José Sscristán

#MAKMAEscena
‘El hijo de la cómica’, de José Sacristán
Adaptación de ‘El tiempo amarillo’, de Fernando Fernán Gómez
Teatro Calderón de la Barca
Las Angustias 1, Valladolid
22 y 23 de noviembre de 2025

“Fernando Fernán Gómez me enseñó a ver los límites de la actuación en España, a no tener expectativas excesivas e irreales con la fama. Ser actor aquí no es como serlo en Estados Unidos, en Francia o en Italia”, explica José Sacristán a MAKMA.

El actor acaba de estrenar su monólogo ‘El hijo de la cómica’, basado en ‘El tiempo amarillo’, las memorias de su compañero de oficio y amigo, con el que rinde homenaje tanto a su figura como a su amistad. Tras su estreno en Avilés, y su paso por el Teatro Olympia de València, este fin de semana recala en el Teatro Calderón de la Barca de Valladolid.

‘El hijo de la cómica’ no abarca todo el arco temporal de las memorias, pues Sacristán ha preferido concentrarse en la primera parte. “La he escogido porque me interesaba que la gente supiera lo que nadie sabe de Fernando: su infancia, su adolescencia y los primeros años de su juventud, así como la gente que le rodeó en esos tiempos”, explica.

“Los espectadores descubrirán, sobre todo, la figura de la abuela, de la madre, la gente en los colegios, las pensiones y su mirada sobre la España de su tiempo”, apunta Sacristán, que ha realizado la adaptación y que afronta el desafío de ponerlo en pie en solitario.

“El trabajo fundamental ha sido poner voz a cada uno de los personajes, porque en el libro todos hablan por boca de Fernando”, añade. “Y luego he echado mano de mis conversaciones con él, a propósito de las cosas que nos contábamos de nuestras vidas y de nuestras familias. Había muchas coincidencias entre su abuela y la mía, y en nuestras maneras de ver el mundo, a pesar de la diferencia de edad”.

José Sacristán. El hijo de la cómica
José Sacristán, en una escena de ‘El hijo de la cómica’.

Sacristán presenta su obra explicando que, así como el escritor Miguel Delibes le enseñó a mirar, Fernán Gómez le enseñó a escuchar. Lo explica: “Cuando digo que Delibes me enseñó a mirar aludo a lo que decía Pacífico Pérez en ‘Las guerras de nuestros antepasados’, que tuve a bien interpretar durante muchísimo tiempo. Pacífico Pérez decía de su tío Paco que fue el hombre que le enseñó a mirar”.

“Mientras que su bisabuelo le hablaba de la bayoneta, su abuelo de la escopeta y su padre de la bomba de mano, su tío Paco le hablaba de los tejados, los ríos, los árboles…, en fin. Eso resume la enseñanza del modo como Delibes nos enseñó a mirar la realidad a todos, no solo a mí”.

Y, por lo que se refiere al aprendizaje del escuchar, explica que cuando te enfrentas con alguien como Fernán Gómez, con el que era “un lujo y una delicia conversar”, aprendes a distinguir lo que merece la pena y lo que no. “Escuchar lo que merece la pena ser escuchado, y al imbécil apartarle en la medida de lo posible”.

De Fernán Gómez asegura que es “una de las figuras imprescindibles de la historia de la cultura, no solo de este país, sino de toda Europa. No sé hasta qué punto ha influido, pero es indudable que no ha pasado desapercibido, porque ha hecho de todo: cine, teatro, novelas, columnas, ha sido actor, director… Ha hecho de todo y en todo ha demostrado su talento inmenso”.

“Era un modelo a seguir, como Adolfo Marsillach u otros, pero no intervino en mi vocación”, precisa José Sacristán. En lo que sí influyó fue en su manera de afrontar, con humildad y realismo, el oficio de actor en un país como España, que tiene la industria que tiene y las limitaciones que tiene.

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“Hablábamos de la conveniencia de tener en cuenta los límites con los que te puedes encontrar, para no llevarte más disgustos de los necesarios”, recuerda. “Cuando Fernán Gómez hace ‘Balarrasa’, piensa que a partir de ahí todo será subir, y años después me explicó que no: aquello era el techo. Son unos límites que conviene saber para no caer en espejismos en torno al éxito o la fama. Hay que entender que esto es una cosa de mesa camilla, una cosa doméstica, que está muy bien, y que celebro, agradezco y disfruto. Pero hay que saber que tiene una dimensión diferente a la que pueda tener un actor americano, francés, o italiano”.

Pese a ello, el autor de ‘El hijo de la cómica’ reconoce que no ha tenido la tentación de actuar fuera de España, “sobre todo por el idioma”. Aun así, realizó coproducciones en Italia y Francia, donde actuó con Catherine Deneuve. “No eran grandes papeles y estuvo bien”, pero no lo suficiente como para insistir en ello.

Preguntado por el oficio de actuar, reconoce que lo que cada intérprete pueda sentir es algo muy personal. “Yo lo vivo como un juego. Con la profunda seriedad del juego. Hacer creer al otro que soy quien no soy es la base fundamental de mi trabajo. No sé si se aprende algo, pero proporciona una sensación que, con las diferencias necesarias, es similar a la que siente el espectador. Es la necesidad que tenemos todos de ser otros”, explica Sacristán.

José Sacristán. El hijo de la cómica
José Sacristán, en una escena de ‘El hijo de la cómica’.

Sobre la España de hoy, reconoce que le gustaría que estuvieran un poco mejor las cosas. “Que la sombra del dictador no siguiese siendo tan alargada, recordando a Miguel Delibes. Pero, por lo demás, he cumplido ya unos cuantos años, estoy trabajando y estoy bien. Me gustaría que eso que llamamos democracia, el disfrute de las libertades, se viese de un modo más oxigenado, más limpio, más saludable”, asegura el actor madrileño.

En este panorama, cree que la influencia que puede tener el mundo de la cultura es muy limitada. “La gente de la cultura y del espectáculo no cambiamos la historia. Lo que podemos hacer es proporcionar motivos de reflexión, de entretenimiento…, de pensar. Pero, desde una perspectiva práctica, bastante poco”.

¿Qué le diría a un actor joven que le pidiera consejo? “No le diría nada: que se apañe como pueda. Que lo sienta, que espabile y, si quiere dedicarse a esto, que tire para adelante”, concluye.