José Medina Galeote. Guernica-Alexanderplatz
Galería Isabel Hurley
Paseo de Reding, 39. Málaga
Inauguración: 19 de septiembre de 2014, 20 h.

Como en una cartografía, en la que se pueden encontrar multitud de emplazamientos y trazar infinidad de itinerarios que hacen que el paisaje representado abstractamente en lo bidimensional del mapa devenga distinto y cambiante, en la Historia se acumulan otras muchas historias, en rigor, micro-historias. A veces, centrar el foco en ellas, hacerlas visibles de entre la maraña de historias o de la desatención hacia esos pequeños acontecimientos en pos del gran relato, puede originar que aflore la sorpresa ante lo desconocido y ante la naturaleza del episodio. Tanto que, desde lo histórico, parecemos desplazarnos a los ámbitos de la fábula, de la ficción, de lo irresoluble o del misterio. Tanto que esa micro-historia puede acabar por transformar la Historia, puede cambiar el paisaje ofreciéndonos un punto de vista insospechado.

Guernica-Alexanderplatz es una suerte de viaje que nos permite esa continua fabulación, esa duda entre la ficción y la realidad como espacio en el que quedar suspendidos y crecer. No se trata de reescribir la Historia, sino de fabular con episodios inadvertidos que podrían parecer verdaderos juegos de azar. Ese viaje que une Guernica y la berlinesa Alexanderplatz, zona en la que se hallaba el bunker de Hitler, es el que no recorrió el Retrato de la Marquesa de Santa Cruz, de Goya. Según cuenta la leyenda, la obra goyesca, actualmente en El Prado, pudo ser un probable presente que, motivado por la presencia de una cruz gamada en la lira que portaba la marquesa, Franco regalaría a Hitler durante la entrevista de Hendaya en 1940. Tal vez en agradecimiento por los servicios prestados. Viaje que parece ser que sí hizo una cubertería hecha en Guernica, en una factoría que salió indemne del atroz bombardeo de la villa en abril de 1937 llevado a cabo por la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana. Esta empresa de joyería y platería pertenecía a los mismos propietarios de la armería Unceta y Cía., radicada en la misma población, que corrió la misma fortuna que la anterior (ambas tenían refugios anti-aéreos), y que, curiosamente, acabó suministrando armamento al ejército nacional y a la Alemania nazi a partir de 1944 (las pistolas ASTRA-400 y ASTRA-600 9mm. respectivamente).

Este cúmulo de relatos menores que se concatenan, que pivotan entre el hecho histórico contrastado y la sospecha más que fundada, es el origen de esta Guernica-Alexanderplatz. Rescatar las historias, reforzar lo azaroso y la soterrada lógica o causa-efecto que los puede unir, hacer que lo pequeño abandone la cualidad de menor que parece llevar aparejada y ―como acostumbra el artista― usar lo supuestamente objetivo (la Historia) como vehículo para introducir la duda acerca de lo aparentemente ficticio, animan el ciclo de pinturas, dibujos e intervenciones (murales y de objetos) que realiza en esta ocasión José Medina Galeote para la Galería Isabel Hurley. No en vano, y parafraseando a Paul Auster, un rasgo del trabajo del artista malagueño es experimentar con la verdad. Y, evidentemente, hacer lo propio con la mentira, con la ficción.

Aunque, en rigor, Guernica-Alexanderplatz no pretende reescribir la Historia, José Medina Galeote revisita muchos escenarios históricos mediante la escritura, en la que también participa el comisario, y no sólo con la imagen. Lo verbal ha sido una constante en su trabajo, un soporte fundamental para reforzar lo literario de su universo y, al tiempo, forzar aún más ese conflicto entre historia y ficción, verdad y mentira, imagen y palabra o lectura y percepción. Si con anterioridad la palabra se incluía sin más, ahora ocupa espacios destinados a ella. Espacios que rememoran las leyendas de los mapas, a los que es tan afín su pintura topográfica. Fiel a su estrategia artística, Medina Galeote usa lo real, lo aparentemente objetivo y clausurado para deslizar espacios en los que crece la ficción, la hipótesis, el azar o la ucronía. De este modo, un episodio como la Segunda Guerra Mundial y un escenario histórico como el bunker de Hitler se convierten en contextos en los que introduce, como si de una de matrioska se tratara, micro-historias y narraciones que ofrecen una constelación de posibilidades narrativas. Su pintura, como medio en el que se desarrollan esas operaciones, siempre ha propendido a ello, a un ejercicio de camuflaje: en un gesto caníbal, su pintura integra en su seno otras pinturas, como la Historia hace con las microhistorias. Este proceder tiene su paradigma en las intervenciones murales, mediante las cuales transforma el espacio de la galería en un ejercicio de pintura expandida en el que se camuflan otras muchas pinturas, otras muchas historias.

