Entrevista-paseo con Elena Battaglia
Galerista y RRPP
Barrio del Carmen, Valencia
10 de diciembre de 2015

Última hora de la tarde, y toca bajar al perro. Comenzamos la entrevista en una especie de anfiteatro próximo a la piscina del Carmen, improvisado espacio para algún que otro “microbotellón” los fines de semana. Los dos estamos sentados, aunque no duramos así mucho tiempo ya que ambos debemos pasear a nuestras mascotas, por lo que el formato de la entrevista acabará siendo, inevitablemente, el de una entrevista-paseo: caminando y hablando. Como escribió Ronald Barthes “es posible que caminar sea mitológicamente el gesto más trivial y por lo tanto el más humano” La entrevista a Elena Battaglia acabó teniendo mucho de lo segundo y casi nada de lo primero.

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Nacida en 1969 en Mendrisio, un pequeño pueblo de Suiza, hija de padre italiano – anestesista – y madre suiza – artista-, Elena Battaglia pronto sintió la necesidad de abrirse al mundo: estudió francés en París, inglés en Londres, alemán en Colonia y Berlín, y castellano en Madrid y Barcelona. Dada la profesión de su madre, se vinculó desde muy joven al arte; y así continúa en la actualidad, siendo una cara bien reconocible del quién es quién en el mundo del arte valenciano aunque, eso sí, conservando intacta una franca y sincera actitud “outsider”.

Ismael Teira: Elena, has vivido en media Europa, eres inquieta, moderna y políglota: ¿por qué Valencia?
Elena Battaglia: (Se ríe) Mi madre señaló al azar con el dedo una parte del mapa: Valencia. Llegué por primera vez a mitad de 1980 con una casi mayoría de edad que coincidía, por aquellos años, con el esplendor de la “Ruta del bacalao”. Esta ciudad mediterránea me deslumbraba, era muy diferente a otras capitales europeas que había conocido. Pero era muy joven, y regresé a Suiza. En 2002 mi madre decidió abrir las puertas de la galería Kessler-Battaglia, y un año después regresé con mi marido Xavi y los perros para cuidar de mi hermano, que vivía aquí, y al que habían diagnosticado un cáncer terminal.

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IT: Y partir de ahí, ya decidiste quedarte…
EB: Las muertes han marcando profundamente mi vida, sobre todo la de mi hermano que me ha dejado un par de años fuera de combate. Mi padre también falleció en Suiza poco tiempo después. Al final me quedé en Valencia con mi madre, y comencé a sustituirla tímidamente de vez en cuando en la galería. Yo había estudiado turismo y dirección de hoteles en Ginebra, y trabajé durante un tiempo en la casa natal de Jean Jacques Rosseau. Mi formación no se vinculaba específicamente con el arte, pero al final decidí embarcarme sola en la aventura de dirigir la galería. Lo hice desde 2010 hasta su cierre, en febrero de 2013, pero ya desde el año anterior compaginaba esta ocupación con la de relaciones públicas en un local nocturno de Russafa.

IT: Recuerdo que a muchos nos resultaba bastante llamativo y extraño verte en la galería por el día, y repartiendo flyers por la noche. ¿Tienen algo en común estos dos mundos?
EB: El mundo del arte y el mundo de la noche son compatibles, pero creo que tienen pocos puntos en común. El público es bastante diferente, la noche abarca a todo tipo de gente, y el arte sólo a un público específico, aunque en realidad no debería ser así. Hay gente hoy en día que tiene miedo a pisar una galería… pero una discoteca no.

IT: Ese quizás sea uno de los motivos por lo que cerraste la galería, aunque no el único, porque en otras ciudades también hay discotecas y galerías, y las dos funcionan.
EB: No, no fue ese el único motivo, por supuesto. Al fin y al cabo, una galería es un espacio comercial, y si no consigues vender no puedes mantener el proyecto en pie. Aunque fue para mí una gran oportunidad para conocer y apoyar a jóvenes artistas, y también a otros más consolidados.

IT: Actualmente, tampoco es que estés completamente desvinculada del mundo del arte, más bien todo lo contrario.
EB: Todavía conservo el vínculo con el mundo del arte ya que formo parte de la organización de Intramurs desde la primera edición. Este año he coordinado Na Jordana Avenue, un evento dentro del propio festival en el que los talleres y estudios de esta calle y adyacentes abrían sus espacios al público realizando diversas actividades dentro y fuera de los locales. También tuve el placer de coordinar el proyecto «La Guerra. Los espacios otros», comisariado por Ángela Molina, donde se ha reabierto al público el mítico recinto de la calle Quart con exposiciones, visitas guiadas, una charla y proyecciones de vídeos.

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IT: Sé que conoces muy bien la ciudad intramuros, es fácil verte por el barrio del Carmen paseando a Sean, ¿qué falta en Valencia para descriminalizar a los dueños de los perros?
EB: Es más fácil decir lo que falta, que decir lo que hay. Falta de todo, parece que los propietarios de perros no paguemos nuestros impuestos. Empezando por las papeleras y las bolsitas, hasta las prohibiciones de viajar con mascotas en el transporte público. Estoy muy contenta de que esto cambie en Valencia porque hasta ahora se impedía incluso subir con un gato. A mí me han tirado de un autobús entre dos paradas mientras intentaba llevar a uno de mis gatos al veterinario.

IT: La situación de los gatos del Carmen es otra asignatura pendiente…
EB: La esterilización y castración de los gatos callejeros es una medida que deberían tomar las Autoridades, no los particulares o las asociaciones que, precisamente, necesitan más ayuda, y espero que el nuevo Consistorio la proporcione. En el Carmen conozco a personas que se hacen cargo de colonias enteras, de pagar la comida, el agua, las vacunas, la castración y esterilización de muchos felinos. Yo misma he adoptado a tres gatos y un perro, y da trabajo cuidarlos.

IT: En Suiza las cosas deben ser bien distintas. Aunque el encanto mediterráneo de Valencia atraiga, hay cosas que te habrán resultado muy extrañas…
EB: Sí (se ríe). El Carmen podría ser la versión mediterránea de Nierderdorf, en Zurich, lo digo por los personajes peculiares que abundan en ambos barrios y que los hace diferentes al resto de la ciudad. Aunque la diferencia que hay entre Zurich y Valencia es que los corruptos suizos tienen otra manera de actuar. Aquí es todo más folclórico, incluso llega a ser surrealista por momentos.

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Web de la galería Kessler-Battaglia, con el archivo de exposiciones
Créditos de las fotografías: portada y demás fotos de la entrevista, Iris Bonora; interior de la galería con cuadros de Ursula Kessler, Eva Mañez; foto donde Elena luce una jova de Annamaria Staiano, Toni Cordero para la revista Impure.