Jorge Salvador Galindo. Pez de Plata

#MAKMALibros
Entrevista con el editor Jorge Salvador Galindo
15º aniversario de la editorial Pez de Plata
Librería Matadero Uno
Plaza de Riego 1, Oviedo
21 de noviembre de 2025

Jorge Salvador Galindo (Oviedo, 1978) es el hombre que, desde la triple trinchera de Pez de Plata, Matadero Uno y su propia escritura, libra una guerra de guerrillas contra la cultura de postín. Mi conversación con él revela de inmediato que su trinchera no es un lugar de queja, sino de acción; su filosofía, un misil teledirigido contra la condescendencia.

En la tierrina, donde el orbayu lo empapa todo, él siembra, planta y cultiva paraguas de papel. Bajo uno de ellos, el de editor, resguarda a autores incómodos, raros y deliciosamente insumisos. Bajo otro, el de librero, ha resucitado un templo literario centenario: la antigua Ojanguren. Hoy, con el nombre de Matadero Uno, es un zulo de resistencia cultural. Y bajo un tercero, el de escritor, explora los pliegues del humor ácido y la narrativa vibrante.

Mientras Pez de Plata se prepara para incendiar el panorama cultural asturiano con su 15º aniversario, seguimos charlando con un tipo que fomenta el intercambio cultural y la creación literaria con obstinación, a codazos y con una birra en la mano.

Has dicho que “un buen editor es un pirata que roba autores a la mediocridad”. Después de quince años de abordajes, ¿cuál es el botín del que estás más orgulloso y qué acorazado se te ha escapado del ‘Hundir la Flota’?

Mira, si yo dije eso en algún momento que ahora mismo no recuerdo, tenía razón. Justo de eso se trata, de salirse un poco de lo que dicta el mercado o la tendencia de turno (quizá la palabra tendencia sea la más horrible de los últimos tiempos) y así robarle cierta parcela a los temas, autores o formas de narrar que no aportan nada nuevo y en muchos casos nada bueno.

En las islas, en los márgenes, en esas cunetas del diablo que avanzan en paralelo a ambos lados del camino por donde circulan muchos, encontrarás a unos pocos, y todos serán de Pez de Plata y de otros sellos que prefieren llegar a los lectores ofreciendo un catálogo diferente.

En esa complicada deriva, nos cuesta más convencer a toda la cadena del libro, a la prensa, al lector. Nos cuesta más vender un libro y llegar a no sé dónde (supongo que al éxito, para aquel que lo mida en base a criterios comerciales y no literarios), pero me importa poco. En la edición, como en todo, debe existir una conciencia, y yo con la mía duermo tranquilo.

Y, claro, sí, publicar diez libros al año implica renunciar al resto. Y se nos van libros interesantes porque son demasiadas las propuestas y muy poco el tiempo que tenemos para vivir (no para leer, que esto ya lo he oído por ahí: un editor que no tiene tiempo para leer es un cadáver muy feo). ¿Un ejemplo? Un ejemplo: quizá el acorazado que más se me resiste y al que persigo de vez en cuando es Gonzalo Suárez. Es escurridizo porque, donde nosotros vemos dos árboles, él ve el hueco que hay entre ellos; y pasa. Y se escapa.

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Defines vuestra línea como “narrativa contemporánea en castellano”. Tres palabras que, admitís, juntas son “un completo desastre”. Pez de Plata, sin embargo, no solo flota, sino que navega. ¿La clave está en que sois los únicos locos que no han leído el manual de instrucciones del naufragio?

Quizá la clave es que no tenemos miedo a naufragar o a perdernos en una calle oscura. Nada es tan vital como respetar una filosofía editorial, y la nuestra está clara. Si no apostamos por ella, con el riesgo que eso implica, qué hacemos, qué aportamos. Nada. Si no logramos llegar a los lectores con determinado libro en el que confiamos, ¿hemos fracasado? Yo creo que no, porque el triunfo, tal vez, esté en publicar el libro, y el resto…

El resto depende de tanta gente que nosotros solo podemos cuidar el texto, trabajarlo, ofrecer al lector la mejor versión de una historia e intentar generar el entusiasmo necesario en los lectores. En eso andamos, y el que quiera subirse que se suba.

