‘Piedra y encrucijada’, de Paco Zarzoso
Companyia Hongaresa
Sala Ultramar
Carrer d’Alzira 9, València
Hasta el 24 de noviembre de 2019

«Todas las vidas, incluso las más anodinas e insignificantes, tienen interés». Es la opinión de Paco Zarzoso, teatrero veterano con 30 años en el oficio que, en el ecuador de su vida, se enfrenta a su mayor reto profesional como autor y actor de ‘Piedra y encrucijada’, una tragicomedia inspirada en su propia vida, pero «con la voluntad absoluta de conectar con los otros».

El fundador de la Companyia Hongaresa de Teatre se desnuda durante 55 minutos en el escenario, en una propuesta metateatral que juega con los límites entre realidad y ficción. «Se podría decir que es una mezcla de autoficción y autosacramental laico», comenta. «Lo importante para mí era utilizar mi autobiografía para hablar de una persona frente a una encrucijada, pero con la intención de universalizar esa disyuntiva y que cualquier espectador pueda sentir mis tensiones como suyas. Creo que en ese juego ha ayudado el humor, porque, ciertamente, me pongo a los pies de los caballos, pero riéndome de mí mismo. El personaje tiene mucho que ver, para bien y para mal…, conmigo”.

‘Piedra y encrucijada’, de Paco Zarzoso. Imagen cortesía de Companyia Hongaresa.

La acción se sitúa en un cruce de caminos en Aragón, región que tiene un gran significado para Zarzoso, pues su padre era de Sarrión (Teruel) y ese territorio le resulta muy querido: “Es un lugar prácticamente vacío, pero muy cargado de elementos evocadores: el frente de Teruel, una vía muerta, la meca de la trufa negra, la arcadia de la bota de vino, la España vaciada. En cuanto a la piedra, por ser un objeto prelógico, tiene un gran valor simbólico, nos habla de la permanencia. La mayoría de las piedras nos preceden y nos sobrepasan temporalmente. Nos recuerdan nuestra vida efímera”. Un tema recurrente en su obra, pues en dos montajes anteriores de Hongaresa, ‘La piedra de la locura’ e ‘Hilvanando cielos’, las rocas también cobran protagonismo.

La pieza está dirigida por un joven de 24 años muy próximo al autor, Marcos Sproston, por lo que se ha producido una estimulante sinergia entre dos generaciones. “La combinación de un profesional contrastado con un debutante, con experiencia tan solo como actor y técnico, ha sido muy estimulante”.

‘Piedra y encrucijada’, de Paco Zarzoso. Imagen cortesía de Companyia Hongaresa.

El resultado es una tragicomedia existencial en la que se abordan los temas universales que preocupan a todos los seres humanos: las relaciones amorosas y familiares, el miedo a la enfermedad, la precariedad, la naturaleza… Durante el desarrollo del montaje se establece un juego teatral. Una y otra vez se rompe la cuarta pared; se vuelve a construir y se vuelve a romper. Cada vez que el espectador cree saber lo que está viendo y se relaja, surge un elemento nuevo. Eso sí, sin intención de realizar una recreación intelectual. 

La obra se representó el pasado mes de octubre en el Festival de Teatro Mercosur, en Córdoba (Argentina), y en el Medio Mundo Teatro de Buenos Aires. «La situación allí es complicada, pero el teatro es tan importante para los argentinos que lo necesitan tanto como el comer», comenta Zarzoso. «Es su refugio y punto de encuentro».

Sobre el futuro del arte dramático es francamente optimista: «El teatro tiene cuerda para rato», sentencia. «Es una de las herramientas más hermosas para seguir viviendo y para compartir el territorio con los otros. Por eso creo que, a pesar de todas las amenazas, seguirá latiendo», concluye.

‘Piedra y encrucijada’ se representará el sábado 30 de noviembre de 2019 en el Centro Mario Monreal de Sagunto, y el día siguiente, 1 de diciembre, en la Sala Umbral de Primavera de Madrid.

‘Piedra y encrucijada’, de Paco Zarzoso. Imagen cortesía de Companyia Hongaresa.

Bel Carrasco