‘V.I.P.’, de Els Joglars
Teatro Talia
Caballeros 31, Valencia
Hasta el 24 de abril

El Teatro Talia acoge, hasta el 24 de abril, ‘V.I.P.’ -universalizado acrónimo anglosajón de Very Important Person-, de Els Joglars, bajo la dirección de Ramon Fontserè, siendo ésta la segunda pieza comandada por el actor torellonense, desde que en 2012 -tras medio siglo de convulsa, popular y refrendada trayectoria- tomara el oneroso testigo de la compañía catalana de manos del eximio Albert Boadella.

Tras el periplo de ‘El coloquio de los perros’, la compañía recorre el orbe escénico con austeros medios, reducido corpus actoral y un objeto temático preciso, que en ‘V.I.P.’ cobra forma de radiografía satírica de los excesos infantes, amparados en la dócil, laxa y mórbida disciplina educativa del mundo adulto para con el universo pueril, permitiendo que esta ausencia de determinación concluya convirtiendo al educando en un autócrata, huérfano ya de lindes y pervirtiendo la insalubre voluntad horizontal del educante hasta subvertirla.

Els Joglars. Makma
Un instante de la representación de ‘V.I.P.’, de Els Joglars. Fotografía cortesía de la compañía.

“Paradójicamente la actitud bien intencionada (sic) de los padres, ya sea por complejo o por dar una confortabilidad a sus hijos de la que ellos carecieron, acerca peligrosamente al niño a un ser intratable con delirios de pequeño tiranuelo”. (Ramon Fontserè)

Fontserè encarna con hilarante carácter la figura del feto/lactante/párvulo/alevín, mientras Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Xavi Sais y Xevi Vilà se transmutan en una galería de más de treinta personajes, cuyos perfiles auxilian a retratar (con pretensiones hiperbolizantes) diferentes etapas del incipiente devenir existencial del serpollo. Con resuelta y sencilla eficacia escénica -rúbrica de Martina Cabanas-, ‘V.I.P.’ asienta su morfología en torno de una rueda lumínica, de superficie elástica, que hace las veces de camastro, tatami espiritual, placenta, mesa de exploración ginecológica, cuna, aula y zona de recreo, raquis de las diversas etapas por las que transita el infante, erigido en déspota a causa del edicto in absentia del universo adulto.

Destacan sobremanera tanto el proemio -representación sincopada y cacofónica de una fertilizante fornicación- como el epílogo -consagración real del púber, quien recibe sus definitivas insignias de poder-, marca dramatico-estética de la casa, amén de ingenios como el cordón umbilical -recurrente en el personaje de Fontseré en diversas fases de talante fetal (por nocturnidad o pretensión de retorno al útero)- o el cortinaje de lamas vinílicas, que confiere sentido al trasfondo (escénico y temático) y permite construir con notables resultados el microcosmos placentario o la velada distinción con el universo adulto.

Un instante de la representación de 'V.I.P.', de Els Joglars. Fotografía cortesía de la compañía.
Un instante de la representación de ‘V.I.P.’, de Els Joglars. Fotografía cortesía de la compañía.

Por ‘V.I.P.’ transitan padres con desnortada pretensión naturalista, gestantes sexagenarias -paroxismo y culmen del delirante pragmatismo que dilata la ventana de fertilidad y retrasa la determinación de alumbramiento-, caudillos espirituales de métodos inanes, ineludible familia numeraria, encamastrados pederastas, asténicos maestros y correligionarios de asueto, juego y absolutismo -entre los que cabe mencionar al amigo/inmigrante, encarnación del vástago sometido por pretéritos métodos de disciplina fustigadora-. Galería de personajes que, aún cuando estereotipados (merodeando el frágil linde de la parodia), cooperan en la labor de asentar un espejo deformante de nuestro tiempo, con la plausible combinación formal de hilaridad y pedagogía.

Jose Ramón Alarcón