Para celebrar quince años, en lugar de una medallita o un discurso, anunciáis una campaña en librerías y una fiesta. ¿La consigna es celebrar lo vivido o armar jaleo para que dure otros quince? ¿Qué tienen que esperar los comensales de este banquete: brindis con sidra o sabotaje literario?

Pez de Plata siempre fue un poco eso. Nuestra relación con los autores y con toda la gente que compartimos vida literaria va más allá del vínculo normal que puede establecerse entre un editor y un autor. No siempre sucede, pero a nosotros nos sucede muchas veces. Supongo que nos reconocemos como lectores, que es lo único que somos. Y, claro, es inevitable que celebremos los quince años porque nos gusta la fiesta casi tanto como los libros.

Para nosotros, una campaña en librerías es muy necesaria, porque creemos en nuestro catálogo y sabemos que muchos de nuestros autores no están ocupando el espacio que merecen en las librerías. Queremos convencer a los libreros; los necesitamos, necesitamos que conozcan nuestros libros y que confíen en ellos. Pero también te digo que no vamos a renunciar a nuestros planteamientos, y ninguno de ellos pasa por pedir favores a nadie o publicar un libro por razones que nada tienen que ver con nuestro trabajo.

Nuestro catálogo habla por sí mismo, pero hay que abrir los ojos, abrir el catálogo y abrir los libros. En cuanto a la fiesta, qué decirte que no sepas. El 21 de noviembre en Matadero Uno, y lo que surja.

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Habéis convertido el humor, pariente pobre de la literatura seria, en estandarte. Vuestra colección ‘La Risa Floja’ es una rebelión maravillosa. En una época de crispación y corrección política, ¿es reírse a carcajadas el acto más revolucionario que le queda al lector?

No sé si reír es un acto revolucionario, pero estoy seguro de que es el estado del individuo que más cerca está de su propia felicidad. La risa es efímera, sí, pero por eso es muy necesaria una colección de literatura humorística.

Llevamos ya ocho años publicando títulos en ‘La Risa Floja’ y supongo que ahora, con el Premio Princesa de Asturias a Eduardo Mendoza y con la Feria del Libro de Madrid 2026 dedicada al humor, seguro que tendremos gente subiéndose al carro. Y estará bien y será igual de urgente que ayer. Pero ‘La Risa Floja’, hoy, es la única colección en España dedicada íntegramente a la narrativa humorística. Y eso no nos lo quita nadie.

Recibís mil manuscritos al año y pescáis unos diez ¿Qué destello hace saltar las alarmas de “este es de los nuestros”?

Lo cierto es que llevamos bastantes años recibiendo más de mil propuestas al año, y la sensación es que me estoy quedando corto. Y de entre todas esas opciones elegimos diez o quince para publicar en el futuro. El destello se resume en una parte de nuestra filosofía editorial: “Imaginación. Personalidad. Huida sistemática del lugar común”. Ahí están los libros y autores de Pez de Plata; provocando siempre. Nos gustan los escritores diferentes, y eso, con un texto en la mano, se ve rápido.

En un casco histórico con tendencia a convertirse en un parque temático de franquicias, Matadero Uno es un búnker. ¿Cómo se convence a un paseante de que entre a comprar un ‘Cuaderno de la revolución’ de Bande en lugar de una bolsa de galletas de esas que llaman cookies?

Los libros de Ramón Lluís Bande, su ‘Trilogía Republicana’, son libros esenciales para entender una parte muy importante de la cultura y la historia del pueblo asturiano. Son libros que recuperan la memoria de las clases populares y nos interpelan directamente. Nos muestran cómo lucharon los nuestros por una idea, y cómo en muchas ocasiones dieron la vida por ella. ¿Quién quiere cambiar eso por una galleta? Yo no.

Habéis integrado con naturalidad, en las estanterías, la literatura en asturiano con la de castellano. ¿Es esta la forma más efectiva de reivindicar una lengua?

