#MAKMACine | ‘The Mistery of the Pink Flamingo’, de Javier Polo
Con Rigo Pex (Meneo), John Waters, Eduardo Casanova, Allee Willis, Antonyo Marest y Kero Kero Bonito, entre otros
90′, España | Los Hermanos Polo y Japonica Films, 2020
Película inaugural de la 35º Mostra de València
Jueves 22 de octubre de 2020

“La vida no es nada si no estás obsesionado”, aseveraba en una de sus entrevistas el (otrora) inefable cineasta John Waters. Una ofuscada inquietud, a modo de aprensivo empeño por algo (sea cuales fueren semántica y propósito), que brinda un orientado objetivo hacia el que conducirse, revelándose el trayecto hasta su consecución (o pérdida) en el genuino territorio en el que depositar el sentido último de las intenciones.

En cierto modo, una búsqueda del carácter o, como el caso que nos ocupa, una transformación identitaria que encuentra delirante acomodo entre el plumaje rosa de los flamencos caribeños, instituidos en icono kitsch de la cultura popular (y, por ende, mercantil) y razón teleológica del musicólogo ‘electrotropical’ y perfomer guatemalteco Rigo Pex (Meneo) en la película ‘The Mistery of the Pink Flamingo‘ –última producción de Los Hermanos Polo y filme inaugural de la trigésimo quinta edición de la Mostra de València–.

Flamingo

Una fake road-movie, tal y como apellidan los Polo –Javier, director del heterodoxo documental, y Guillermo, director de fotografía–, en la que Rigo Pex, uniformado de clínico negro, transita del paisaje sonoro mediterráneo hacia las fauces de plástico rosa y art déco miamense de Ocean Drive o
el plexiglás asalmonado de la costa oeste –entre brisas portuarias de Baltimore y calimas de desierto mediante–.

Un inopinado itinerario conjugado por el verídico testimonio de individuos de ostentosos barroquismos y vesanias de la periferia cultural –como Eduardo Casanova, Allee Willis (“gurú de lo kitsch”) e, ineludiblemente, John Waters, entre otros– que, en buena medida, se revelan en “personajes sinceros, que han sufrido, durante sus procesos creativos, crisis de identidad y han tenido que justificarse”, matiza Javier Polo, a consecuencia de su disidente orden de predilecciones.

Preferencias sobrevenidas por un inquietante paladar libérrimo que se asilan, con naturalidad, como un factor idiosincrásico de la educación visual contemporánea, alejadas del mainstream y, sin embargo, aceptadas por una ingente minoría a ambos lados del Atlántico.

De este modo, entre progresivos estampados florales y una desnortada prospección, ‘The Mistery of the Pink Flamingo’ reporta morfología a “dos universos de forma y contenido”, en los que “lo superficial se mezcla con lo que está debajo, buscando sentido y profundidad”, asevera Guillermo Polo. Una comunión entre lo epidérmico y lo subyacente con la que radiografiar los motivos que palpitan bajo el orden estético de lo kitsch, con morfología de flamingo, en la industria cultural estadounidense –cuya particular acepción del término ha devorado, mediante su irrefrenable universalización, otros variopintos y carpetovetónicos significados que palpitaban, con sudor folclórico y castizo, por estos predios–.

‘The Mistery of the Pink Flamingo’ refulge en personajes –a modo de permanente y sugestivo aperitivo– y se muestra correcta en los compositivo –evitando decaer en el exceso alucinógeno que gobierna a algunos de sus protagonistas–, rubricando un documento aseado y apto para espectadores neófitos que no hayan merodeado por las eyecciones trash de la subcultura audiovisual, cuyo rutilante epílogo, procurado por la ilustradora Carla Fuentes, sintetiza con excelencia las intenciones primigenias de la película.

Rigo Pex (Meneo) en un instante de ‘The Mistery of the Pink Flamingo’. Fotografía cortesía de la Mostra de València.

Jose Ramón Alarcón