La chica desconocida (La fille inconnue), de Jean-Pierre y Luc Dardenne
Con Adèle Haenel, Jérèmie Renier y Olivier Gourmet
Bélgica, 2016
Estreno: 3 de marzo de 2017

Todos sabemos, y a la vez ignoramos de manera consciente, que ciertos sucesos azarosos pueden malograr nuestra existencia. Sucesos azarosos que no sólo acechan el destino de los seres humanos, sino que son, en muchos de los relatos narrativos, el origen de la historia.

‘La chica desconocida’, la última película de los directores belgas conocidos como “los hermanos Dardenne”, comienza con una trágica contingencia: la llamada al timbre de la puerta de la consulta de la doctora Jenny Davin, por una muchacha negra. Una llamada que la doctora decide no contestar por producirse fuera del horario de atención al paciente. Una negativa que hace aflorar el sentimiento de culpabilidad en la doctora, al encontrarse poco tiempo después el cadáver de la chica negra que llamó aterrorizada a su consultorio pidiendo auxilio. Un sentimiento de culpabilidad que la doctora sólo podrá acallar si consigue enterrar dignamente a esta muchacha, cuyo nombre nadie parece conocer por estar ilegal.

Así, toda una cadena de sucesos azarosos se hilvanan en esta trama de ‘La chica desconocida’: la llamada, la negativa de responder y, como consecuencia, la muerte de la joven que título a la película.

Fotograma de 'La chica desconocida', de Jean-Pierre y Luc Dardenne.
Fotograma de ‘La chica desconocida’, de Jean-Pierre y Luc Dardenne.

Antígona

El suspense de ‘La chica desconocida’ no se centra en quién es el asesino -como suele ser habitual- sino en quién es la víctima.  De ese modo, la mirada de los Dardenne se focaliza en el lado ético y épico de la protagonista, la doctora Jenny Davin.

La doctora quiere averiguar cuál es el nombre de esa chica desconocida para inscribirlo en la lápida de la sepultura: quiere darle nombre a ese cadáver para que pueda ser recordada. No es un acto banal querer que el cadáver de un ser humano sea nombrado dignamente en su enterramiento, sino todo lo contrario, es un acto simbólico. Un acto simbólico porque consigue dar un sentido ético y humano a esa cadena de sucesos azarosos marcados por lo real de la violencia.

Fotograma de 'La chica desconocida'.
Fotograma de ‘La chica desconocida’, de Jean-Pierre y Luc Dardenne.

‘La chica desconocida’ es fiel, al igual que las anteriores películas de los Dardenne”, a los principios éticos que emanan de la obra del filósofo Lévinas, tal y como los propios directores reconocen. Unos principios éticos que en la obra de estos directores se sustentan con naturalidad, sin estridencias por parte de sus protagonistas femeninas. Mujeres con la honestidad y dignidad suficiente para sostener unos principios éticos, tanto en el ámbito público-laboral como privado-íntimo que en nuestra sociedad de un capitalismo neoliberal parecen anacrónicos.

El cine de los hermanos Dardenne es un cine ético. La doctora de ‘La chica desconocida’ no cometió un error legal, sino uno moral -de ahí su sentido de culpabilidad-. Un error que ella sabe que debe redimir averiguando de manera heroica el nombre de esa joven, para que deje de ser un cadáver anónimo e ilegal, y adquiera la dignidad de ser. Como señala Lévinas: “Soy amado, soy nombrado, luego soy”.

Fotograma de 'La chica desconocida'.
Fotograma de ‘La chica desconocida’, de Jean-Pierre y Luc Dardenne.

Begoña Siles