Marat-Sade, de Atalaya
Espai Rambleta
Bulevar Sur, esquina Pío IX. Valencia
Única función: sábado 4 de junio, a las 20.30h

“Es uno de los grandes textos del teatro universal”, dice Ricardo Iniesta, director de Atalaya. Lo cual justifica sobradamente su elección como parte del repertorio de la compañía sevillana. Si a eso le añadimos el hecho de que durante cinco décadas jamás ha llegado a Valencia el Marat-Sade de Peter Weiss, la sola representación en Espai Rambleta el próximo sábado adquiere rango de solemnidad. Algo, sin embargo, ajeno a cuanto ocurre en la obra que describe el choque de caracteres entre el colectivista Marat y el individualista Sade, en el marco de los años posteriores a la Revolución Francesa. Allí donde la solemnidad deja paso a la sordidez.

Pasados más de 200 años desde que Marat fuera asesinado por Charlotte Corday, en el tumultuoso contexto revolucionario, lo cierto es que la obra posee una absoluta actualidad. “Más actual no puede ser, porque se habla de desigualdad, de corrupción, de ir contra los banqueros, los oligarcas, los políticos incompetentes; algo que en Valencia habéis sufrido especialmente”, señala Iniesta. Un espectáculo que dadas las personalidades enfrentadas requería de actores en su madurez. “Es el más difícil que ha afrontado Atalaya y el más extenuante para los actores por su nivel de voltaje, de energía, de compromiso”.

Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.
Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.

“La obra obliga a los actores a un sobreesfuerzo tremendo”

En este sentido, Iniesta comenta que es “cinco veces” Así que pasen cinco años, la obra con la que Atalaya ha estado en el Teatro Valle Inclán de Madrid, porque “requiere un sobreesfuerzo tremendo”. De ahí la necesidad de “actores muy consolidados”. Se da la coincidencia, además, de que se cumple el centenario del nacimiento de Peter Weiss, lo que termina por convertir Marat-Sade en un espectáculo de “rabiosa” actualidad. Rabia que en el escenario obliga a “darlo todo”.

El título original, con ser largo, resume la acción: La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade, que Weiss acortó a Marat-Sade. Y es que la obra tiene lugar en esa casa de salud mental donde Sade utiliza a internos para representar un hecho de la Revolución Francesa. Teatro dentro del teatro, para poner en escena “el choque entre el individualista exacerbado que es Sade y Marat en tanto representante de las ideas colectivistas que llevaron a la revolución”, explica Iniesta.

Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.
Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.

“Más peligroso que el mesianismo es la religión del dinero”

De nuevo, la actualidad. “Esas ideas colectivistas están ahora muy de moda”. Aunque el director de Atalaya subraya que el Marat “más humanista” termina siendo superado por el Sade “cínico, que defiende la destrucción del mundo por el individualismo feroz del hombre”. Hannah Arendt en ‘Sobre la revolución’ dice que “los tiranos se elevan al poder gracias a la ayuda de los pobres o pueblo llano”. ¿Es tan peligroso el mesianismo de ciertos líderes? “Eso es muy peligroso, pero bastante más peligroso son los dictados de la religión y, sobre todo, de la religión del dinero, de aquellos que no quieren que nada cambie”, sostiene Iniesta.

El Marat-Sade que llega a Espai Rambleta viene precedido del éxito cosechado en aquellas ciudades por las que ha ido pasando. “En Barcelona fue toda una catarsis, con el público gritando enfervorizado. Lo mismo que en Málaga, Valladolid…El público la verdad es que ha reaccionado muy cálidamente a nuestra propuesta”. Más que cálidos se muestran los personajes interpretados por Jerónimo Arenal (Marat), Manuel Asensio (Sade), Silvia Garzón (Corday) y Carmen Gallardo (narradora), cuyo papel como maestra de ceremonias “es fundamental” y de quien dice que no se ha llevado el Premio Max “porque no es de Madrid”.

Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.
Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.

“Carlota Corday sería ahora como Marie Le Pen”

De las numerosas versiones de la obra de Peter Weiss, Iniesta dice haber aprendido “por dónde no ir”. Salvo el trabajo de Adolfo Marsillach en 1968, lo que supuso el estreno de Marat-Sade en España, ningún otro le ha aportado algo que no sea para perfilar a su manera los personajes. “A Carlota Corday la he visto en general muy ñoña, cuando era una tipeja peligrosa y llena de fuerza”. Por situarla en la actualidad, sería una mujer “en la extrema derecha, como Marie Le Pen”. Y añade: “Una mujer de los girondinos que defendía postulados reaccionarios y que quería cargarse la revolución”. De ahí el asesinato de Marat, que en pintura inmortalizara Jacques-Louis David.

De Sade tampoco ha encontrado Iniesta en otras obras el personaje que buscaba. Al final ha sido su propia investigación y búsqueda, mediante más de 100 ensayos, las que han ido decantando al maestro del sadomasoquismo. “Quien ha representado la locura y el sadismo no puede aparecer como un gran orador refinado”. El coro o cuarto estado es otro de los protagonistas indiscutibles del Marat-Sade de Atalaya. “El primer estado es la aristocracia, el segundo, la religión, el tercero, la burguesía, y el cuarto, el pueblo”, que viene a “equilibrar la balanza entre Marat y Sade”, explica el director.

Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.
Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.

“Sade termina comiéndose a Marat”

Siendo Peter Weiss, a juicio de Iniesta, “partidario de las ideas de Marat, con el tiempo se fue radicalizando, al contrario de lo que sucede con la gente que se va haciendo mayor”. De manera que la “fuerza de Sade termina comiéndose a Marat, más apocado”. El individualista extremo aplastando al humanista moderado, en lo que bien pudiera constituir otra lección de vigente actualidad. “Esa idea de apocalipsis está sin duda sugerida”. E Iniesta cita ‘La estética de la resistencia’, en la que Peter Weiss revisita Marat-Sade para establecer esa relectura de su propia obra.

“La pobreza, no la carencia, es abyecta porque coloca a los hombres bajo el imperio absoluto de los cuerpos, de la necesidad”, recoge Arendt. Y los cuerpos están muy presentes en la obra de Atalaya. Cuerpos a punto de ser embalsamados, envueltos en mortajas. “Las grandes telas blancas que forman parte del tejido escénico dan esa idea de sábanas, mortajas, telones, columnas, que aluden a lo que sucede en los baños del hospital de Charenton”. Un teatro de locura en tiempos de revolución que alcanza a nuestros días. Todo ello en Espai Rambleta en una sola función que puede ser memorable. Como memorables son Marat y Sade en un pulso plenamente actual. Rabiosamente actual.

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Escena de Marat-Sade, de Atalaya.
Escena de Marat-Sade, de Ricardo Iniesta. Imagen cortesía de Espai Rambleta.

Salva Torres