Juan Madrid

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‘Gloria bendita’ (Alizanza Editorial, 2020)

Almuerzo junto a Juan Madrid unos boquerones rebozados en el restaurante El Pesetas de Salobreña, la localidad costera granadina donde el más veterano y prolífico de los autores españoles de novela negra vive desde hace años. Juan Madrid está contento: acaba de ultimar las correcciones de ‘Gloria bendita‘, su primera obra desde el ictus que sufrió el 31 de octubre de 2016. Me informa de que Alianza Editorial tiene previsto publicarla a finales de este mes de octubre.

¿Te ha costado mucho volver a escribir una novela?

Un poco más que lo habitual. He tenido que llevar un registro de lo que iba escribiendo para evitar olvidarme de lo que ya había contado. Siempre he tenido muy buena memoria, pero el ictus me ha dejado como secuela el que me olvido de vez en cuando de cosas. Así que utilicé ese registro para no perder la pista de personajes, situaciones o conflictos. Y, además, esta vez he contado con una muy buena editora que ha solucionado cualquier pequeño problema que hubiera podido surgir.

Y físicamente, ¿no te has fatigado esta vez más? Porque, aunque mucha gente no lo sepa, escribir es también un trabajo físico. Te pasas muchas horas sentado en posiciones que son incómodas, poco ergonómicas, por decirlo de alguna manera.

Sí, Javier. Pero tú y yo estamos acostumbrados. Yo llevo escribiendo muchas décadas, toda mi vida. Y tú también.

Ya, pero a mí cada vez me cuesta físicamente más. Ya no soy un mozalbete. Entonces podía pasarme siete horas seguidas sentado y escribiendo. Ahora me tengo que levantar cada hora porque me duele la espalda.

Efectivamente. A mí me pasa lo mismo. Pero puedo superarlo porque escribir es lo que más me gusta. No me molesta demasiado la incomodidad física. Como te he dicho, el principal problema de esta novela han sido los olvidos. Pero está solucionado, mi editora ha hecho un trabajo fantástico con el libro.

La última vez que hablamos me dijiste que el libro va de las cloacas del Estado y la monarquía.

Más o menos. Y tú no, pero muchas de las personas con las que he hablado me han dicho que estoy loco, que no se puede escribir de estos asuntos. Que sobre estos temas quizá podría hacerse un ensayo, pero no una novela. A mí me parece que no saben bien lo que es una novela. La novela es un pretexto para escribir una historia, que puede ser o no de ficción. Porque tú puedes convertir en ficción cualquier cosa que ocurra o haya ocurrido. Y mi novela cuenta lo que todos sospechamos que ha ocurrido en este país para llegar a este estado de cosas tan catastrófico y terrible.

¿Lo que ha ocurrido en materia política?

En materia política, social y moral. Lo que ha ocurrido para llegar a un nivel tan profundo de corrupción. A un nivel tan descarado de dominio de unas clases por otras. A tal situación caótica. Estamos en los peores momentos de la historia de nuestro país en mucho tiempo, y no solo por el coronavirus. A mí no me apetece contar lo del coronavirus, otros ya lo están haciendo. El coronavirus lo que ha puesto en evidencia es lo jodida que es la situación.

¿Cómo y por qué hemos llegado aquí? Esa es la pregunta que me hago en el libro. Y me hago una pregunta de escritor, no de ensayista. Los personajes de ‘Gloria bendita’ son actores o testigos privilegiados de la corrupción política. Al más alto nivel. A mi edad, no me corto ya.

¿Qué falló? ¿Qué pasó o dejó de pasar en España para llegar aquí?

Falló la Transición. De aquellos polvos vinieron estos lodos. La Transición fue absolutamente fallida, pero lo que generó fue peor. Por ejemplo, cuando se habla del problema catalán, se presenta al independentismo como que quiere acabar con la democracia, con la libertad, con España. Y esto me parece una respuesta impresentable. Es patético que todos los intelectuales orgánicos de este país den esa respuesta.

Juan Madrid y Javier Valenzuela durante la presentación de la novela de este último ‘Pólvora, tabaco y cuero’ (Huso, 2019). Fotografía cortesía de la editorial.

