Sindbad en el País del Sueño
Juan Miguel Aguilera
Editorial Fantascy
De venta en liberías

Juan Miguel Aguilera (Valencia, 1960) estudió diseño industrial, pero su vocación es la de diseñar historias en mundos paralelos, tanto en el ámbito de la ciencia ficción hard como de la fantasía oriental. A esta modalidad del género fantástico pertenece su última novela, Sindbad en el País del Sueño, un magnífico relato de aventuras de corte clásico, inspirado en las leyendas de Las Mil y Una Noches. Su trayectoria lo sitúa en uno de los peldaños más altos del podio de los escritores de literatura fantástica que en Valencia cuenta con dos primeras figuras: Laura Gallego, en versión juvenil, y Pilar Pedraza, en la línea gótica.

Una de las ilustraciones del libro 'Sindbad en el País del Sueño', de Juan Miguel Aguilera. Imagen cortesía del autor.
Una de las ilustraciones del libro ‘Sindbad en el País del Sueño’, de Juan Miguel Aguilera. Imagen cortesía del autor.

Aguilera escribió sus primeras obras en colaboración con Javier Redal, historias enmarcadas en la ciencia ficción dura, y ambientadas en La Saga de Akasa-Puspa, una recreación de mundos y ambientes consistente y detallista. Mundos en el abismo y sus continuaciones, Hijos de la eternidad y Mundos y demonios, combinan una trama típica de Opera Space con elementos de ciencia ficción hard. El refugio muestra una gran influencia científica en biotecnología, bioquímica, comunicación entre especies o en evolución. También ha colaborado con el conocido autor Rafael Marín Trechera y participado como guionista en la película Náufragos y en el cómic Avatar. Como ilustrador ha elaborado numerosas portadas para libros de ciencia ficción.

¿Su Sindbad tiene algo que ver con el de Las Mil y Una Noches?

He jugado con la idea de que se trata del personaje real cuya leyenda dio origen a los relatos de Las Mil y Una Noches. Para ello lo he situado en esta época, en el Bagdad del califa Harún al-Rashid, en el año 800 de nuestra era. Nunca me planteé adaptar los cuentos originales, sino crear una historia nueva con este personaje legendario. El que esté interesado en las historias de Sindbad que aparecen en Las Mil y Una Noches, podrá acceder a ellas en la traducción de Vicente Blasco Ibáñez gracias a unos códigos QR contenidos en mi libro. También he usado estos códigos, que se pueden entender como notas a pie de página, para ampliar la información histórica relacionada con la época y la ambientación de la novela.

¿El País de los Sueños y los seres que lo pueblan como djinn en sus diversas variantes están inspirados en algún relato o leyenda oriental, o son fruto de su imaginación?

Los djinn son citados muchas veces en el Corán. Es más, una de las suras está dedicada íntegramente a ellos. Por lo tanto, para un musulmán devoto los djinn existen sin ninguna duda, creen en ellos como yo creo en los maoríes aunque nunca haya visto a ninguno. Según el Corán, Alá creó a los ángeles en primer lugar, pero los hizo perfectos y sin voluntad propia. Luego se le ocurrió la idea de crear a los djinn, unas criaturas menos poderosas que los ángeles pero con libre albedrío, que decidirían por sí mismos si le eran fieles o no, y les dio la Tierra para habitarla. Por fin, Alá creo al ser humano, le dio la capacidad de decidir y también le dio la Tierra, lo que hizo inevitable el enfrentamiento entre hombres y djinn. Me parece una mitología fascinante, y aún más cuando es algo real para una parte importante de la humanidad. Organizando y dándole un poco más de coherencia a estas leyendas creé la trama fantástica de mi novela, imagino que de una forma semejante a como Tolkien utilizó las antiguas leyendas centroeuropeas como base para su Tierra Media.

Portada del libro 'Sindbad en el País del Sueño', de Juan Miguel Aguilera. Imagen cortesía del autor.
Portada del libro ‘Sindbad en el País del Sueño’, de Juan Miguel Aguilera. Imagen cortesía del autor.

¿Cómo combina la fantasía y la realidad en cuanto a la descripción de lugares reales como Bagdag o las costas de África?

He intentado ser lo más riguroso posible con el entorno histórico, no olvidando nunca que se trata de una novela de aventuras. Es divertido pensar que algún detalle histórico le parecerá increíble a más de uno. Por ejemplo, el personaje de Yahiz es real; escribió el Libro de los Animales del que se habla en la novela, un claro precedente a la teoría de la evolución de Darwin. La embajada de Carlomagno es real y sucedió en esa época. Carlomagno, al hostigar a los rebeldes de al-Ándalus desde el norte, se convirtió en un inesperado aliado del califa Harún al-Rashid. Mi objetivo de mezclar datos reales con fantasía es suspender la incredulidad del lector, facilitarle que se sumerja en la historia, que crea que está leyendo algo real y que así disfrute más con la novela. Es como hacer un truco de magia: es una ilusión pero parece verdad.

¿Cómo se inserta este libro en el conjunto de tu obra?

