#MAKMAAudiovisual
II edición de RARA&INVERTIDA
Muestra de Cultura Audiovisual Queer
Facultat de Belles Arts de la UPV
Organiza: Universitat Politècnica de València, con el apoyo de la Unidad de Igualdad y Diversidad y el respaldo del Vicerrectorado de Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad
25 y 26 de septiembre de 2025
¿Qué es lo queer? ¿Es una orientación, una identidad, un tipo de socialización, una estética, una temática? Un término presente, refugio para personas que se identifican con su alteridad, interesante para empresas que se benefician de su nicho de mercado, incómodo para ciertos sectores de la población y una amenaza para la integridad de ciertos partidos políticos, que obligan a sus cargos a prescindir de las siglas Q+ cuando se refieran al colectivo LGBTI.
Lo queer, complejo en el debate como en su naturaleza. Aunque su normalización, principalmente dentro de las industrias culturales, parezca un avance en derechos sociales, hay algo que huele a instrumentalización, a fagocitación, a vaciamiento. ¿Es positiva la normalización, es decir, establecer una norma? Tiene sus beneficios, como una mayor visibilidad y derechos sociales (en el papel); pero también implica una delimitación del espectro para que sea leíble y asimilable por el sistema. ¿Queremos esclarecer qué es lo queer?
Sobre estas cuestiones estuvimos debatiendo en la mesa redonda ‘Narrativas colectivas y comunidad queer’, inscrita dentro del festival RARA&INVERTIDA, que se celebró el pasado 25 y 26 de septiembre en la Facultat de Belles Arts de la Universitat Politécnica de València.
La segunda edición de la muestra audiovisual, conducida por Carmelo Galbadón y Jorge Vaño, tuvo por invitadas al videógrafo Fito Conesa, el director alicantino Koba Gómez y la directora andaluza Simone Sojo, integrante del colectivo audiovisual Tekiero. En la primera jornada, tras la presentación de Conesa y la proyección de cortometrajes, nos reunimos en el Auditorio Alfons Roig para reflexionar sobre la experiencia artística y vital de lo queer.

El coloquio, que al principio se notaba frío por los formalismos del marco universitario, rápidamente entró en calor y se convirtió en un debate y una puesta en común de experiencias entre ponentes y asistentes. No nos sentamos en círculo porque el espacio tenía otra disposición, pero la dinámica llegó a ser casi asamblearia.
Comenzamos con un punto en común: lo queer, antes que una temática, es una manera de hacer. Tanto Simone Sojo como Koba Gómez coinciden en que sus procesos nacen de la amistad. Siendo la industria audiovisual un espacio altamente jerárquico y precarizante, el Colectivo Tekiero, donde participa Sojo, reivindica el cariño y la horizontalidad: “Empezamos como un grupo de amigas y nos dimos cuenta de que trabajábamos muy bien juntas. Todas, cada una desde su departamento, tenemos una voz creativa muy activa. El trabajo colectivo lo entendemos desde el cuidado, los afectos y la horizontalidad”.
En el caso de Koba, su idea de colectividad implica “entender cuándo entra tu gesto y cuándo el de la otra persona. No se trata de imponer una idea sino de componer un ritmo conjunto. La autoría se disuelve; no es de nadie y es nuestro”.
Estirando del hilo de las formas queer, inevitablemente aparece el diálogo con lo LGBT. Concluímos que no es lo mismo. “Lo gay no lo hace queer”, podríamos decir. Lo queer va más allá; son aquellas disidencias que no encajan en las alteridades normativas. Fito Conesa, en el coloquio y en su obra audiovisual, denuncia la homonormatividad y la violencia que se ejerce sobre las personas del colectivo que no encajan dentro de las expectativas de lo gay. Hay un canon dentro de la alteridad.
‘MIDGARD’, obra de Conesa, hace un recorrido por algunos de estos estereotipos y lo enfrenta a su experiencia. Vemos recortes de revistas pop de los 90/2000 y los mitos sociales sobre lo erótico que con tanto ímpetu transmitían. Pasamos del analógico al espacio virtual. Páginas como ‘Guía Gay de Carretera’ o ‘Club de Paja BCN’, mapas de cruising y chats online que desvelan descaradamente los caminos marcados para lo gay.

Junto al pantallazo del scroll por estos espacios, un subtitulado al estilo Art Word se pregunta “¿Cómo escapar de la violencia normativizadora?”. Continúa la confesión de la conciencia cibernética de Conesa: “Enfrentarse a uno mismo, cuestionarse o intentar leerse dentro de un grupo es complicado. Descubrir estos huecos y refugios en Internet si bien despierta mi curiosidad, supuraban algo que me distorsionaba, que me llevaban a plantearme a mí mismo a un espacio al que no pertenecía. (…) Esta suerte de realidad virtuosa no estaba exenta de daños colaterales. Quizás la carne no es tan débil pero mis necesidades afectivas, sí”.
Los estereotipos funcionan como una reducción de la realidad para adaptarla a un pensamiento simple. Lo mainstream y lo comercial necesitan adherirse a formas simples para aumentar su impacto. Es lógico: para cumplir su objetivo de alcanzar al mayor número de personas, lo mainstream necesita activar estrategias de homogeneización.
Koba Gómez habla de su rechazo a encajar en una lectura cisheteronormativa: “Me molesta tener que ser explícitamente queer. Cuando te remarcan con esta etiqueta es para que lo lea un heterosexual. La opacidad me parece una manera de resistencia. Que no se puedan reapropiar de mí”.
