Básicos Filmoteca: El remake. Ecos y retornos
La bestia humana, de Jean Renoir
Filmoteca de Valencia
Plaza del Ayuntamiento, 17. Valencia
Jueves 5 de marzo de 2020, a las 19.00h

‘El Remake. Ecos y Retornos’ es el título de la décima edición de ‘Básicos Filmoteca’ (Institut Valencià de Cultura) que se presentó en enero y se clausurará en junio. La edición de este año propone, a través de una veintena de significativos títulos de películas, “dar cuenta del fenómeno muy fecundo de intertextualidad presente a lo largo de la historia del cine”. Para ello, al igual que en anteriores ediciones, el ciclo establece un diálogo entre obras de diferentes autores, épocas y géneros, entre otras: ‘Primera Plana’, de Billy Wilder (‘The front page’, Estados Unidos, 1974) y ‘Luna Nueva’, de Howard Hawks (‘His girl friday, Estados Unidos, 1940); ‘Valor de Ley’, de los hermanos Coen (‘True Grit’, Estados Unidos, 2010) y ‘Valor de ley’, de Henry Hathaway (‘True Grit’, Estados Unidos, 1969), 

Este artículo va a reflexionar sobre dos películas de esta edición que se proyectan el jueves 5 y viernes 6 de marzo, respectivamente: ‘La bestia humana’, de Jean Renoir (‘La bète humaine’, Francia,1938) y ‘Deseos humanos’, de Fritz Lang ( ‘Human desire’, Estados Unidos, 1954).

Jean Gabin, como Jacques Lantier, en ‘La bestia humana’, de Jean Renoir. Básicos Filmoteca.

Atávicas Pulsiones

“A ciertas horas sentía profundamente su tara hereditaria (…) Había en su ser repentinas pérdidas de equilibrio, como roturas; agujeros por los cuales el yo se escapaba en medio de una especie de humareda que deformaba todo. Entonces ya no se pertenecía, ya no obedecía más que a sus músculos, a la fiera enfurecida (…) Su cabeza estallaba bajo la tensión de una angustia que le llevaba a cometer actos donde su voluntad no tenía nada que ver y cuya causa en él había desaparecido”. (Emile Zola)

Esta descripción del personaje Jacques Lantier expresa el espíritu que atraviesa la novela de Emile Zola, ‘La bestia humana’, escrita en 1890. Pulsión, obviamente, arrebatadora, que cuando se desentumece deja aflorar la bestia salvaje que habita en todo ser humano sin control, sin límite. 

Y sobre esta magnífica novela naturalista se posó la mirada de dos grandes directores de la historia del cine: Jean Renoir y Fritz Lang. Ambos directores adaptaron la obra literaria: Renoir en 1938 con el título homónimo, ‘La bestia Humana’, y Lang en 1954 bajo el título ‘Deseos Humanos’. Dos directores que ya habían compartido, anteriormente, su interés por la novela de Georges de la Fouchardière ‘La Chienne’ (1929),  para recrear Renoir la historia de ‘La golfa’ (‘La Chienne’, 1931) y Lang, ‘Perversidad’ (Scarlet Street, 1945).

Fotograma de ‘La bestia humana’, de Jean Renoir. Básicos Filmoteca.

Bien pensado, como afirma el director François Truffaut en el prefacio del libro escrito por el propio director ‘Mi vida y mi cine. Jean Renoir’, estos dos directores “tienen en común el gusto por un mismo tema: marido viejo, mujer joven y amante”. Este triángulo amoroso, que se despliega en las novelas ‘La bestia humana’ y ‘La Chienne’, despierta la desconfianza, la rivalidad y la sospecha propias de los celos, encarnando historias descarnadas sobre el trágico instinto criminal que habita en el corazón humano. De ahí, probablemente, el interés de Jean Renoir y de Fritz Lang por la obra de estos escritores. Como afirma  Renoir, “Jacques Lantier [personaje de ‘La bestia humana’] me interesa tanto como Edipo Rey”. Una inclinación que les une, pero a la vez deja en evidencia sus diferencias a la hora de adaptar al cine estas novelas. 

Si nos centramos en la adaptación de ‘La bestia Humana’ de Zola, la película de Renoir es más fiel, no sólo a la esencia pulsional que caracteriza el dramático instinto criminal que domina al personaje masculino arrastrándole a su trágico destino, sino también al estilo naturalista del escritor que se refleja a través del fatalismo propio del realismo poético. En cambio, la adaptación de Fritz Lang es una interpretación libre de la obra de Zola. Por una parte, Lang disuelve el instinto criminal del protagonista, esencia de su drama, y, como consecuencia de esa disolución asesina, enfatiza los rasgos manipuladores y dominantes de la protagonista a modo de femme fatale; y, por otra, narra la historia siguiendo los postulados del cine negro tanto a nivel de trama, como estético. 

Fotograma de ‘La bestia humana’, de Jean Renoir. Básicos Filmoteca.

La máquina

En ‘Mi vida y mi cine’, Renoir declara que “‘La bestia humana’ no hizo sino afirmarme en mi deseo del realismo poético”. Una poesía inspirada en ese mundo ferroviario donde se localiza la historia: el ambiente de las locomotoras, de las vías muertas, de los escapes de vapor.

