Solovki, de Juan Manuel Castro Prieto y Rafael Trapiello
Centre Fotogràfic La Llotgeta
Plaza del Mercado, 4. Valencia
De 24 de septiembre al 5 de enero de 2020

La temperatura en el Centre Fotogràfic La Llotgeta ha descendido simbólicamente este otoño/invierno por debajo de los 0ºC. Es debido a la exposición presentada por la Fundación Caja Mediterráneo y la Fundación Railowsky, Solovki de Juan Manuel Castro Prieto (Premio Nacional de Fotografía, 2015) y Rafael Trapiello que, a lo largo de unas 60 imágenes singulares, demuestra cómo la belleza y el horror pueden estar conectados en una sola pieza como las dos caras de la misma moneda. 

Los rusos llaman Solovki al archipiélago Solovetsky situado en mitad del Mar Blanco, que debe su nombre al hecho de permanecer congelado durante casi la mitad del año. En la zona más protegida de la isla, a orillas de un puerto natural, se encuentra el complejo ortodoxo Monasterio Solovetsky, Patrimonio de la Humanidad. Además de centro religioso, Solovki fue una prisión soviética, y no una cualquiera. Según Aleksandr Solzhenitsyn, Solovki albergó la madre del Gulag, el terrible sistema soviético penal de campos de trabajo. Activo desde 1924 hasta 1939, sirvió de modelo y base para todas las prisiones que vendrían después.

Una de las fotografías de la exposición ‘Solovki’, de Juan Manuel Castro Prieto y Rafael Trapiello. Imagen cortesía de La Llotgeta.

Castro Prieto y Trapiello exponen un relato en dos secuencias. Exteriores de una grandeza desolada; infinitas planicies nevadas, deteriorados edificios, barcos varados en el hielo bajo un cielo cuajado de estrellas. Y también interiores en distinto grado de deterioro, solitarios o habitados por personajes que encarnan una vida dura pero digna de ser vivida. Capaces de sobrevivir y sobreponerse.

Como el anciano que mira fíjamente a la cámara rodeado de sus magras posesiones, como vanagloriándose de su digna pobreza. O las preciosas niñas que miran embelesadas la tele, o los críos que juegan en un rudimentario parque infantil. Una de las imágenes más elocuentes es la del hombre sentado en una de las endebles literas de hierro, con medio metro de separación donde dormían los cautivos en el campo de prisioneros. La religión también está presente en procesiones o escenas dentro de templos ornamentados con el lujo barroco característico de la Iglesia ortodoxa.

Castro Prieto y Trapiello exploran visualmente un territorio inédito buscando la relación entre infierno y paraíso que lo define. Utilizando una estrategia narrativa más cercana a la poesía que al documental, reflejan la extraña tensión que existe entre la espiritualidad y la belleza del entorno y el terrible pasado que forma parte de la memoria de este lugar. “Hemos optado por un lenguaje simbólico cercano a la poesía que busca generar unas sensaciones determinadas más que presentar unos hechos de manera documental”, comentan los artistas.

Fotografía de la exposición ‘Solovki’, de Juan Manuel Castro Prieto y Rafael Trapiello. Imagen cortesía de La Llotgeta.

Es la primera vez que comparten un proyecto, un encargo de la revista alemana MARE a Castro Prieto.  “Juan Manuel me pidió que le acompañara para echarle una mano con el inglés”, cuenta Trapiello. “Pero una vez allí los dos empezamos a fotografiar y como tenemos sensibilidades muy parecidas decidimos realizar un proyecto conjunto, firmado por los dos, sumando nuestras visiones respectivas para formar un cuerpo de trabajo que tuviera una mayor entidad que si lo hubiéramos acometido por separado. Hemos trabajado codo con codo. Cada imagen la hemos tomado juntos. De ahí la decisión de no consignar la autoría  de la exposición ni del libro que ha generado”.

El objetivo del proyecto era fotografiar tanto la vida cotidiana, el monasterio Solovetsky, Patrimonio de la Humanidad y sus monjes, como los restos del primer Gulag de la Unión Soviética que funcionaba allí. “Al encontrarnos con que los restos habían prácticamente desaparecido por las obras llevadas a cabo por las autoridades del monasterio con la connivencia del gobierno ruso, tuvimos que optar por un lenguaje más simbólico que nos alejaba de un encargo editorial convencional y nos acercaba hacia nuestros trabajos más personales”, señalan los artistas. 

Fotografía de la exposición ‘Solovki’, de Juan Manuel Castro Prieto y Rafael Trapiello. Imagen cortesía de La Llotgeta.

Estuvieron allí en un par de ocasiones, en verano de 2015, aproximadamente tres semanas, y otra vez al principio de la primavera de 2016, otras dos semanas. “Lo primero que me impactó al llegar fue la maravillosa luz para fotografiar. Solovki se encuentra a 150 kilómetros del Círculo Polar Ártico, por lo que en verano, la época en la que nosotros estuvimos por primera vez, apenas se hace de noche un par de horas. La segunda vez que fuimos era como estar en un sitio nuevo, ya que todo estaba cubierto de nieve y el Mar Blanco congelado.

La sensación de estar caminado por donde en verano habíamos visto pasar barcos era indescriptible. Y quizás el sentimiento más fuerte que se te queda es la sensación de estar en un lugar hermosísimo, pero al mismo tiempo sentir una cierta angustia al pensar los hechos terribles que allí ocurrieron y que de alguna manera todavía lo impregnan”, concluyen Castro Prieto y Trapiello.

Fotografía de la exposición ‘Solovki’, de Juan Manuel Castro Prieto y Rafael Trapiello. Imagen cortesía de La Llotgeta.

Bel Carrasco