Capeando el temporal (II)
Paseo por las librerías valencianas tras la COVID-19
París-Valencia, Ramón Llull y Gaia
Martes 28 de julio de 2020

Tras visitar las librerías más jóvenes de Valencia damos paso a las que lucen galones de veteranía, curtidas en anteriores crisis y  afianzadas en sus respectivos territorios para que expresen sus impresiones tras la pandemia y evalúen daños. En general el panorama es alentador. Los lectores han reaccionado en un espontáneo movimiento: ‘Salvem’ el libro. Tal vez el obligado confinamiento hizo descubrir a muchos que la lectura es un bien de primera necesidad.

París-Valencia, fundada hace 64 años por Cipriano Olivert es la más longeva, una red de cuatro establecimientos que hoy dirigen sus hijos. Su fisonomía es peculiar, pues combina las novedades con libros en oferta, además de realizar reproducciones facsímiles de libros antiguos, raros, curiosos y de temática valenciana. «He crecido entre libros», dice María Ángeles Olivert. «Mis mayor satisfacción es que los clientes me feliciten por mis recomendaciones y trabajar en lo que me gusta».

Vista interior de la librería Ramon Llull.

Ramon Llull nace el año 2003 de la librería Punto y Coma, fundada en los setenta por Gaspar Lasso, cuando éste la traspasó a Almudena Amador. En 2016, se trasladó a la calle Corona, en el barrio del Carmen. «El cambio supuso una nueva perspectiva, otra nueva etapa. Gracias a la acogida del barrio y los clientes habituales conseguimos sobrevivir», dice Amador. «Una librería es una forma de vida. No sólo por su exigencia y el mucho trabajo que requiere, también por las implicaciones emocionales, por lo determinante de la apuesta vital, porque la alimenta y la articula, porque de ella nacen relaciones profundas, aprendizajes y desvelos. En tantos años de andadura ha habido muchas etapas y muchas personas. Muchos grandes momentos y muchísimas dificultades. Mucha gente que ha aportado su tiempo, su trabajo y su talento. La vida de una librería es toda una vida en sí misma».

Gaia lleva más de 25 años en Benimaclet. Una pequeña librería generalista que adapta su fondo a los gustos de sus clientes y amigos.  Cuenta con cinco clubes de lectura y organiza presentaciones de libros dentro del programa ‘Llibreries fest’, actuaciones de música clásica y  representaciones teatrales en torno al libro. También  cuentacuentos y talleres infantiles. «Siempre he sido lectora, mis padres eran socios de Círculo de lectores y soy la pequeña de cuatro hermanos, así que en la biblioteca de casa había de todo», dice Lola Samper.

Tras los estragos de la pandemia, la percepción de daños depende de cada librero, aunque en general el diagnóstico es bastante optimista dadas las circunstancias y siempre con recelo ante posibles rebrotes. «Nos encontramos en una situación de incertidumbre esperando las ayudas prometidas y la vuelta a la normalidad en las ventas, que se animan pero no lo deseable», comenta Olivert. «Nos preocupa que los lectores sean siempre los mismos, la mayoría gente mayor. Hemos perdido a la juventud y eso es muy grave porque no habrá un relevo generacional».

Vista interior de la librería Gaia.

Amador ha vivido muchos cambios en el mundo del libro pero nunca imaginó que una pandemia le obligaría a cerrar durante dos meses, «con la sensación de caída libre que eso provoca en cualquier autónomo». Y entonces ocurrió algo sorprendente, los lectores acudieron al rescate. «Se sucedieron y suceden todavía los mensajes de apoyo y las iniciativas para sostener en términos prácticos y económicos el negocio». 

La oleada de solidaridad incluye encargos, compras anticipadas, plataformas como Sigue Leyendo, que idearon y gestionaron Esteban González y Alejandra Meléndez en apoyo de las librerías independientes de toda España, el gran amigo invisible #Sentimlesllibreries ideado y ejecutado por María Bastarós que ha llegado a casi 2000 participantes en Valencia. «Todo esto ha hecho posible que las librerías hayan superado el socavón y hayan cogido oxígeno para afrontar el otoño», explica Amador. «Nos ha sorprendido mucho la determinación de los lectores para mantener vivas las librerías. Contra todo pronóstico, hemos vivido una edad dorada que no puede dejar de emocionarnos.  Nuestra labor ahora es estar a la altura de esa respuesta y ese compromiso. ¿Y cómo? A mí solo se me ocurre con agradecimiento y con trabajo».

Samper coincide en que los lectores están reflotando las librerías. «Estoy muy agradecida a todo el barrio, y también a amigos de las redes sociales. Recibo encargos por facebook, mesenguer, instagram, whatsapp, etcétera… También servimos libros a otras partes del territorio nacional. Los lectores han tomado conciencia de lo importante que ese conservar el tejido productivo local».

En cuanto a los gustos de los lectores, se asiste a un auge de la ciencia ficción especialmente las distopías, lógica reacción a estos tiempos oscuros. También los ensayos relacionados con nuevos hábitos culturales, el poder, la búsqueda de la proximidad, las humanidades y el mundo clásico. «Y una constante: los ensayos literarios, la buena literatura y la poesía en todas sus vertientes», concluye Amador.

Mª Ángeles Olivert en la librería París-Valencia. Imagen cortesía del autor.

Bel Carrasco