Desde las estivales vistas de Aiguadolç hasta el museo romántico de Sitges existe un camino preñado de sol –y cines− que en absoluto parece resultar apropiado para un festival dedicado al fantástico, género cinematográfico con las características climáticas originales de latitudes más norteñas, caliginosas y frías. Sin embargo, como la angustiosa ¿Quien puede matar a un niño? (Narciso Ibáñez Serrador, 1976) en donde la pesadilla se alejaba de los convencionalismos al engendrarse entre la luminosidad de una villa antaño de pescadores, Sitges apuñala y rasga los tópicos para mantenerse, desde 1968, como festival de referencia internacional.

Las escaleras que conducen hacia la iglesia de Sant Bartomeu y Santa Tecla ardieron desde el día 11 al 20 de octubre tras el paso del carrito ígneo de Rosemary Woodhouse, cuyas cenizas de perversidad sobrevolaron las cabezas de los espectadores que transitaban entre el gigante auditorio del hotel Melià, el antiguo matadero de L’Escorxador, los jardines del cine Retiro, l’Hort de Can Falç y el rancio encanto del teatro Prado. El cromatismo de Cau Ferrat −el atelier veraniego de Santiago Rusiñol− y la claridad del Palau de Maricel –sala de operaciones artísticas de Miquel Utrillo, Ramón Casas y el magnate Charles Deering− se vieron ensombrecidos por el nacimiento del ángel caído y su maldad, tema principal de una cuadragésimo sexta edición con anuncios intencionalmente casuales y realistas además de deliciosamente satánicos.

Varios fueron los homenajeados este año: al actor Simón Andreu, al que se le concedió el premio Nosferatu y del que se proyectaron El asesino está entre los trece (Javier Aguirre, 1973) y Pasos de danza sobre el filo de una navaja (Mauricio Pradeaux, 1974); el director José Ramón Larraz, siendo La muerte incierta (1973) y Symptoms (1974) las películas mostradas; y la actriz Patty Shepard, de quien se vio El techo de cristal (Eloy de la Iglesia, 1971) y La renta espectral (José Antonio Páramo, 1976), episodio de la serie televisiva El quinto jinete. Mención aparte merece el homenaje a Jesús Franco, del cual pudieron verse no sólo los carteles de algunas de sus películas en el auditorio, sino hasta siete obras suyas entre las que destacaban Miss Muerte (1966), Colegialas violadas (1981) o Revenge of the Alligator Ladies (2013), la última película de su producción y codirigida por Antonio Mayans. Asimismo, hubo cabida para los documentales sobre su persona: Llámale Jess (Carles Prats, Manel Mayol, 2000), La ira de Jesús (Naxo Fiol, Ferran Herranz, 2013), A ritmo de Jess (Naxo Fiol, 2013) o La última película de Jess Franco (Pedro Temboury, 2013).

Terry Gilliam presentó The Zero Theorem y Eli Roth The Green Inferno, mientras que Álex de la Iglesia protagonizaba una masterclass días antes de que Alejandro Jodorowsky mostrase su última película −La danza de la realidad− y su apoyo al documental de Frank Pavich, Jodorwosky’s Dune.

 De otra parte, el premio Máquina del tiempo fue otorgado a Charles Dance, malvado patriarca Lannister de la serie Juego de tronos y enigmático doctor en Patrick (Mark Hartley, 2013). Además, dicha película cuenta con otro de los galardonados del festival, el músico Pino Donaggio, a quien se le recordará por componer para Carrie (Brian de Palma, 1976). El director finlandés de Deep Blue Sea (1999), Renny Harlin, y el holandés Alex van Warmerdam fueron igualmente premiados, siendo éste último el que consiguiese el más alto galardón al ser su película, Borgman, la ganadora del festival. Mas, sin duda, fue Takashi Miike quien acaparó toda la atención, no sólo por recibir el Gran Premio Honorífico y clausurar el festival, sino por ser el protagonista de la publicación estrella de Sitges: Takashi Miike, La provocación que llegó de Oriente, libro coordinado por Ángel Sala y Desirée de Fez. El gran homenaje y retrospectiva de este año fue, por tanto, para el director japonés de 13 asesinos (2010), quien presentó Shield of Straw (2013) y del que pudieron disfrutarse hasta cuatro títulos más: The City of Lost Souls (2000), Shangri-la (2002), Audition (1999) y Shinjuku Triad Society (1995).

