Un palco en el teatro del mundo. Colección Pura Formalidad. Cueto Lominchar
Comisariado: Ricardo Forriols
Centre Cultural La Nau de la Universitat de València
C / Universitat, 2. Valencia
Inauguración: lunes 3 de julio, a las 20.00h
Hasta el 10 de septiembre de 2017

La muestra Un palco en el teatro del mundo. Colección Pura Formalidad. Cueto Lominchar agrupa varios miles de fotografías en distintos formatos y soportes a través de las que se despliega una nueva presentación del ingente archivo fotográfico de este artista. Comisariada por Ricardo Forriols, la exposición supone una nueva oportunidad para ver la obra del autor en Valencia, donde no exponía desde 2011.

La exposición presenta parte del archivo fotográfico de Cueto Lominchar, una selección mínima de unas dos mil imágenes (de las cerca de 800.000 que podría contener hasta el momento) insistiendo en la idea vertebral del proyecto: convertir la ventana del estudio en un palco abierto al teatro del mundo.

Obras de Cueto Lominchar.
Obras de la exposición ‘Un palco en el teatro del mundo’, de Cueto Lominchar. Imagen cortesía de la Universitat de València.

Esta idea que da título a la muestra es en realidad una cita a un comentario de Walter Benjamin sobre el interior burgués a mediados del siglo XIX: «El particular, que en la oficina lleva las cuentas de la realidad, exige del interior que le mantenga en sus ilusiones. Esta necesidad es tanto más urgente cuanto que no piensa extender sus reflexiones mercantiles al campo de las reflexiones sociales. Al configurar su entorno privado, reprime a ambas. De ahí surgen las fantasmagorías del interior. Para el particular, el interior representa el universo. En él reúne la distancia y el pasado. Su salón es un palco en el teatro del mundo».

Un giro de sentido práctico pone el punto de atención no en el interior doméstico, sino en la posibilidad de mirar desde ahí hacia afuera a través de una ventana que se teatraliza y se convierte en ese palco desde donde atender al espectáculo universal de la calle. Por eso, la muestra comienza con una imagen de la ventana abierta al exterior que es el teatro del mundo, siendo el cortinaje de terciopelo rojo -que alguna vez ayudó a ocultar al fotógrafo- el mejor telón para la representación.

Todo el montaje trata de reproducir el horror vacui del estudio mental donde se trabaja el archivo para hacer visible su volumen importante, la cantidad de imágenes, evidenciando sobre el muro que se trata tan sólo de una selección con una disposición procesual (nada definitivo ni enmarcado) que se completa con una proyección y la presentación manejable de una decena de colecciones -sólo una pequeña parte de lo posible- como fotolibros.

Obras de la exposición 'Un palco al teatro del mundo', de Cueto Lominchar. Imagen cortesía de La Nau de la Universitat de Veléncia.
Obras de la exposición ‘Un palco en el teatro del mundo’, de Cueto Lominchar. Imagen cortesía de la Universitat de València.

Por otra parte, en esta exposición se ha querido destacar una de las series, la colección ‘Pura Formalidad’, en la que el artista Cueto Lominchar empareja detalles de sus fotografías con otras imágenes de nuestra cultura visual (pintura, escultura, cine, fotografía, etc., a modo de cita) insistiendo en la posibilidad de un eco coincidente que parece atravesar nuestra historia desde la imagen en gestos, poses y actitudes que se repiten.

Como él mismo señalaba en el catálogo editado con motivo de la exposición Gradivas: «La primera fotografía que tomé con una Voigtländer de segunda mano se remonta al verano de 1984 y fue en la playa de mi pueblo, Puerto de Sagunto. La cámara ha servido como una fiel herramienta que consolaba la sensación de pérdida y la imposibilidad de retener los prodigios de los que la vista puede disfrutar y que la vida ofrece en cualquiera de sus “rincones». Desde esa primera vez he tomado fotografías con todo tipo de cámaras, desde las más pequeñas que permitían esconderse y disparar sin mirar siquiera por el visor a las sofisticadas y rápidas autofocus. Primero fue en las playas y después en las calles de la ciudad, casi siempre Valencia aunque también hay algunas tomadas en los viajes. Desde las primeras, en las que se muestran cuerpos, actitudes y gestos más explícitos, he ido retrocediendo en esa búsqueda para acabar asumiendo sólo un pequeño espacio, la demarcación de un territorio único al alcance de mi vista: aquello que puedo ver desde la ventana de mi casa. De esta manera la ventana es como un obturador y sólo registro lo que se puede ver desde allí».

Y sigue Cueto Lominchar: «Se trata de un proyecto que pretende ser algo más que una serie fotográfica. En realidad describe una actitud contemplativa y hace énfasis en la mirada como dispositivo esencial de la percepción codificador del deseo. […] En sentido estricto esta actividad es el centro de la cuestión y, más que la selección de algunas fotos en función de sus virtudes formales, lo importante es la suma de todo este “álbum” de mi memoria. En un principio no se premeditaron ni se propusieron metodologías para su elaboración pero, con el tiempo, esta suma de fotografías pueden agruparse o asociarse en función de infinitas posibilidades y en atención a muchas temáticas. Es un “cajón” voluble y tan variable como los ojos de quienes pudieran manipular su contenido».

'Un palco al teatro del mundo', de Cueto Lominchar. Imagen cortesía de la Universitat de València.
‘Un palco en el teatro del mundo’, de Cueto Lominchar. Imagen cortesía de la Universitat de València.