebastián y consagrada en taquilla como una de las películas triunfadoras de 2025, ha generado multitud de comentarios por su temática religiosa. Recordemos que narra la historia de una joven de 17 años que decide abandonar sus estudios para seguir la vida de monja de clausura, generando una gran convulsión familiar.

Ruiz de Azúa desmiente, tras su experiencia en distintos coloquios realizados durante la promoción del film, que haya “solo dos lecturas y enfrentadas entre creyentes y no creyentes. Yo eso no lo percibo tan claramente, porque me he encontrado con personas no creyentes que abren una conversación muy interesante acerca de cómo la superioridad moral nos puede alejar del otro, y también me he encontrado con personas creyentes, conservadoras y no conservadoras, que me dicen que si su hija les viene diciendo que quiere meterse monja de clausura terminan como Maite [la tía de la joven Ainara que protagoniza la película], dando gritos”.

“La gente que ha ido a ver ‘Los domingos’ es un público muy diverso. No todas las personas creyentes hacen la misma lectura de la película, al igual que sucede con los no creyentes. El regalo de la película es que abre conversaciones muy diversas”, concluye quien, rara avis, insiste en la necesidad del cine como vehículo privilegiado para intentar comprender aquello que se nos resiste.