Juan Sánchez, «Transvase intercontinental de una forma autónoma rosa»

Sala d’Arcs. Fundación Chirivella-Soriano
C/Valeriola, 13. Valencia
Hasta el 5 de enero de 2014

Alteración en rosa de una realidad en blanco y negro.

Si uno se abandona al acto de vagar por el espacio urbano, sin motivación aparente y sometido únicamente al azar, pronto se verá asaltado por las innumerables sorpresas que alberga el entorno. El flâneur baudelairiano era un paseante sin rumbo que, en el transcurso de su deambulación cotidiana, llevaba a cabo una observación atenta y minuciosa de la ciudad. Un explorador –o espectador urbano en palabras de Walter Benjamin- que, lejos de haber perdido la mirada curiosa, se dejaba sorprender por cuanto le salía al paso, realizando un ejercicio lúdico basado en el escrutinio, la duda constante y la reinterpretación.

De manera análoga, el artista –o aquél que posee una mirada creativa- tiene la capacidad de alterar la realidad a través de su propia interpretación. Observando el espacio urbano –quizás sin mayor pretensión que la que implica la flânerie– el artista descubre una serie de características formales y psicogeográficas, repeticiones y concomitancias y las categoriza añadiendo nuevos significados y asociaciones de ideas que permanecían ocultos a la mirada de los otros. No en vano recordaba Ortega y Gasset que el término “autor” proviene del latín auctor, “el que aumenta”. En este sentido podemos afirmar que el artista, a través de su intervención sobre la regularidad de las cosas, altera su ritmo y las resignifica ampliando exponencialmente las posibilidades interpretativas.

Cortesía de la Fundación Chirivella Soriano

La producción artística de Juan Sánchez revela esa carga lúdica –no exenta de cierto desasosiego- en la que el azar, el accidente y la sorpresa juegan un papel fundamental. Mediante la identificación, la añadidura o la sustracción de lo que él llama formas autónomas, la acción del artista subraya, cubre o elimina aquellos referentes que nos permiten identificar las imágenes, privándonos de una parte de la información o dirigiendo nuestra atención hacia ella. Pequeñas intervenciones a través de las cuales modifica los límites entre la realidad y la ficción y con las que propone una lectura distinta de las situaciones más cotidianas, aparentemente anodinas o carentes de interés, que acaban resultando extrañamente atrayentes.

“Transvase intercontinental de una forma autónoma rosa” no trata tanto de construir como de alterar la realidad. Despojado de toda gravedad o actitud moralizante, Juan Sánchez realiza un arte expandido en el que la motivación principal parece ser, sencillamente, el puro juego. Incluso en su utilización de los materiales, su obra es todo lo contrario a la monumentalidad, a lo pomposo o lo accesorio, reutilizando los materiales que tiene al abasto ya sea en sus fotografías intervenidas con manchas de pintura –en este caso, tomadas en México y sobrepintadas con color rosa en homenaje al arquitecto Luis Barragán- o en sus escenas alteradas con sencillos cilindros de cartón.

Imágenes cortesía Fundación Chirivella Soriano
Imágenes cortesía Fundación Chirivella Soriano

No sabemos si esa búsqueda paroxística de la forma autónoma responde a la obsesión aristotélica del horror vacui, en donde la naturaleza rechaza el vacío y en consecuencia lo rellena o sí, por el contrario, lo que aquí se pone de relieve es precisamente la ausencia misma. Tampoco si es el autor el que modifica la realidad o si éste simplemente señala aquello que ocurre por sí mismo; aquello que permanecía latente. Quizás la alteración que propone Juan Sánchez esconda significados no revelados que nos lleven a dudar de todo aquello que damos por cierto, por normal, por aceptable. O tal vez nos encontremos ante una gran broma: un juego evasivo elaborado por un moderno flâneur que nos divierte, nos confunde y nos intriga y en el que no hay resto alguno de moraleja sino más bien cierto desencanto nihilista tomado con mucha guasa.

Manuel Garrido