En su cortometraje ‘Lesboterrorismo’, se entrevé la reticencia de Koba a formar parte del relato o de lo relatable. La pieza está compuesta por una serie de planos, en su mayoría planos detalle, de personas aparentemente queer en un espacio festivo. Nada más. No hay relato, no hay narrativa, tampoco se reivindica nada. Son unos pedazos de existencia felices, festivos y en comunión. No impone ninguna lectura; simplemente, se deja ver. Ahí respira la aspiración queer a una vida abierta a la diversidad, feliz y en colectivo.
Como acto de resistencia frente a la amenaza de absorción por parte del sistema, las ponentes proponen reapropiarse de la terminología. Seguir definiéndose como queer o como LGBT. Reivindicar la palabra travesti, maricón, bollera, para que sigan existiendo referentes reales fuera del simulacro de lo mainstream.
Simone Sojo añade: “La palabra travesti hay que recuperarla. No hay que renegar de las palabras porque intenten asimilarlas. No hay que dejar que las asimilen, porque son nuestras. Si cambiamos constantemente las palabras, se olvida la historia y eso es lo peor que puede pasarnos”.
Esta reivindicación no es tampoco una asimilación ciega. El poder está en saber ser crítica con lo propio. Este ejercicio lo vemos en la obra ‘The BIGGER the BETTER’, de Fito Conesa. Una remasterización del clásico del porno, junto al artista Siddharth G. Singh, donde borran a los protagonistas de la cinta VHS. El resultado es escalofriante.
El escenario, un aula vacía donde se intuye la silueta de estos cuerpos borrados teniendo sexo, y el audio original, que delega al campo de la imaginación la escena sexual implícita. Reapropiación, desplazamiento, intervención: estrategias del arte contemporáneo para una reformulación del imaginario queer.
La directora del Colectivo Tekiero señala también la importancia de expandir las formas de lo queer más allá de su propio ámbito, “como un caballo de Troya”, dice. Los dos cortometrajes de Tekiero proyectados en la muestra, ‘Las Pardas’ y ‘Uranites’, comparten una narrativa más convencional. Hay una historia y unos personajes a los que les suceden cosas. Sin embargo, sus personajes no esconden la pluma ni proyectan una historia dramática como solemos ver en los personajes LGBT del mainstream.
Al adoptar una narrativa cinematográfica convencional, los cortometrajes del Colectivo Tekiero han sido proyectados en festivales más generalistas, menos de nicho, sorprendiéndose incluso la propia directora de la buena recepción por parte del público.
En ‘Las Pardas’, vemos un grupo de travestis y mujeres trans que pasan la noche juntas en una piscina municipal. Hablan de sus cosas, preocupaciones, intereses, se ríen, se pican. El corto está lleno de planos preciosistas con unas composiciones cuidadas y alegóricas. Momentos también que rozan el surrealismo, que funcionan como puntos de fuga dentro de esa linealidad clásica.
‘Uranites’ muestra a dos extraterrestres que llegan a la Tierra preocupadas porque es el único planeta que no emite señales de comunicación interestelar. Llegan completamente desnudas, se visten con lo primero que encuentran en un tenderete, no coordinan bien brazos y piernas al andar. Se introducen en el pueblo y, aunque no encajan en los códigos sociales, nadie muestra una actitud de odio hacia ellas. Aceptan sus rarezas y las hacen partícipes de la partida de dominó y de una merienda familiar.
Ambas piezas muestran relatos amables –que no sin conflictos– que revierten la tragedia queer estereotípica. Recuerdo una comedia de los 80, ‘También encontré mariquitas felices’, del colectivo catalán Els 5QK’s. En esta película de serie B aparece un protagonista homosexual que se dedica a vengarse de las personas que han abusado de él a la vez que disfruta de sus relaciones sexoafectivas. Una película delirante y bizarra donde ya se muestra esa posición de resistencia desde la alegría, el amor y lo lúdico.
La imagen imperante de la maricona, la bollera o la travesti sufridora, infinitamente victimizada, no viene tanto por el propio colectivo, sino desde la industria, que solo entiende nuestra existencia como dolorosa, precisamente porque no la entiende, porque somos lo otro, porque somos las que viven en el margen y desde el centro eso se ve como un horror. Pero desde los márgenes también cohabitamos gozosas.
Al final de ‘Uranites’, las dos extraterrestres, que claramente son una alegoría de las mujeres trans, vuelven a su nave espacial. Esta imagen de las travestis como extraterrestres no es solo un pretexto del cortometraje de Sojo, sino una imagen del imaginario colectivo. Desde el público, una persona cuenta que la primera vez que vio a su tío travestido no podía creer que fuera él; le parecía alguien de otro mundo.
Conesa cuenta la primera vez que vio a unas travestis en las fiestas de su pueblo presentando una revista (subgénero del show de comedia, parecido al espectáculo de variedades). Estas mujeres querían beber gin-tonic. En la cantina del pueblo, era la primera vez que escuchaban el nombre de ese combinado. El padre de Conesa, encargado de la barra, puso la prioridad absoluta en descubrir qué era eso del gin-tonic para servírselo a las artistas.
Un pueril Conesa, viendo a esas mujeres de dos metros, supo que quería irse del pueblo, que él quería estar donde estuvieran los gin-tonics. “Si llega una nave y se las lleva, yo me lo creo”, concluye su anécdota Pavesa.
Hay una cuestión que sobrevuela la mesa redonda: ¿puede lo queer salvar el mundo? Hay dudas en la respuesta. Quizá este mundo, no. ¿Queremos, acaso, salvar este mundo? En todo caso, lo queer nos salva de este mundo. Quizá lo interesante es caminar hacia otro mundo, sin saber a dónde, dejando que el camino aparezca a cada paso.