‘Las tres vidas del pintor de la luz’, de Javier Alandes
Editorial Sargantana, 2020
2 de mayo de 2020

La imagen que tenemos de Joaquín Sorolla es la de un hombre maduro en la cima del éxito, trabajador incansable y buen padre de familia. Menos se sabe de la dura etapa de formación y aprendizaje de un joven que a los dos años perdió a sus padres en la epidemia de cólera que asoló Valéncia a mediados del siglo XIX. Adoptado por sus tíos maternos, sus innatas dotes artísticas le avalaron una sólida educación, primero en la Escuela de Artesanos y más tarde en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.

Como si el destino quisiera compensarle de su precoz orfandad, Joaquín encontró un protector en la figura de Antonio García Péris, prestigioso fotógrafo valenciano en cuyo estudio trabajó como iluminador, una tarea especializada que le introdujo en el uso de los colores que tan bien supo manejar. La estrecha relación que tuvo con su mentor se oficializó años después al contraer matrimonio con su hija, Clotilde García del Castillo.

Entre la realidad y la ficción novelesca, Javier Alandes relata la etapa de juventud del artista universal en su cuarta novela, ‘Las tres vidas del pintor de la luz’ (Sargantana). Un carboncillo firmado por Sorolla que su abuelo tenía en casa es el punto de inspiración y arranque de un relato que describe la forja de un genio. La primera etapa de formación de Sorolla en busca del estilo que le caracteriza y que le granjeó prestigio internacional como pintor de la luz mediterránea. «Sorolla no se levantó un buen día y comenzó a pintar playas, mar, velas y bueyes arrastrando barcas», dice Alandes. «Su genialidad fue resultado de un proceso creativo que se inició en su juventud».

Tras ahondar en su biografía, describe al artista como lo que hoy llamamos un emprendedor. «Lo fue hace más de ciento cuarenta años cuando ni siquiera existía esa palabra. Apostó toda su formación al arte, no se veía haciendo otra cosa en la vida, y se centraba también en su familia. En esa búsqueda de su estilo, acometió proyectos inmensos, como el del cuadro ‘Defensa del parque de Monteleón’, que se relata en la novela».

El libro se divide en tres partes. La primera transcurre entre 1915 y 1974, la segunda entre 1878 y 1909, y la tercera en la actualidad. Y los tres respectivos protagonistas, separados en el tiempo, descubren ignorados lazos que les unen. El joven Joaquín es el protagonista de la primera parte que relata su etapa de formación en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de València. La llegada de un nuevo profesor y la rivalidad con Marcos Galarreta, otro de los alumnos, serán la semilla del genio con el que Sorolla asombrará al mundo.

‘Defensa del parque de artillería de Monteleón’ (1884), de Joaquín Sorolla.

Para documentase sobre la València de finales del XIX, Alandes ha recurrido a la rica cartografía existente y otros documentos. «Existen muchas cartas y escritos de Sorolla y otros personajes valencianos de la época, como los Benlliure o Blasco Ibáñez. De Antonio García Peris, suegro de Sorolla y uno de los precursores de la fotografía en España, se conservan cientos de fotografías y retratos de su trabajo, que reflejan calles, vestuario y costumbres de dicha época».

El antagonista de Sorolla, Marcos Galarreta es un personaje de ficción. «Necesitaba un contrapunto, alguien que le espoleara continuamente a seguir buscando, a no rendirse. En cierto modo ésta es también una novela de aventuras. Las búsquedas de cada uno de los personajes, sus investigaciones, sus alegrías y sus decepciones necesitan de otros personajes que las equilibren».

‘Las tres vidas del pintor de la luz’ se enmarca en el género de ficción histórica. Partiendo de hechos reales, pues todos los datos de la vida de Sorolla son absolutamente ciertos, el autor añade personajes y situaciones ficticias para generar hipótesis sobre cómo surgieron algunas de las grandes obras del pintor.

Aprovechando el confinamiento, Alandes, que es docente de emprendimiento y conferenciante, trabaja en su cuarta novela, también relacionada con la pintura y de ficción histórica. «Además de disfrutar de una buena historia, este género sirve para aprender curiosidades sobre un determinado momento o contexto histórico», concluye Javier Alandes.

El escritor Javier Alandes.

Bel Carrasco