A través del realismo poético Renoir representa “la vida y el secreto de la vida, el hombre que parece que somos y el que somos realmente; penetrar en el corazón humano”. Y para poder desvelar la esencia humana, las obras de Renoir interpelan al juego teatral en cuya escenografía las máscaras cubren y descubren la naturaleza del ser humano. Destacar ‘La regla del juego’ (‘La règle du jeu’, 1939) y ‘La carroza de oro’ (‘La carrosse d’or’, 1952).

‘La bestia humana’ descubre el comportamiento atávico que dirige al asesinato, inevitablemente, al protagonista, el maquinista Jacques Lantier -interpretado por Jean Gabin-. Un atavismo que el protagonista intenta explicar a Flore -protagonizada por Blanchette Brunoy- tras intentar estrangularla: “No sé qué me pasaba. No lo comprendo. No me daba cuenta de lo que hacía. Es como si una nube espesa y caliente se me metiese en la cabeza y me torturase. Entonces soy como un perro rabioso. Sin embargo, yo no bebo ni una copita de anís; cuando bebo algo me vuelvo loco. Creo que estoy pagando la culpa de los otros, de los padres, de los abuelos que bebieron. Generaciones de borrachos que me han podrido la sangre. De ellos heredé este instinto salvaje. Pero te juro que te quiero. Te quiero tanto que sentía miedo de venir”.

El corazón atormentado de Lantier lucha inútilmente contra ese impulso asesino incontrolable que determina su vida. Arrebatado el personaje por esa pulsión criminal, todo su yo se agrieta, toda actitud racional se desmorona. 

Fotograma de ‘La bestia humana’, de Jean Renoir. Básicos Filmoteca.

Para este personaje, toda la furia animal se desata ante el cuerpo y el deseo de la mujer. De toda mujer, pero en concreto de la protagonista, Séverine -interpretada Simone Simon-. Lantier, literalmente, se desbarata ante la demanda de ese deseo femenino que no puede dirigir, ni manejar y que le arrastra al asesinato. Para protegerse de esa pulsión asesina, Lantier se entrega con una pasión desmesurada hacia su trabajo como maquinista. La fría y metálica locomotora que conduce como un atento amante -paradójicamente llamada con un emblemático nombre femenino, Lola-  encauza la pulsión destructiva y autodestructiva de este personaje masculino. 

“¿Por qué le has puesto ese nombre?”, pregunta Séverine. “Cuando se quiere a alguien no está bien llamarle por un número”, responde Lantier. Pero Jacques Lantier no sólo confiesa amar a su máquina, sino también declarar que está casado con ella. “¡Una locomotora. Ahora resulta que está casado con una locomotora”, exclama perplejo su compañero Pecqueux -interpretado por Julien Carrette-.

En la novela de Zola, será el personaje de Flore quien le interrogue sobre este amor hacia la máquina: “Ya me han contado que odias a las mujeres (…) ¿Es qué sólo quieres a tu máquina? Se hacen muchas bromas respecto a eso, ¿sabes? Dicen que siempre la estás frotando para que reluzca más, como si sólo tuvieses caricias para ella…”.

Fotograma de ‘La bestia humana’, de Jean Renoir. Básicos Filmoteca.

Lantier no sólo se entrega de manera compulsiva al cuidado de la máquina, Lola, sino también a su trabajo, con el fin de apaciguar a la bestia. “Todos sus jefes le presentaban como un maquinista excepcional, que no bebía ni se mezclaba en aventuras, y que solamente era objeto de zumbas por parte de sus compañeros por el exceso de su buena conducta, y que inquietaba silenciosamente a los demás cuando caía en su tristeza, mudo y lánguido y terrosa la faz”, describe el narrador de la novela de Zola. 

Una  entrega inútil. La máquina, esa locomotora que controla y mima con precisión hasta la patología, no puede sublimar sus apetitos asesinos. Esa locomotora llamada Lola no puede absorber la impotencia de Lantier para amar a las mujeres. 

Nada puede contener a la bestia salvaje que habita en el personaje cuando conoce a Séverine. “Pero las bestias salvajes siguen siendo bestias salvajes, y por más que se inventen máquinas mejores, siempre habrá, detrás de ellas, la bestia salvaje”, expresa con cierta resignación Lantier en la novela de Zola.

Fotograma de ‘Deseos humanos’, de Fritz Lang. Básicos Filmoteca.

‘La bestia humana’ de Zola y Renoir es una reflexión de la pulsión destructiva y autodestructiva que levita en el ser humano hasta la tragedia. Truffaut señala: “Tenemos una película-triángulo (‘La carroza de oro’) y una película-círculo (‘El río’). ‘La bestia humana’ es una película-línea recta, es decir, una tragedia”. 

En cambio, para Fritz Lang, en ‘Deseos Humanos’, la bestia que mora en el interior del personaje Jeff Warren (Glenn Ford) se puede domar si aflora  un amor sincero y virginal: el ofrecido por el inocente personaje de Kathleen Case (intepretado por actriz Elen Simmons).  

Jean Gabin y Simone Simon en un fotograma de ‘La bestia humana’, de Jean Renoir. Básicos Filmoteca.

Begoña Siles