El palmarés 

En su huida por el bosque, Borgman acaba encontrando refugio en una residencia familiar. Sin embargo, su llegada trastornará el orden establecido mudándolo en un caos de toques fantásticos y humor negro. El film de Alex van Warmerdam, Borgman, se alzó con el premio a la mejor película, coincidiendo el jurado con el del festival de Cannes, quien también premiara esta mixtura de comedia oscura y thriller con ingredientes del surrealismo y el absurdo.

Navot Papushado y Aharon Keshales consiguieron el galardón a la mejor dirección por su película Big Bad Wolves, en donde el abuso hasta el asesinato de una niña de corta edad es el punto de arranque de este thriller israelí sazonado con pizcas de humor altamente corrosivo. Un prólogo en ralentí, luminoso, bucólico, y aderezado con la música excepcional de Haim Frank Ilfman, introduce al espectador en esta suerte de western tragicómico –cabe recordar el palestino a caballo− de personajes violentos, ambiguos y perversamente divertidos. Considerada por Tarantino como una de las mejores películas del año, el guión de Keshales y Papushado plantea, además, actitudes morales encontradas, forzando al espectador a dudar de los protagonistas e incluso de sí mismo.

No cabía duda de que el premio a la mejor fotografía sería para Larry Smith por Only God Forgives. El director de Drive (2011), Nicolas Winding Refn, nos ha acostumbrado al minimalismo interpretativo y vocal, focalizando su interés en la poética de la imagen o el deleite atmosférico por encima del texto. Resulta interesante el contraste de una violencia excesiva que logra la estilización por medio de la belleza de los planos, dueños de una paleta cromática intensa que palia la fealdad de la historia narrada. Larry Smith consigue una aliteración visual con la utilización constante de rojos violentos, concibiendo una escenografía opresiva y carcelaria por la que deambula el personaje interpretado por Ryan Gosling. Esta historia de venganza, Muay Thai, prostitución y complejos entramados familiares, sin duda permanecerá en la mente de los espectadores por su fotografía, además de por el hieratismo de Gosling y la solemnidad de su antagonista, excelentemente interpretado por Vithaya Pansringarm.

Fotograma de la película "Only God Forgives"
Fotograma de la película Only God Forgives, de Nicolas Winding Refn

Juno Temple consiguió el reconocimiento a su interpretación por Magic Magic, producción de terror psicológico dirigida por Sebastián Silva. La cinta no sólo ha sido avalada por la buena acogida en Sundance y Cannes, sino por relacionarse con la trilogía del apartamento de Roman Polanski. El argumento relata la visita de la insomne Alicia a su prima Sarah, con la que realiza un viaje por el sur de Chile acompañada de otros enigmáticos personajes. La ausencia temporal de su prima y la convivencia con los extraños acabará convirtiendo su visita en una odisea de corte pesadillesco.

Andy Lau consiguió el premio al mejor actor por Blind Detective, obra del chino Johnnie To en la que el invidente protagonista rastrea alguna pista que descubra el paradero de una niña desaparecida hace años. Una curiosa mezcla de film noir y comedia romántica con detalles absurdos.

Una cena entre amigos expectantes ante el paso de un cometa es el punto de partida de Coherence, el primer largometraje de James Ward Byrkit. Filmado en apenas una semana con los amigos del director, Coherence obtuvo la consideración de mejor guión por el jurado del festival y de mejor película por el de Carnet Jove, unánimes junto a público y crítica en considerarla una de las películas más interesantes y sorprendentes, pese a utilizar mínimos efectos especiales y recursos escenográficos. El tema del doble y teorías cuánticas se enredan en esta ópera prima de terror psicológico que algunos han comparado con El ángel exterminador (1962) de Buñuel.

