De puño y letra. Laura Iniesta
Galería Alba Cabrera
C / Félix Pizcueta, 20 bajo. Valencia
Hasta el 30 de junio

Acaba de llegar de Shangai, donde ha realizado dos murales de 9 x 11 metros para el New Campus de Pei. He ahí el cosmos de Laura Iniesta. Si quieren ver su microcosmos, lo tienen más cerca: en la galería Alba Cabrera, donde se exhibe una treintena de piezas de pequeño y gran formato que la artista catalana ha denominado De puño y letra. Cosmos y microcosmos que, en todo caso, parten de un mismo talante creativo: el de volver a empezar. “Que la sociedad y el hombre puedan ser mejores”. Lo dice convencida, fruto de la “reafirmación” en su trabajo. “Me siento muy segura”.

Y es que Laura Iniesta, ya sea desde la altura necesaria para calibrar el cosmos de sus murales, o a pie de obra, tiene muy claro el perfil que adoptan todas esas formas sinuosas, drapeadas, bulliciosas. “Es una vuelta a los orígenes”. Todo lo que hace últimamente aparece, como por arte de magia, encaminado hacia adelante, pero con la mirada puesta atrás. Como la suricata africana, cuyo cuerpo parece detenido en el presente, mientras su cabeza se retuerce como buscando algo del pasado. Laura Iniesta piensa que “se puede volver a empezar”. Y en ello está: encontrando, como Picasso, lo que no busca.

Red Comet, de Laura Iniesta. De puño y letra. Imagen cortesía de Alba Cabrera
Red Comet, de Laura Iniesta. De puño y letra. Imagen cortesía de Alba Cabrera

De hecho, trabaja por intuición. “Parto de un boceto, que luego se va transformando”. Para eso hay que estar “abierto de mente”. Abierto para “ir encontrándote las cosas”. Y con lo que se va encontrando Laura Iniesta es con negros (“me apasionan los distintos negros”), con los colores cálidos de la tierra y, sobre todos, el rojo, que es el que “lo ata todo”. Recuerda que, en su momento, pintó muchos azules, “pero ahora los rechazo”. En cambio, el rojo…

El rojo, en medio de la estampida de colores magmáticos que recorre su obra, es como una vuelta al redil de la pasión que tiende al desorden. Está de acuerdo con la metáfora del jazz: cada instrumentista improvisando por su cuenta, dejándose llevar por el caudal impetuoso de la sangre, para después volver al punto de encuentro melódico. El rojo sería ese límite fronterizo entre el excesivo orden y el loco desorden; entre la santa y el voluptuoso, que diría Bataille al hablar del erotismo.

Creuant el foc, de Laura Iniesta. Exposición De puño y letra. Imagen cortesía de la galería Alba Cabrera
Creuant el foc, de Laura Iniesta. Exposición De puño y letra. Imagen cortesía de la galería Alba Cabrera

Y algo de erotismo hay en la obra de Laura Iniesta, que se mueve entre el ímpetu y su atemperancia. Ímpetu cosmológico que al tocar tierra se disuelve en múltiples formas, todas ellas bailando, entre caprichosas y amenazantes, alrededor de ese rojo que hace de contrapunto para que el conjunto no se pierda en el caos o la monotonía. De puño y letra, sin duda, porque lo que viene a decir Iniesta es que se muestra segura de poder controlar esa pasión desbordante. Por eso el mural funciona cuando se pone de pie. “Si funciona en el suelo, también lo hace en la pared”. Para ello ha sido necesario “reafirmarse” en lo que hace; perderle el miedo a las formas caóticas, templando el pulso. Y Laura Iniesta lo logra enfrentándose al vacío presente, con la recuperación de sedimentos pasados. De ahí los colores cálidos, la tierra y ese color rojo doblegando al negro.

Aoul, de Laura Iniesta, de su exposición De puño y letra. Imagen cortesía de la galería Alba Cabrera
Aoul, de Laura Iniesta, de su exposición De puño y letra. Imagen cortesía de la galería Alba Cabrera

Salva Torres