(contra) Cultura Fanzine,
Centro Cultural Cigarreras
San Carlos 78, Alicante
Hasta el 8 de febrero de 2020

En el contexto del festival Bello Público, un festival multidisciplinar donde poesía, música y palabra toman protagonismo a través de diferentes iniciativas, tuvo lugar la inauguración de ‘(contra)cultura  Fanzine’ una exposición cuya base se encuentra en la publicación del fanzine ‘Fetiche’ y que recoge -ahora en el espacio físico- distintas manifestaciones que tienen en común la subversión, la crítica y la capacidad de mantenerse fieles a la creatividad artística. 

De las diferentes escuelas sociológicas y en el contexto de los estudios culturales, en el momento en el que se debatía y se empezaban a acuñar términos como alta y baja cultura, donde se analizaban los significados intrínsecos a la realidad social y las manifestaciones consecuentes de una época de cambios propios del periodo de posguerra, nace también el término contracultura, acuñado por el historiador estadounidense Theodore Roszak en 1968. Se entiende la contracultura como una reacción a la cultura dominante o establecida, una corriente característica por encontrarse por debajo del límite del mercado. El mismo Roszak habla de que, en ocasiones, esta corriente termina calando y evolucionando hacia movimientos sociales mayoritarios por lo que su impacto sería mayor a pesar de haber sido concebida para situarse al margen. Se asimila con lo underground, lo alternativo y con los espacios que son pequeños pero se encuentran muy presentes, sobre todo en el ámbito urbano. Necesarias, sin duda, estas manifestaciones suelen ser características por su multidisciplinareidad y muchas tuvieron – y todavía tienen- un gran alcance a través del papel, mientras que otras aparecen bajo el amparo de los nuevos medios. 

Detalle de la exposición (contra)Cultura Fanzine. Imagen cortesía de la organización.

Sin duda, el fanzine es una de las grandes muestras asimilables con lo underground. En España estas revistas promovidas por artistas tienen su origen alrededor de los años 70, coincidiendo con el periodo tras la transición, y en el momento en el que  se hacía necesario dar rienda suelta al descaro y a la libertad. Los fanzines aparecían y desaparecían con extremada rapidez, algo propio de su capacidad; y además, presentaban temáticas diversas que incluían música, literatura o cómic. Por ello, el espacio concebido como fanzinoteca en la exposición, descubre y exhibe un recorrido centrado en este medio en la ciudad de Alicante. Tiene como protagonista una instalación, además de la muestra en expositores de diferentes fanzines. Es precisamente uno de los objetivos de la exposición mostrar ese movimiento, a veces oculto a la ciudadanía pero aún así resaltable en el circuito, un motivo que une y singulariza a los artistas presentados bajo este motivo. 

En el título de la exposición, ‘(contra)Cultura fanzine’, ya se intuye la manera en que el paréntesis actúa como remarcador de esta tendencia a la que se dota de un todavía más inducido significado. A lo largo del recorrido expositivo se pueden observar esculturas como la curiosa pieza de Sandra Zajac o la reconstrucción metropolitana, oscura e invisible, de José Ramón Bas a la que también se acompaña de fotografías sobre uno de sus proyectos comunitarios. Sin duda la fotografía acompaña también la instalación sonora y al mismo tiempo visual al ser la palabra y la poesía protagonistas de ‘Nébula’ de Alicia G. Música y palabra continúan y sugieren el contrapunto y la reflexión de la mano Carlos Izquierdo que a través de la descomposición de las piezas de un piano -paradigma del sistema tonal instrumental-, logra captar la atención del espectador y reconstruye teniendo esta vez en cuenta que la persona que escucha es el principal motor compositor. Más música, sonido e instalación, que se van configurando a través de la palabra de la mano de otros artistas como Llorenç Barber, Montserrat Palacios e Ignacio Córdoba. 

Cartel de la exposición (contra)Cultura Fanzine. Imagen cortesía de la organización.

La obra plástica tiene, como no podría ser de otra forma, la capacidad de rememorar un pasado, una retrospección que recuerda inevitablemente al fanzine, donde lo tangible resultaba más valioso de lo que pueda parecer en la actualidad y donde las pantallas sustituyen al tacto del papel rugoso. Siendo así, se exponen las grandes serigrafías de David Campesino que rememoran en una suerte de diosas olvidadas en ‘We used to be God’. La ilustración y sus amplios límites se ven representados con las obras de Eixa, Detrito, D. Vanderth o con Dani Bravo cuyas ilustraciones de los políticos actuales colocadas a modo de tenderete impulsa al espectador a reflexionar sobre esa ‘Fiesta de la democracia’. Además, el mural realizado por Toni Cuatrero une geometría y street art y puntualiza el también olvidado arte muralista, relegado en ocasiones fuera del mercado artístico. 

Por último, el Niño de Elche presenta su obra ‘Excrecencias’, una pieza sonora de tres horas de duración del proceso de elaboración de su disco ‘Antología del Cante flamenco heterodoxo’. Alrededor de la sala se pueden ver fotografías realizadas por Ricardo Cases donde se muestra la evolución del traje del cantaor.

María Ramis.