La pintura de José Medina Galeote ha sido un ámbito en el que se incluyen, muchas veces camufladas, vivencias y reflexiones ante las cuales el espectador puede sentir que son auto-referenciales, por tanto autobiográficas, o que suponen un cuestionamiento de la misma práctica pictórica. En exposiciones como Experimentos con la verdad (Museo de Huelva, 2010) y en Artista invisible dispara (CAC Málaga, 2011), Medina Galeote, siguiendo el proceder literario de Paul Auster, creaba una atmósfera en la que verdad y ficción suspendían al espectador. En Artista invisible dispara, el pintor usaba la temática y la jerga militar para deslizar expresiones e imágenes metafóricas que podían aludir al arte y a su propio rol como artista. De este modo, la obra de arte o una exposición entendida como un proyecto largamente meditado, como una historia o un relato, concita en su seno otras muchas historias y relatos de distinta índole: la transmisión de situaciones en torno a la práctica artística, en torno al sentido de la figura del artista, sea de un modo general o en su dimensión individual y autobiográfica, o una reflexión eminentemente meta-artística en la que la pintura es cuestionada desde la propia pintura. En Guernica-Alexanderplatz se pueden deslizar, desde escenarios y episodios históricos como el proyecto de la ciudad de Germania de Albert Speer o el bunker hitleriano, interpretaciones acerca de la propia práctica artística: la utopía, el fracaso, el delirio, la ruina, etc.

Para Medina Galeote, el ejercicio creativo tiene algo de militar. Tal vez la disciplina con el propio trabajo, la fe inquebrantable, el compromiso con su ideario y lenguaje que ha de defender y lo desasosegante de la contienda. El artista, quien tantas veces se ha señalado a sí mismo como un francotirador, como una figura solitaria al margen de adscripciones, escuelas y generaciones, parece barruntar que él lleva a cabo su propia guerra, una de las muchas que salpican el frente artístico. En definitiva, una microhistoria más que a otros corresponde, como acontecimientos y episodios, dar sentido y engarzarla en el gran relato, en la Historia del Arte.

La inclusión de una obra de otro artista ―de un artista infiltrado― en la recreación del bunker, en la que, en un ejercicio de pintura expandida, los característicos trazos de Medina Galeote fagocitan otras pinturas que se sitúan en este espacio fingido, es una metáfora de la estrategia y el sentido de la propia exposición. Es decir, si la escenificación de historias dentro de la Historia, de micro-relatos ficticios o reales dentro del gran relato o del acontecimiento histórico, caracterizan esta exposición, la inclusión de una pieza pictórica distinta al resto viene a parafrasear o extender la estrategia. Pero, del mismo modo, con ello se aleja el rol contemplativo del espectador y se convierte en conflictiva la recepción y dación de sentido por parte del visitante. La obra seleccionada para que cumpla esta misión está firmada por Pere Llobera. Son muchos factores los que han propiciado esta elección. Tanto el comisario como José Medina Galeote iniciaron una fluida relación con el artista catalán a raíz de la exposición Escópico-Esconder(se)-Escapar, desarrollada entre abril y mayo de 2013 en la Galería Fúcares (Madrid). En ella participaron Medina Galeote y Llobera, quienes, desde presupuestos distintos, convergían en una serie de aspectos apuntados en el título de la muestra: el ejercicio de mostrarse y ocultarse es algo indisoluble a sus trabajos, ya sea a través de lo meramente representacional (el universo icónico) o con referencias autobiográficas que se solapan con una reflexión acerca del medio pictórico y la institución-Arte; también es habitual en ambos que sus propuestas expositivas y obras contengan otras historias. En definitiva, ambos hacen de la creación un juego de exhibición y ocultación y sus trabajos son, en esencia, una suerte de mise en abyme. La obra de Llobera, desde su figuración rotunda y tremendo eco contenido, actúa como metáfora de las microhistorias que convergen conformando en su suma la Historia, o como ésta que se bifurca en múltiples escenarios y relatos. Estos, precisamente, son los espacios y episodios que, transformados con el trazo de Medina Galeote, se hallan prestos para ser (re)descubiertos.

Juan Francisco Rueda