Sí, una respuesta facilona, demagógica y oficialista. Pero es que siguen en esa línea. Ahora salen como fieras en defensa de la monarquía. Sueltan el topicazo de que el Emérito nos regaló la democracia. Como si no hubiera habido lucha antifranquista, con miles de muertos, exiliados y detenidos.

Esta es una de las ideas más catastróficas de este país. Y es dominante. Tú preguntas a los intelectuales orgánicos que salen en los periódicos y televisiones y te dicen que Juan Carlos fue quien creó la democracia en este país. ¿Cómo puede haber gente que diga esto y se quede tan tranquila?

Quizá es que estos intelectuales orgánicos no son para nada librepensadores. Quizá sueltan cosas tan vulgarmente conservadoras porque quieren ganar premios, que los inviten a los saraos de palacio real, tener columnas bien pagadas en los diarios de papel…

Sí, participan de la gran mentira. Incluso cuando ya es público y notorio que la familia real ha creado uno de los contubernios económicos más grandiosos y siniestros del último medio siglo. Si esto se sabe, ¿cómo pueden seguir defendiéndolo? Clama al cielo la falta de moralidad de estos intelectuales. Y si carecen de moral, se diluye toda su maestría literaria, que pueden tenerla.

A mí me recuerdan lo que contaba un profesor de Historia Antigua que tuve en la facultad que se llamaba Santiago Montero Díaz. Contaba que las legiones romanas, cuando iban por Europa, siempre llevaban detrás los llamados felacos, que eran una horda que iba viviendo de la rapiña y la prostitución. Habían perdido absolutamente su personalidad propia y originaria, eran carroñeros de las legiones. Me he acordado de esto escribiendo mi nueva novela, pero algunos dicen que no sé lo que son las novelas.

¿Cómo no vas a saberlo si has escrito cuarenta o cincuenta?

Más, más. Probablemente sesenta.

Me contaste que en esta novela las principales protagonistas son mujeres.

Una abuela, una madre y una hija. Tenía ganas de hacerlo, era como un desafío. Escribir desde el punto de vista de la mujer.

Pero siempre con una escritura clara, ¿no?

Sí, siempre una escritura clara y concisa. La de mis maestros americanos y rusos. Los Hemingway, Hammett, Rubén Fonseca, Isaac Babel, Julian Semionov, Tolstoi… O como la del más reciente Kent Haruf.

¿Y por qué crees que tanta gente piensa que la escritura retorcida, pedante e ininteligible es más literatura que la limpia, sencilla y directa?

Porque le han dicho que es así. Incluso hay pueblos como el argentino que creen que hay que escribir como Cortázar. Que si no, no eres inteligente. Voy a decir un pecado y lo siento mucho, Cortázar no es el escritor que más me gusta. Me gustan algunos de sus cuentos, pero cuando deja de ser Cortázar.

Doy fe de que cuesta mucho más escribir claro como el agua.

Mucho más. Cuesta mucho más escribir como Cervantes. Escribir como que lo que estás escribiendo parezca verdad es muy difícil. Es lo que hacían también Pérez Galdós y Ramón J. Sender.

Recibiste hace unos meses en Barcelona el Premio Vázquez Montalbán de novela negra. Tú fuiste amigo y compañero de viaje de Manolo…

Bueno, antes que a mí se lo habían dado a un montón de gente. (Risas) Pero sí, Manolo y yo nos queríamos bastante. Lo que hicimos fue crear la Asociación Internacional de Escritores Policíacos, que fue la hostia. Había escritores de Estados Unidos, de Rusia, de Cuba, de Alemania oriental, de Alemania occidental…

Me parece recordar que, a finales de los setenta o comienzos de los ochenta, Vázquez Montalbán dijo que en España solo había dos autores negros y que Juan Madrid era el otro.

No, dijo que Juan Madrid era una de los dos. (Risas). Manolo era un tipo ingenioso y brillante. Me gustaba mucho cómo escribía y cómo era como persona. Era burlón y simpático, no se lo tenía creído. Aquí hay gente que escribe media novela y ya se cree que es la hostia. Manolo no se lo creyó nunca en su vida.

Juan Madrid
El escritor Juan Madrid. Foto: Andrea Abril.

Javier Valenzuela