Ignacio Goitia
Sala de Exposiciones Rekalde
Alameda de Rekalde, 30. Bilbao
Del 25 de octubre de 2019 al 2 de febrero de 2020

“(…) al igual que la literatura, la pintura puede generar asombro, una nueva mirada ante el mundo”. Estas son las palabras que contiene la reflexión expuesta por el protagonista de la novela, ‘Sumisión’, del escritor francés Michel Houllebecq, cuando compara  el “arte mayor” de occidente, la literatura, con las otras artes. 

Y la obra del pintor bilbaino Ignacio Goitia (1968), que se expone en la sala Rekalde de Bilbao hasta el próximo 2 de febrero, genera ese asombro visual propio de las obras artísticas que han creado un universo singular.

Obra de Ignacio Goitia. De la colección del artista por cortesía de la Sala de Exposiciones Rekalde.

Ignacio Goitia observa el mundo con una mirada donde se fusiona cierta perspectiva surrealista con un preciosismo rococó. Y desde esa perturbadora mirada recrea un mundo pictórico donde los monumentos emblemáticos arquitectónicos -como la Plaza Roja de Moscú, la Gliptoteca de Munich, el  Flatiron de Nueva York…-, los espacios urbanos -como las calles de París, Nueva York, Bilbao….-, y los salones y jardines de magníficos palacios -principalmente los situados en la región francesa de Loira-, son el fondo figurativo para situar a un elenco de figuras -nobles caballeros, dandys, elegantes damas, hombres uniformados, policías y militares, chicos leather, y cómo no, sus representativas jirafas. 

Hay en la composición de cada uno de los espectaculares cuadros de Goitia -no sólo por su enorme tamaño, sino también por su belleza cromática, lumínica y narrativa-, una simulación estética de un tableau vivant. Las figuras humanas, así como las jirafas, a modo de elegantes modelos, parecen esparcidas de manera estacionaria y silenciosa por estos fondos paisajísticos, tanto arquitectónicos como urbanos. 

Obra de Ignacio Goitia. Foto de Erika Ede por cortesía de la Sala de Exposiciones Rekalde.

El preciosismo plástico de la escenografía en la obra de Ignacio Goitia trasluce una perturbación surrealista que desconcierta la mirada del espectador. Un desasosiego proveniente de ese exagerado refinamiento en las posturas y atuendos de las figuras, más allá de ese anacronismo y eclecticismo temporal y espacial característico de la puesta de escena de este pintor. 

El extremado atildamiento del estilo, no sólo de la vestimenta y la pose de las figuras, sino también de los espacios interiores y exteriores de los edificios, trasluce un aire viciado propio de las pasiones carnales del ser humano. Unas pasiones carnales difíciles, por no decir imposible, de ser domesticadas por la cultura, las costumbres o el arte.

De ahí la exuberante presencia de esas estéticas jirafas, en esos salones, jardines, calles y monumentos donde parece reinar cierto orden equilibrado y bello, como figura metafórica de esa naturaleza indomable de las pasiones carnales.

Obra de Ignacio Goitia. De la colección del artista por cortesía de la Sala de Exposiciones Rekalde.

Begoña Siles