Suelo decir que soy aficionado a la ciencia ficción pero no tanto a la fantasía. Sin embargo hay un tipo de fantasía que siempre me ha fascinado y es la que leía de niño, la que está relacionada con el universo de Las Mil y Una Noches y con películas como El viaje fantástico de Simbad, con los maravillosos efectos de Ray Harryhausen, o El ladrón de Bagdad, la versión protagonizada por Sabú. Es decir: Bagdad, las aventuras de navegantes en océano Índico, los comerciantes que regatean en un mercado por el valor de unas perlas, los genios (o djinn) saliendo de una lámpara, los animales gigantescos y fabulosos como el ave Roc, los desiertos misteriosos, las noches árabes, las junglas impenetrables… Ese era el mundo de fantasía de las novelas con las que crecí y todo eso está en Sindbad en el País del Sueño. Descubrí a Tolkien mucho más tarde y aunque también me gusta no puede emocionarme igual.

Varias veces ha escrito a cuatro manos con otro autor. ¿Qué sistema utilizasen estos casos?

Es difícil. Para empezar necesitas trabajar con alguien con quien ya exista un respeto mutuo, una admiración por la obra del otro, sólo así es posible confiarse tanto como para ceder parte de tu autonomía como autor. Después de eso, lo mejor es seguir un esquema muy detallado, no puedes empezar sin tenerlo todo claro de antemano. Aun así he tenido varios fracasos, novelas que he empezado con algún compañero y que no he llegado a terminar. Pero cuando sale bien, te sientes arrastrado por una especie de sinergia que hace que todo el esfuerzo valga la pena.

Una de las ilustraciones del libro 'Sindbad en el País del Sueño', de Juan Miguel Aguilerea. Imagen cortesía del autor.
Una de las ilustraciones del libro ‘Sindbad en el País del Sueño’, de Juan Miguel Aguilerea. Imagen cortesía del autor.

¿La ciencia ficción es en su opinión un apartado dentro del género fantástico o algo autónomo? Lo fantástico arrasa, sin embargo la ciencia ficción parece en punto muerto.  ¿Qué opina al respecto?

Creo que son géneros diferentes y tienen historias diferentes. La fantasía existe desde hace mucho, las novelas de caballería que leía don Quijote eran novelas de fantasía no muy diferentes a las actuales. La ciencia ficción es hija de la revolución industrial y la primera novela que podemos considerar como tal es el Frankenstein de Mary Shelley. Creo que la ciencia ficción es un género más difícil, mucha gente piensa en la saga de Star Wars cuando se habla de ciencia ficción, pero estas películas están más cerca de la fantasía que de la ciencia ficción. Blade Runner es un buen ejemplo de película de ciencia ficción, es más difícil, responde a los miedos de una época, muchas veces trata temas profundos y no suele ser tan divertida y escapista como la fantasía. Quizá por eso tiene menos éxito.

Es evidente que siente una fascinación por lo oriental y su rica y milenaria civilización. ¿Qué piensa cuando lee las noticias sobre los conflictos que asolan esa parte del mundo? ¿Por qué esos países se han quedado tan atrasados?

Tras publicar mi novela Rihla, palabra que significa viaje iniciático en árabe, me invitaron a un festival en Egipto, unos meses antes de la caída de Mubarak. Pasé el mes de junio de 2010 en el Cairo e hice buenos amigos allí. Gran parte de la documentación sobre los djinn, y la forma en la que los musulmanes los ven, la obtuve en ese viaje. Cuando volví a España seguí en comunicación con mis amigos y amigas egipcios, que a través de chats me informaban de todo lo que estaba pasando y cómo lo estaban viviendo. Muchos de ellos fueron muy activos durante la revolución y recuerdo que me emocioné a altas horas de la madrugada, cuando me contaron desde la plaza de Tahrir la dimisión de Mubarak. Me recordaron los sentimientos de alegría durante la Transición española, ese deseo legítimo de vivir en un país libre. Pero claro, entonces aparecieron los religiosos que habían permanecido agazapados durante toda esa lucha. ¿Por qué están atrasados? Porque el gran avance de occidente es la separación entre la religión y el Estado, y ese es un paso que ellos aún no han dado.

Las ilustraciones del libro son también suyas. ¿Aparte de escribir se dedica también a la pintura?

Soy diseñador. Tenía un estudio de diseño e ilustración con Paco Roca, el autor de Arrugas. La portada y las ilustraciones interiores de Sindbad en el País del Sueño las tuve claras desde el principio, formaban parte de mi imaginación mientras estaba escribiendo la novela. Hice muchos bocetos para decidir el aspecto de los djinn, quería diferenciar las distintas razas que los componen y a la vez ser fiel a las descripciones de los textos antiguos. Hice un modelo en 3d del dhow de Sindbad para orientarme en las descripciones, imaginaba la luz del puerto de Basora y también la de la jungla, y el aspecto físico de los personajes con mucho detalle. Tengo una imaginación visual y a veces intento plasmar estar imágenes con palabras y otras con ilustraciones.

Juan Miguel Aguilera. Imagen cortesía del autor.
Juan Miguel Aguilera. Imagen cortesía del autor.

Bel Carrasco