#MAKMAEntrevistas | Elisabeth G. Iborra
‘La vuelta al mundo de Lizzy Fogg (II Parte). Consejos para mujeres que viajan solas’
Ediciones Casiopea, 2018
7 de mayo de 2020

‘La Vuelta al mundo de Lizzy Fogg II’ es un libro gourmet de aventuras y peripecias internacionales contadas con desparpajo sobre la experiencia de viajar sola alrededor del mundo siendo mujer.

La escritora Elisabeth G. Iborra es autora del bestseller ‘Anécdotas de enfermeras’ y de otros 20 libros, entre ellos ‘La vuelta al mundo de Lizzy Fogg (I)’, ‘La medicina todo locura’, ‘El amor me persigue pero yo soy más rápida’, ‘Idealizado estás más guapo’ o, el último, ‘Oda a la comida’. Esta transgresora periodista especializada en sexología, viajes, gastronomía y vinos, rompe cánones literarios.

En el prólogo de tu libro indicas 18 meses para 33 países, ¿no es poco tiempo?

Es suficiente para ver lo que quieres de cada país y tantear si te quieres quedar más en unos o menos en otros. Yo así lo hice: en Brasil, Colombia, Australia, Nueva Zelanda, México y Argentina me quedé bastante tiempo; en cambio, de Bolivia y Vietnam salí corriendo. Lo mejor es darse la opción de improvisar.

¿Viajar sola y saliendo de situaciones complicadas por ti misma te empodera? ¿Te reafirma para ser tú misma?

Digamos que para viajar sola hay que ir empoderándose poco a poco antes, para tener herramientas y coraje cuando te encuentres en algunas situaciones complicadas. Al superarlas, te empoderas más y te refuerzas porque compruebas tu capacidad resolutiva y otras habilidades que quizá desconocías antes del viaje.

Según cuentas en tu libro, la India es un país de contrastes: idioma, sufrimiento, mendicidad, peligro por la noche, corrupción… Pero también son imperdibles Taj Mahal, Akshardam, Marari Beach, la convivencia de religiones, las frutas, la cobertura del móvil, el yoga… Solo me asalta una duda: ¿nos puedes explicar exactamente qué es la danza del tigre?

(Risas) Ese episodio me sucedió en Kerala, la zona más bonita del país, cuando me vi sola entre un grupo de hombres de distintas nacionalidades e intuí que era la presa a disputarse. Uno se intentó erigir como dueño y señor y, ante todos los demás, le dejé claro que yo me iba a dormir sola, para que ninguno se llamara a engaño. ¡Para saber cómo me libré de ellos hay que leer el capítulo!

Taj Mahal. Fotografía cortesía de la escritora.

¿Por qué consideras Vietnam el peor país y Argentina el mejor para visitar?

Porque en Vietnam la mayoría de la gente va a explotarte como si fueras la gallina de los huevos de oro y en Argentina van a ayudarte y a dártelo todo con absoluta e infinita generosidad. Adivina qué experiencia de viaje te va a hacer más feliz…

Hong Kong es distinta a China porque no hay tanta censura, por la libre sexualidad, etc., pero sorprende cuando dices que el mercado de jade es abominable. ¿Lo dices por la anécdota del karaoke?

Lo digo porque tienen un mal gusto de campeonato. Sus mercadillos son como un bazar chino gigante y con todas las horteradas que jamás te llegarías a imaginar. Hasta los toys sexuales eran feos… Por no hablar de Macao, que es el colmo de la ordinariez más ostentosa.

Yo tenía en mi lista de viajes pendientes ir a las Galápagos y al Amazonas, pero, después de leer tus experiencias, me lo voy a pensar varias veces antes de ir sola… ¿Has vuelto a ir después de escribir tu libro y has cambiado tu opinión sobre estos destinos?

Jamás volveré a Galápagos ni aunque me paguen el viaje. Esa gente no se merece ni la belleza que rodea a las islas, ni el dinero que les esquilman a los turistas. A Brasil y al Amazonas sí recomiendo ir, solo que no bajo ningún concepto, en un carguero de mercancías como se me ocurrió a mí. Mejor en un crucero con condiciones dignas de higiene y comodidad. Solo hay que leerse el capítulo para alucinar.

Bolivia, sin embargo, nunca me la había planteado, y tú me has provocado a incorporarla en mi lista de pendientes por el Salar de Uyuni. En ese capítulo aconsejas hacer el viaje con un turoperador chileno. ¿Sigue siendo el agua un valor a proteger, no solo en el Salar?

El agua siempre es un valor que proteger, especialmente en el lago Titicaca, donde, como sigan tratando así a los turistas, se la van a tener que tomar como suero oral. En el Salar, más que agua hay sal, y los paisajes que conforma son dignos de ver, pero se puede ir de excursión de tres o cuatro días entrando desde Chile, no hace falta exponerse a toda Bolivia.

Salar de Uyuni. Fotografía cortesía de la escritora.

En todo el libro, una de las cosas más importante es la comida: comidas autóctonas, ceviches, sushi, parrilladas, restaurantes gastronómicos, vinos con denominación de origen. ¿Es imprescindible para ti comer bien mientras viajas?

Es uno de los pilares de los viajes, porque a través de la gastronomía y del vino conoces mejor el país y su cultura, e incluso a su gente. Se hacen muchos amigos alrededor de una mesa, ya sea en un mercado, sentada en un banquito con los autóctonos, como en un bar o un restaurante con mesas compartidas. Por no hablar de lo divertidas e instructivas que son las visitas con degustación a las bodegas. El mejor ejemplo de esto, para mí, es Argentina, que, como se trasluce en el último capítulo, es mi país favorito del mundo mundial.

¿Te gustaría que tu libro fuera una película? Porque no debe de ser complicado convertirlo en un buen guion y está lleno de buenas anécdotas.

Eso siempre nos hace ilusión a los escritores, y esta crónica de la vuelta al mundo, en sus dos tomos, lógicamente, es muy descriptiva y visual. Pero ahora mismo estoy inmersa en el guion de ‘El amor me persigue, pero yo soy más rápida’ y en la novela poetizada y musicalizada de ‘Idealizado estás más guapo’, que son historias más fáciles en cuanto a producción y a localizaciones.

¿Qué le aconsejarías a alguien que quiera escribir un libro de viajes?

Que viaje mucho, vaya escribiéndolo todo sobre la marcha y, cuando tenga tiempo, lo recopile todo y lo someta a una buena revisión y edición antes de publicarlo. En ese sentido, en mi agencia, Amalgama, ayudamos a personas que se quieren autoeditar a dejar su obra amateur publicable, para que salga todo coherente y corregido a nivel profesional.

Elisabeth G. Iborra. Fotografía cortesía de Ediciones Casiopea.

Neus Flores