Te dejo con mi compañera Natalia [Ochobre] y, de esta manera, respondemos reivindicando:

Natalia Ochobre: Nun sé si la meyor, pero pa nosotros yera algo importante. Ye cierto que tener una estantería solo de lliteratura n’asturianu pue da-y cierta visibilidá, pero creemos que tamién la condena al guetu. Mirando hacia otros llugares con llingües propies como Catalunya, València, Galiza…, vimos que les llibreríes integraben les dos llingües con plena normalidá. Y pensamos que yera eso precisamente lo que facía falta col asturianu en munchos ámbitos: normalidá.

Nestos dos años vimos cómo xente que buscaba Tolkien en castellán acababa llevando Tolkien n’asturianu porque taba al llau, alguien que buscaba Steinbeck en castellán llevaba ‘En llucha incierta’, inéditu en castellán pero espublizáu n’asturianu. Y así con munchos otros llibros d’ensayu, poesía, narrativa…, tanto nes estanteríes como nes meses de novedaes. Asina que de momentu tamos mui contentos cola decisión y creemos que ye un pequeñu granín d’arena pa la normalización del nuestru idioma propiu.

Como editor y librero, ves la trastienda completa de la industria. Cuando te sientas a escribir, ¿te paraliza o condiciona esa mirada de rayos X sobre el mercado o, por el contrario, te da una libertad feroz?

Lo voy a decir claro. Cuando escribo, y eso últimamente casi nunca sucede, lo que menos me importa son los editores o los libreros. No pienso en eso porque no tengo ninguna urgencia por publicar, ni siquiera tengo la necesidad de publicar. Siempre, eso sí, tengo el incómodo impulso de escribir, aunque no siempre lo consiga.

Nadie se convierte en escritor por publicar un libro, y hoy menos que nunca. Y tampoco por escribirlo. El mercado del libro es un circo lleno de payasos y cocodrilos. Solo hay paz en las librerías de viejo. Solo hay paz entre lectores.

Has dicho que prefieres lectores “un pelín pendencieros”. Entre estos dos desastres, ¿cuál te jode menos: que un autor de Pez de Plata no se venda en tu propia librería o que un cliente te diga: “Tu último libro es demasiado para mí”?

Por supuesto, me jode menos lo segundo. Si alguien lee ‘Las croquetas del señor Keller’ y me dice que no es lo suyo, pues qué le voy a hacer. Tengo mil recomendaciones para esa persona e igual alguna da en el clavo.

Los libros de Pez de Plata se venden muy bien en Matadero Uno, porque procuramos que estén siempre a la vista. Solo queremos demostrar que el interés que despiertan es directamente proporcional a la colocación que generan. Y quedó bien claro el mismo día de la apertura (y ya llevamos dos años). Si alguien viera las cifras, tomaría nota… Y no me preguntes por las cifras.

El cartel del 15º aniversario, obra de Iago Datriga, es un estallido. ¿Es la metáfora perfecta de lo que viene? Después de la fiesta, ¿vais a seguir mordiendo como hasta ahora? ¿Algo que contar?

Iago Datriga es un marciano maravilloso. Su cartel se compone de casi cien elementos, uno por cada título publicado por Pez de Plata desde 2010 hasta hoy. Y con esa imagen tan potente nos iremos de gira el año que viene, dentro y fuera de Asturias. Quien dice gira, dice fiesta. Y seguiremos publicando libros para celebrar cada uno de ellos de forma especial. En Pez de Plata siempre estamos de aniversario. ¿Quedó claro?

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Coda

La entrevista se acaba, pero la cerveza no. Jorge esboza una sonrisa entre irónica y combativa: la del que prefiere naufragar con honor a navegar en la mediocridad. No hay rastro de autocomplacencia en sus palabras, solo la certeza de quien sabe que su trabajo no es solo vender libros, sino pescar en las cunetas del diablo y robar autores de la tendencia. Mientras se siga confundiendo cultura con ornamento, proyectos como Pez de Plata y Matadero Uno seguirán siendo una trinchera necesaria desde la que disparar preguntas y dinamitar tópicos.

En Pez de Palta se celebra cada libro que desafía al algoritmo. La suya no es una queja estéril, es una tozudez productiva. Y lleva quince años demostrándolo. Su aniversario será una fiesta con el cartel marciano de Iago Datriga como estandarte y lo que surja.

Porque lo que no se cuenta –con humor, con rabia, con estilo– lo borra el orbayu. Y Pez de Plata lleva quince años publicando a contraviento.