L’Associació Catalana de Crítics d’Art  (ACCA), ante la actual situación del sector de las artes visuales en Cataluña, y con motivo del debate que está teniendo lugar al respecto en la página web de la propia asociación y en otros medios periodísticos o redes sociales, quiere hacer algunas observaciones y algunas preguntas en voz alta.

Al mismo tiempo, convoca a las administraciones públicas e instituciones artísticas a participar en este debate, a abrir vías de diálogo con los profesionales del sector de las artes para dar respuesta y, si cabe, encontrar soluciones a las cuestiones planteadas.

 

1. ACCA se manifiesta claramente a favor del fomento de la creación y del pensamiento contemporáneos. En este sentido, en estos momentos de precariedad, valoramos muy positivamente, como no puede ser de otra manera, todos los esfuerzos de artistas, críticos, pensadores, gestores y administraciones públicas por trabajar a favor del arte y de la cultura.

2. Paralelamente, entendemos que la principal misión de una asociación como la nuestra es la de fomentar el debate y el espíritu crítico entre los activos del sector y la gente joven que se acerca por vez primera. Sobre todo, cuando desde las administraciones públicas no se fomenta este tipo de diálogo y sus decisiones llegan sin ninguna posibilidad de mejora.

3. En este sentido, y a raíz de la inauguración de la exposición que, en el centro Arts Santa Mònica, recoge el trabajo de la Xarxa d’Espais d’Art de Catalunya, han salido a relucir algunas contradicciones que la Conselleria no ha sabido o no ha querido explicar. ¿Cuál es la salud actual de esta red? ¿Por qué no se han explicado las situaciones reales de precariedad, si no de desatención, de algunos centros por parte de los respectivos ayuntamientos? ¿Por qué se ha vendido la exposición como un escaparate que maquilla la mencionada situación de precariedad, solamente superada por la buena práctica de los profesionales independientes de la cultura? ¿Cómo pueden trabajar algunos centros de la antigua Red con recortes presupuestarios que en algunos casos llegan a superar el 50%? Y, lo que es peor, ¿cómo podemos entender que algunos ayuntamientos hayan reconvertido los centros de arte en instalaciones bajo la dirección de cargos de confianza de los equipos de gobierno y, por tanto, sin contar con profesionales externos cualificados? ¿Por qué no se convocan concursos públicos para dirigir aquellos centros que no tienen y se acaban las interferencias de políticos que no han demostrado tener ninguna formación en el terreno cultural? Más aún, ¿por qué no se explica que alguno de estos centros lleva meses inactivos a la espera que los responsables municipales decidan qué hacer?

La Xarxa de Centres d’Art fue en su origen un proyecto que velaba por la interrelación entre la práctica artística y el tejido social en un sentido diáfano y una escalera territorial nacional. ¿Por qué razones se ha desatendido su implementación? Si La Xarxa de Centres d’Art es tan importante para la Conselleria, valoración que es compartida mayoritariamente por el sector, ¿por qué no explica qué estrategias tiene para evitar cierres como el del espacio Zero1 de Olot y aquellos que puedan seguir ante el poco interés que muchos políticos municipales demuestran por el arte de nuestros días? Desde ACCA pedimos a la administración una explicación del estado real de la Red y del ensamblaje que prevé que tenga con todo el sistema cultural, en forma de programas y presupuestos.

4. La Conselleria anunció que el presupuesto para el nuevo rumbo del centro de arte Santa Mònica sería de 3,1 millones de euros. Sorprende que el presupuesto que la propia Conselleria otorga al MACBA es inferior a esta cantidad (2,8 millones). ¿Esto quiere decir que han cambiado sus prioridades desde que presentó,  no hace tantos meses, aquel Power Point de las “constelaciones” donde todo el arte contemporáneo colgaba del Museu d’Art Contemporani de Barcelona? ¿Cuáles son las implicaciones de este giro?

Santa Mònica es un claro ejemplo de un centro de arte que ha estado sujeto a los “vaivenes” políticos, con un cambio de modelo y de dirección con cada uno de los cambios de gobierno que se han sucedido desde su nacimiento. En este sentido, la actual desproporción entre su financiación (y el anuncio de la difusión de sus actividades por medio de la televisión nacional) y el que reciben otras instituciones artísticas de Cataluña es muy tentador entenderlo, una vez más, como un exceso de celo político y no como fruto de la articulación de una política cultural coherente. ¿Con qué asesores cuenta la Conselleria para adoptar estas decisiones, algunas de las cuales contradicen las que había tomado la propia Conselleria no hace mucho tiempo?

5. En la ciudad de Barcelona también surgen algunas preguntas inquietantes. Si el centro de arte Fabra & Coats representa lo que ha quedado del viejo proyecto del Canòdrom, ¿puede reemplazar la función de Kunsthalle en la capital catalana con un presupuesto de doscientos mil euros, tan lejos de las asignaciones a Santa Mònica? A su vez, la implementación de un centro de arte de estas características ¿se puede resolver por medio de una convocatoria anual para los proyectos de comisariado que se presenten? Esta práctica no parece que apueste por dinámicas de trabajo que consoliden unos públicos, que se trabaje en medio o a largo plazo con el tejido social local y, a su vez, se fomenten las relaciones internacionales que un proyecto como este requiere.

Además, ¿qué papel juegan aquí las exposiciones de la Virreina? Por qué no se ha provisto una vacante para dirigir este centro? ¿Quién dirige actualmente la programación y con qué grado de independencia respecto a los criterios políticos de la corporación municipal? ¿Qué papel juega con el tejido creativo del territorio y quién es el interlocutor? Desde ACCA reclamamos la convocatoria de una plaza de director o de un equipo directivo que presente un programa público y que tenga capacidad de diálogo con el sector de las artes y con la ciudadanía en general.

6. Todas las preguntas y las observaciones aquí formuladas no solo necesitan respuestas lúcidas y que eviten la sensación de una improvisación permanente, y, lo que puede ser todavía peor, de una falta de acuerdo y proyectos comunes entre las diversas administraciones catalanas, gobernadas en muchos casos por una misma formación política. Pedimos o, si se puede, exigimos que estas respuestas se den en el marco de un intercambio de opiniones, un diálogo abierto, donde la voz de los profesionales sea tenida en cuenta y reconocida como tal.

Barcelona, 23 de noviembre de 2013.