Rosa Santos

#MAKMAArte
‘Anomalías’, de Pedro Bella y Miguel Rangil
Comisariado: Moisés Mañas
Colaboran: Vicerrectorado de Arte, Ciencia, Tecnología y Sociedad de la UPV. Laboratorio de Luz.
Galería Rosa Santos
Carrasquer 1, València
Hasta el 27 de junio de 2025

Se atribuye a Frank Zappa la idea de que, sin desviación de la norma, el progreso no es posible. Sin embargo, las anomalías, rarezas y excentricidades no siempre son bien vistas. Antes de generar algún avance, pueden generar rechazo, quejas o, cuando menos, alguna que otra polémica. Es lo que pasa (todavía) con el arte digital o multimedia.

Aun así, hay cada vez más ejemplos de la mezcla entre arte, ciencia y tecnología. Del festival Transmediale, en Berlín, al Miami New Media Festival. Del premio Arco Beep de Arte Electrónico al Llum BCN.

«Son trabajos que se ven más en festivales que en galerías, pero dentro de la labor como galerista –que ejerzo desde hace muchos años– está la de potenciar las nuevas generaciones, que considero que investigan y proponen otras vías de ver, de conocer y de entender el mundo y cuestionar la sociedad», comenta Rosa Santos, quien presenta hasta el 27 de junio las obras de los jóvenes artistas Pedro Bella y Miguel Rangil reunidas en la exposición ‘Anomalías’.

«En la búsqueda relacional del concepto de anomalía […] surge transversalmente el término algoritmo como elemento conmutador y “ser” vivo que ayuda a construir imaginarios insólitos personalizados, artificiales, algoritmizados, codificados o meca-fabricados», propone el comisario Moisés Mañas en el texto de sala.

Artista multimedia y docente de la Universitat Politècnica de València (UPV), Mañas apunta que el debate generado entre las obras de Pedro Bella y Miguel Rangil puede parecer asimétrico, pero parte de herramientas muy parecidas. «Son elementos que nos parecen anómalos dentro del concepto del arte contemporáneo, pero acaban convirtiéndose en algo ordinario en el contexto del post-internet».

‘Fractura’, de Miguel Rangil, en la galería Rosa Santos. Foto: Nacho López Ortiz.

Miguel Rangil parte de la experiencia factual. Enciende un mechero, vierte agua sobre la baldosa, tira una piedra en la arena. Graba estas escenas y las utiliza para entrenar un algoritmo predictivo (IA).

Pedro Bella, a su vez, parte de la fantasía. Imagina mundos utópicos cohabitados por diversas especies ficticias. Especula visualmente en torno a sistemas naturales. Luego, los modela en 3D, los anima, los imprime, los esculpe.

Salvando las distancias, las obras de Bella y Rangil demuestran que el arte, la ciencia y la tecnología pueden beneficiarse mutuamente de su confluencia, compartiendo perspectivas y abriendo nuevas posibilidades.

En la primera planta de la galería, Rangil parece preguntarse: ¿sueñan los algoritmos con las leyes de la física? Pero el modelo computacional predictivo genera futuros fragmentados y artificiales, anomalías que no podrían existir más allá de las pantallas que forman la serie ‘Fractura’.

«Sea Fractura un ejercicio de observación donde augurios de cambios de fase quedan obstruidos, descomprimidos, anulados, ante pulsos con cuerpos, entidades, enlaces, por lo físico otrora unidos», reza el poema que encabeza esta sección de la muestra.

‘Fractura’, de Miguel Rangil, en la galería Rosa Santos. Foto: Nacho López Ortiz.

«Estamos acostumbrados a que nos vendan el modelo de algoritmo, de inteligencia artificial, que en segundos es capaz de generar lo que llamamos hiperrealidad. Entonces, lo que me parece interesante en esta obra de Rangil es precisamente observar la incapacidad del modelo de entender una escena sin un texto», comenta Mañas.

¿Cuánto tiempo lleva para que la inteligencia artificial se haga inteligente? ¿Cuánto hay que entrenarla? ¿Quiénes lo hacen y cómo? ¿Cuánto de electricidad se gasta para ello? ¿Qué huella de carbono eso deja? Mientras bajamos las escaleras de la galería, estas son algunas de las preguntas que nos pasan por la mente.

En la planta baja, delante de las animaciones oníricas y las esculturas orgánicas de Pedro Bella, nuestros cuestionamientos ganan nueva perspectiva. El artista utiliza la fantasía para reflexionar sin límites sobre temas tan actuales como nuestra forma de consumir y nuestra relación con el medio ambiente.

En ‘Exogenous System’, ‘Seeds Syntopy’ y ‘Water Syntopy’, Pedro Bella crea ecosistemas plenos de vida, color y movimiento que nos invitan a entrar en otra dimensión. De ahí saca sus piezas escultóricas, que construye con bioplásticos de agar, hilos orgánicos, leds de cultivo e impresión 3D. Y encima trae para habitar la galería sus insectos de realidad aumentada.

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«Los vídeos son algo previo a las piezas físicas. Los hago cuando estoy modelando las piezas en 3D y es un proceso en que exploro los imaginarios inter-especie desde un punto de vista muy personal y, a la vez, como que subconsciente, porque se trata de una mirada no antropocéntrica», aclara Bella.

Asimismo, el artista hace énfasis en los materiales que utiliza para crear sus esculturas e instalaciones. «Yo me acerco a ellas como a la naturaleza, desde la curiosidad por los elementos y procesos. Y son piezas que realmente están como vivas, que tienen sus procesos, porque están hechas de materiales que absorben humedad, por ejemplo, y que son perecederos. Entonces, una pieza como esta, yo no sé cuánto puede durar».

Por otra parte, Bella confiesa que este modelo de producción, aunque sea más sostenible ambientalmente, también le genera dudas personales sobre la comercialización de sus obras y sobre su propio sustento.

‘Exogenous System’, de Pedro Bella, en la galería Rosa Santos. Foto: Nacho López Ortiz.
 

«Estamos acostumbrados a utilizar materiales que nos benefician por su velocidad o por el abaratamiento de costes», subraya el artista, haciéndonos pensar en las anomalías del modelo capitalista. «Pero en el caso de los que utilizo, ellos no me benefician a mí, pero pueden beneficiar nuestro desarrollo de conocimientos sobre los propios materiales y también la experiencia que propongo a través de las obras», concluye Bella.

Moisés Mañas aún hace hincapié en la complejidad del trabajo de Bella: «A veces pensamos que basta con dar a un botón y eso se imprime, pero no funciona así. No hay un molde para esas piezas. Eso proviene de un código».

La observación de Mañas refuerza otra vez el carácter humano de las obras multimedia que conforman la exposición ‘Anomalías’.  La obra de Rangil nace de la experiencia física y se plasma en la experimentación digital. La obra de Bella se origina en el universo digital para luego materializarse de manera física.

En todo caso, las piezas implican en la expresión y comunicación de las inquietudes y experiencias de estos dos jóvenes artistas y aportan nuevas perspectivas sobre los algunos relevantes retos actuales de nuestra sociedad. Además, como dejó dicho Baudelaire, «la belleza es siempre extraña».

Rosa Santos
Vista de la exposición ‘Anomalías’, de Pedro Bella y Miguel Rangil, en la galería Rosa Santos de València. Foto: Nacho López Ortiz.