El premio a los mejores efectos especiales fue para la película de Cliff Prowse y Derek Lee, Afflicted. En ella, dos amigos pretenden viajar alrededor del mundo e ir contando su experiencia a través de internet por medio de videos. Sin embargo, algo sucede en Europa y uno de ellos comienza a transformarse en un ser sobrenatural. Una nueva vuelta de tuerca al found footage y el cine de no-muertos que despertó sensaciones encontradas a su paso por el festival de Toronto.

Fotograma de la película "Afflicted"
Fotograma de la película Afflicted, de Cliff Prowse y Derek Lee

El premio especial del jurado fue para Only Lovers Left Alive, de Jim Jarmusch, historia de amor vampírico, música y literatura a caballo entre dos ciudades tristemente decrépitas: Detroit y Tanger. Jarmusch compone una película para culturetas, nihilistas y deprimidos, con un hipnótico comienzo en donde el universo se transforma en vinilo para recordarnos la teoría pitagórica de las esferas y la relación de los dos protagonistas. Mientras que Adam es un músico de melancolía perpetua, Eva tan sólo llena sus maletas con libros de varias épocas e idiomas. Melómanos, cultos y refinados, los vampiros de Jarmusch se colocan con aséptica sangre de laboratorio, pentagramas y letras. ¿Podría alguien imaginar qué clase de música y literatura sería creada por quien ha vivido desde el siglo XV y se ha codeado con las mentes más privilegiadas de la historia?

Fotograma de la película "Only Lovers Left Alive", de
Fotograma de la película Only Lovers Left Alive, de Jim Jarmusch

Asimismo, en Jodorowsky’s Dune (Frank Pavich), las tribulaciones del escritor chileno para trasladar la novela de Frank Herbert al cine recibieron una mención especial y el premio del público como mejor película de no ficción. Un film cuya mayor baza es el propio Jodorowsky relatando sus aventuras.

De otro lado, la crítica galardonó la cinta de Ari Folman, The Congress, película basada en la obra de Stanislaw Lem Congreso de futurología. Se trata de una arriesgada propuesta en la que animación e imágenes reales componen una curiosa mezcolanza. Con una Robin Wright que a ratos se interpreta a sí misma, la obra del director de Vals con Bashir (2008) realiza una crítica mordaz sobre la industria cinematográfica al tiempo que delata la manipulación de masas por parte de estancias superiores. El miedo a una realidad podrida convierte a los seres humanos en inconscientes adictos de farmacia, exiliados de cualquier participación colectiva real y sujetos a fantasías sin fundamento. Con algún plano homenaje a la Solaris (1972) de Tarkovsky y un entrañable Harvey Keitel, The Congress aprobó con nota en su paso por Sitges pese a los problemas técnicos acaecidos durante su proyección.

Como la anterior, un parásito doblega a los personajes y los confunde entre la realidad y la ficción en Upstream Color. Su artífice, Shane Carruth, obtuvo el premio al mejor director novel. Su paso por Sundance garantizó buenas críticas a esta película de personajes en busca de respuestas, reacios a ser víctimas de los deseos de otro superior. Carruth es responsable a la vez de la fotografía, la cual resulta altamente aséptica y fría como las luces de un laboratorio.

11. Upstream Color
Fotograma de la película Upstream Color de Shane Carruth

Por otra parte, el jurado Méliès d’Argent otorgó a Enemy, de Denise Villeneuve, el premio al mejor largometraje, cuyo texto –adaptado por el español Javier Gullón− parte de El hombre duplicado de José Saramago. Destaca la densa luz amarilla y la ciudad como extraña red arácnida, interpretando Jake Gyllenhaal a una suerte de William Wilson contemporáneo de altos matices expresivos. Enemy se trata de una historia aparentemente sencilla pero plagada de angustiosas preguntas existencialistas que pudiera acercarse a la literatura de Kafka.

12. Enemy
Fotograma de la película Enemy de Denise Villeneuve

NOTA: Lee la segunda parte de este artículo pinchando aquí:
Sitges 2013: Semillas de maldad (II)

Teresa Cabello