Teatre Escalante
Programación 2019-2020
Diputación de Valencia
Jueves 28 de junio de 2019

“La Administración pública tiene una estructura muy complicada”, lamentó Josep Policarpo, director del Teatre Escalante. Complicada hasta la extenuación. “Han sido tres años de impasse”, continuó diciendo, quien deja el teatro dependiente de la Diputación de Valencia, tras finalizar su contrato en agosto. “Nos hemos instalado en una transitoriedad definitiva”, añadió. El Escalante lleva todo este tiempo sin una sede estable, después de abandonar su espacio de la calle Landerer por problemas estructurales y la falta de acuerdo con sus propietarios.

Tres largos años de dimes y diretes en torno al nuevo espacio. “Una sede estable es necesaria”, volvió a reclamar Policarpo. Se habló de Espai Moma, donde estaban a punto de recalar a falta de unos flecos administrativos que se han ido enredando. Luego se apuntó como posible sede La Marina. Y nada de nada. “Continuamos con la itinerancia”, de manera que “esa necesidad imperiosa la deberá trabajar el nuevo diputado”. Toda una legislatura perdida, que le llevó al director del Escalante a pronunciarse con elegante suavidad, no exenta de crudeza: “Políticamente se ha de asumir la responsabilidad y no hacer dejación de funciones”.

Anna i la màquina del temps, de Dacsa Produccions. Imagen cortesía de Teatre Escalante.

Josep Policarpo se refería a una Diputación de Valencia que ni sabe, ni contesta, al menos durante todo este tiempo. Su plaza, en teoría, volverá a salir a concurso público, aunque de momento tampoco se sepa nada. De nuevo, la pesada Administración pública. Pesada y dubitativa. Por eso Policarpo aseguró que era “difícil valorarlo ahora”, si se presentaría o no a ese hipotético concurso: “Dependerá del grado de compromiso que tenga la Diputación con el Escalante. Si eso no se dice públicamente, pues igual no habrá tantos candidatos”.

La dejación de funciones ha llevado a dibujar un nuevo panorama, “que el Escalante pase al Institut Valenciá de Cultura”, según dejó caer Policarpo, haciéndose eco de las declaraciones del conseller de Cultura, Vicent Marzá. “Es digna y realizable”, aunque eso tenga que contemplar “otro régimen jurídico”, lo cual supondría, viendo la pesadez administrativa, volver a las declaraciones voluntariosas, carentes de efectividad. “Ha faltado el compromiso y la voluntad por parte del presidente de la Diputación”, señaló de forma taxativa Policarpo.

Estrella, de Jokin Oregi. Imagen cortesía de Teatre Escalante.

El director del Escalante, que dijo haber hecho “de la necesidad virtud” y definir su mandato como una “carrera de obstáculos que hemos ido superando”, describió con cierta amargura esta última etapa: “Había cierto orgullo por el Teatre Escalante, los políticos le tenían cariño. Y eso se ha perdido en los últimos años” de gobierno progresista venido, en este caso, a menos. Una lástima, teniendo en cuenta el arduo y valorado trabajo de Jaume Policarpo, a quien le llovieron agradecimientos por parte del sector teatral, que quiso acompañarle en su última comparecencia pública como responsable del Escalante. Al menos, si las cosas no cambian.

Luego fue desgranando sus logros al frente del teatro de la Diputación. “El gran reto era reformar el modelo de teatro público, porque estaba desvirtuado. No había igualdad de oportunidades, ni programas artísticos de largo recorrido, ni transparencia en la gestión”. Su intención ha sido “rearmarlo, modernizar la gestión, dar paso a nuevas compañías y renovar los lenguajes”. Un cambio que se ha reflejado, por ejemplo, en el estreno de ocho espectáculos propios durante las tres últimas temporadas, destacando los proyectos de La Teta Calva, Pot de Plom, Gabi Ochoa, Otra Danza, El Pont Flotant, Lucas Escobedo, Dacsa Produccions y Crit, “que nunca habían trabajado en proyectos públicos de esta envergadura”, subrayó el director del Escalante.

Josep Policarpo (quinto de izda a dcha), junto a Rosa Pérez Garijo y diversos representantes teatrales. Imagen cortesía del Escalante.

Ya metido en la nueva temporada, destacó el espectáculo Lluna, la única producción propia, en la que L’Horta Teatre combinará las artes escénicas con la ciencia y la tecnología, bajo la dirección de Juan Pablo Mendiola. Es la única producción del Escalante para este año, porque, como indicó Policarpo, la ausencia de un espacio estable dificulta, con tan poco tiempo y las dudas reinantes, la posibilidad de programar otras que necesitan “cinco semanas como mínimo para hacerlas”. El Teatre Principal, el Centre del Carme, el Teatre Martin i Soler del Palau de les Arts, y La Mutant (otro espacio que sigue en el aire), son los lugares por donde itinera el Escalante, y ninguno de ellos puede ofrecer esas condiciones mínimas necesarias para desarrollar una producción propia.

Por el contrario, se repondrán tres de sus espectáculos más emblemáticos: Anna i la màquina del temps (Dacsa), Les aventures de Tomasa Sawyer (La Teta Calva), y Yolo (Lucas Escobedo). Además, continuará con los ciclos Teatre de la Memòria, Teatre i Mùsica, Escena Diversa, y Menut Teatre, al tiempo que seguirá colaborando con los festivales Russafa Escènica y Dansa València. Todo ello a falta de que la Diputación se pronuncie sobre el futuro del Escalante, un año más navegando en aguas de nadie.

Flou Papagayo, de Clara Poch y Marçal Calvet. Imagen cortesía de Teatre Escalante.

Salva Torres